En el 2015, cuando Cristina Kirchner estaba madurando la decisión de darle apoyo a Daniel Scioli, un gobernador que no sentía propio ni generaba entusiasmo en la militancia, "La Cámpora" instaló como premisa de campaña el lema "el candidato es el proyecto".
Quizás confiados en que el Frente para la Victoria no podía perder las elecciones, la idea de empoderar en el discurso el proyecto kirchnerista y minimizar la importancia del candidato era una forma de condicionar de entrada un hipotético gobierno de Scioli.
La derrota del Frente para la Victoria hizo trizas cualquier conjetura o ardid político, y obligó al peronismo a rearmarse en el llano desde la oposición.
Las circunstancias de este 2021 son muy diferentes a las del 2015, pero lo que se repite es el énfasis en la marca del proyecto "Frente de Todos" por encima de los nombres que encabezarán la boleta en la provincia de Buenos Aires, que no serían tan rutilantes.
Los que se vienen barajando para liderar la nómina son los de Victoria Tolosa Paz, Luana Volnovich, Malena Galmarini y Fernanda Raverta: ninguna de esas funcionarias son conocidas por el gran público ni tienen la envergadura de apellidos pesados como Kirchner, Kicillof o Massa, por poner algunos ejemplos. Tampoco el ministro Gabriel Katopodis, otro de los que suenan, tiene potencia electoral en sí mismo.
Paradójicamente, el único dirigente de apellido potente que rompería con la regla sería el propio Scioli, aunque en las últimas semanas se diluyeron las versiones sobre su candidatura en la provincia, a raíz de la decisión de María Eugenia Vidal de enfocarse en la Ciudad.
Si este año encabeza la lista -como todo hacer prever- alguna figura no tan conocida del peronismo, el escenario será muy distinto a los del 2017 y 2019, cuando Cristina Kirchner fue la protagonista estelar y toda la campaña prácticamente orbitó alrededor de ese centro de gravedad.
Sin embargo, en la llamada "mesa de los lunes", que ahora se transformó en un centro de operaciones electoral, conformada por Santiago Cafiero, Máximo Kirchner, Sergio Massa, Axel Kicillof, Eduardo "Wado" de Pedro y Katopodis, se definió que aunque no sean candidatos, ellos mismos le pondrán el cuerpo a la campaña.
Cafiero es el coordinador de esa mesa que diseña la estrategia de la Casa Rosada en todas las provincias, y que tiene a De Pedro como interlocutor con los gobernadores.
La responsabilidad de ponerse al hombro la campaña bonaerense recaerá en Máximo Kirchner, Sergio Massa y Kicillof, en tanto que Alberto Fernández se enfocaría en reforzar las distintas campañas del Interior del país con el sello del Frente de Todos.
Al igual que en 2019, el peronismo bonaerense está logrando administrar con bastante prolijidad las naturales tensiones internas, que no salen a la superficie. La unidad está garantizada y el único problema que podría nublar el horizonte tiene nombre y apellido: Florencio Randazzo.
La situación de relativa paz en el Frente de Todos contrasta con el mar revuelto que es Juntos por el Cambio por estos días, donde las internas del PRO son escenas explícitas que se exhiben a cielo abierto, sin demasiados tapujos. Hay acusaciones cruzadas entre dirigentes de la Ciudad y de la Provincia, y entre exponentes del ala dura y del ala moderada.
Tampoco hay una coordinación unificada de la táctica electoral, y por esa razón hay muchos actores enojados, especialmente intendentes, porque se enteran por los medios de las negociaciones de cúpulas que se gestan en la Ciudad, que es de donde surgen los trascendidos de nombres para las listas.
También hay enojados en la UCR por los intentos del macrismo de hegemonizar los espacios, no sólo en Buenos Aires sino también en Córdoba, subestimando, por ejemplo, a una figura provincial como Mario Negri.
"De ese fastidio surgió la idea de la candidatura de (Facundo) Manes. No queremos quedar otra vez desdibujados en esta elección. Reclamamos el espacio que nos corresponde", confesaron fuentes de la UCR a la agencia Noticias Argentinas.
Aún en medio de este desorden, Juntos por el Cambio presentará una oferta competitiva que se dirimirá en las primarias y hasta podría dar el batacazo en la provincia, donde el kirchnerismo ganó por 15 puntos hace tan sólo un año y medio.
En el peronismo hay un comando electoral unificado verticalmente pero como siempre ocurre, los tironeos se van a precipitar a último momento, cuando haya que llenar las listas de candidatos.
Aunque todavía no asumió formalmente al frente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner ya ejerce virtualmente la jefatura del principal aparato político territorial del país, y así quedó a las claras en el Congreso partidario del sábado pasado. Desde ese lugar, el jefe del bloque de diputados del Frente de Todos estará en inmejorables condiciones para aspirar a la gobernación provincial, pero ese es un capítulo que se develará mucho más adelante.
Por su peso electoral en la provincia de Buenos Aires, el poder de la lapicera lo tendrá una vez más Cristina Kirchner, quien cederá la tarea de la negociación en su hijo, su delegado personal. La vicepresidenta y el líder de La Cámpora deberán contemplar el equilibrio de fuerzas de la coalición oficialista y los acuerdos políticos que hace dos años dieron origen al Frente de Todos.
El círculo más estrecho de Alberto Fernández proviene del PJ porteño, pero igualmente habrá lugares en la lista para su sector, y allí jugará Cafiero para defenderlos. También Massa, el tercer socio de la alianza, tiene asegurada su cuota de representación en el armado de la lista.
Resignados a una derrota segura en la Ciudad, donde el objetivo del Frente de Todos será hacer el papel más digno posible y acercarse a los 35 puntos, el oficialismo apuesta sus fichas a la Provincia.
Una derrota en el distrito más populoso de la Argentina, donde se supone que el peronismo tiene su mayor capital político, sería un golpe fulminante que debilitaría seriamente al Gobierno en sus últimos dos años de mandato.