Al asumir el nuevo ministro de economía,
Miguel Peirano, abrió con sus declaraciones nuevamente el debate "campo versus
industrias" que debería estar cerrado hace mucho tiempo en el país antes los
hechos incontrastable de la realidad de lo que representa el complejo
agroindustrial para la economía del país y el bienestar de todos sus ciudadanos.
Quien piense todavía que con el campo solamente se puede salir adelante está
totalmente equivocado. Yo soy un ferviente defensor de las transformaciones de
nuestras producción en productos de mayor valor agregado por mano de obra
argentina para colocar en los mercados del mundo.
De la misma forma, en su discurso de lanzamiento, la
candidata a presidente Cristina Fernández de Kirchner, usó casi los mismos
conceptos que el ministro Peirano, por lo cual hay que suponer que será su
política en la próxima gestión si tiene la suerte de triunfar. Por lo tanto,
Peirano no hablo por él sino por lo que piensa hacer el matrimonio Kirchner
hasta diciembre respecto a la política económica, a la que seguirían dándole
continuidad y profundizado eventualmente.
Ante los graves problemas de distorsión de los precios
relativos de la economía que estamos viviendo, hubiera sido una muy buena
oportunidad mandar un mensaje más realista acerca de las correcciones que hay
que hacer de manera urgente para evitar problemas mayores. El mercado en algún
momento funciona para saber adónde estamos parados. Este plan no es
sostenible en el tiempo y si se profundiza -como se anuncia- será sumamente
preocupante.
Hoy el debate que corresponde hacer es si queremos industrias
competitiva con el mundo o queremos seguir defendiendo industria no competitiva
e ineficiente, que quiere trabajar para el mercado interno solamente.
El campo a dejado de ser algo primario para convertirse en la
industria más eficiente y competitiva que permitió sacar al país de la ultima
crisis sin ninguna política de Estado. Hoy el campo está aprovechado las
condiciones internacionales de las mercados hasta donde le permiten las
políticas del gobierno y a pesar de los subsidios de los países desarrollados
que son nuestros competidores.
Si hubiéramos tenido políticas de Estado desde hace mucho
tiempo, como necesita cualquier país para planificar mejor su crecimientos, con
seguridad ya habríamos superado las 100 millones de TT y sería mucha más la
materia prima transformada en alimento que estaríamos exportando, ingresando
mayores divisas genuinas para poderlas usar en el desarrollo del país en su
conjunto para achicar mas rápidamente la marginación, el desempleo y la
exclusión de tantos argentinos.
Ya hubiéramos superado los 300 dólares por tonelada promedio
exportada a 800 dólares si exportáramos alimentos y maquinarias terminadas y si
nos hubieran permitido aprovechar todas las capacidades naturales, humanas y
tecnológicas que tenemos disponibles en el país en la agroindustria. Esta
debería ser una de nuestra metas.
Hoy el complejo agroindustrial está exportando a Brasil y
China entre otros países a pesar de las falta de políticas de estado, los
impuestos por exportar y las limitaciones que nos impones esos países para poder
ingresar con productor elaborados. Mientras, otras industrias- inclusive alguna
de complejo agroindustrial- está reclamando protecciones porque no quieren o no
pueden competir con el exterior.
Preguntas fundamentales: ¿Cuál debe ser el dólar competitivo
para una economía? ¿Debe ser para todos los sectores? ¿La política económica de
la argentina tiene que seguir discriminando los productos exportables con
impuestos, limitando su capacidad de inversión para transformar la producción
para exportar mayor mano de obra argentina? ¿Sensatamente la dirigencia del país
puede pensar que esto puede ser permanente en un mundo globalizado? ¿Vamos a
seguir pensando que los precios internacionales no pueden ser iguales a los
precios internos? Son interrogantes que deberían ser respondidas a futuro
más allá de quien ocupe el gobierno.
Para terminar, quiero expresar nuevamente al conjunto de la
opinión pública que el campo no tiene un dólar alto y muy competitivo como se
confunde a la sociedad en general. El dólar para exportar el grano de soja es de
2,20 mientras para comprar los insumos tiene un dólar de 3,10 más arancel que
representa por las retenciones a la exportación.
La convertibilidad actual de "3 a 1" es mucho más grave para
el campo que la del "1 a 1" de diciembre del 2001 aún si los valores de los
commodities de esa época fueran los actuales. Lo que cambió han sido los
valores de los granos, que hacen por ahora sostenible este modelo y por lo tanto
es necesarios ponerse a discutir las políticas de Estado para hacer más
previsible esta gran oportunidad que nos presenta el mundo nuevamente, por la
mayor demanda en cantidad y calidad de alimentos que necesitan y la necesidades
de mayor combustibles con el aporte de los biocombustibles.
La única forma de revertir esta situación y poder
concretarlos, es con un gran acuerdo nacional de desarrollos planificado a largo
plazo, que debe surgir de un pacto entre todos los sectores y debe ser
convalidado por el Congreso de la Nación. Para poder discutirlo y
consensuarlo deben participar todos los sectores en igualdad de condiciones, sin
ninguna discriminación y con el único compromiso de todos de construir en
algunos años un país desarrollado que le permita a todos los argentinos poder
educarse, trabajar y mejorar su poder adquisitivo en forma genuina, para poder
desplegar todas libertades básicas de un ser humano, como es pensar y definir
sus situación personal en forma independiente y sin ninguna tutela del Estado.
Arturo Navarro
Consultor Agropecuario