Alberto Fernández probablemente sea recordado como el presidente con menos poder, con más yerros y con la mayor cantidad de incongruencias de los que se pueden encontrar en el nuevo milenio, es que logró lo inesperado: dejar al peronismo debilitado.
Ello queda a la vista desde la cuarentena eterna y el vacunatorio VIP, hasta la falta de interés en adquirir la vacuna de Pfizer e incluso luego de trascender que se sabía de antemano que se retrasaría la llegada de la segunda dosis de Sputnik V a la Argentina en comparación con la primera.
Era lógico, y así fue en casi todo el mundo, que el aislamiento impuesto para retrasar los efectos del coronavirus debilitaran la imagen presidencial, ello solo podía recuperarse con una buena gestión en la llegada de vacunas, algo que no sucedió.
Pero no todo pasa por la pandemia, el ejemplo más elocuente se encuentra en uno de los escándalos que estalló recientemente (y no tan recientemente), que refiere a la visitas registradas a la Quinta de Olivos.
Lo llamativo es que mientras el presidente pedía que todos los argentinos se guarden en sus casas, era el propio jefe de Estado quien rompía las reglas, organizaba reuniones y permitía que sus invitados se fueran en horarios no permitidos para la circulación.
Entonces el escándalo era que el ex presidente interino Eduardo Duhalde había roto las reglas con ayuda de Fernández. Ese escándalo llegó a niveles inusitados con las visitas de Úrsula Vargues, defensora del absurdo que representa tener varados en el mundo, y Sofía Pacchi.
Alberto Fernández logró lo que nadie, que haya peronistas arrepentidos, o no tanto, pero sí que no se identifiquen con esta gestión. Es que unido el peronismo siempre vence, porque logra sortear los problemas y patearlo hacia adelante, al menos hasta el momento en que asume un partido político diferente a quien le suele estallar la bomba.
Pero la inesperada pandemia y la pésima gestión del oficialismo dejaron a la vista que hay situaciones que no se pueden prorrogar.
Se emitieron billones de pesos generando una inflación descomunal, se tomó más deuda, se pusieron trabas al mercado de capitales, a las exportaciones y a las importaciones; el Banco Central debe salir a comprar dólares para evitar una corrida cambiaria, la mitad de la Argentina es pobre, la clase media cayó abruptamente, se estima que cerraron una 90 mil PyMEs y, todo ello, mientras le toca gobernar al peronismo.
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