“Cuando con todos te va mal, el que anda mal sos vos”. Rocamora
A La Doctora le fue relativamente mal con aquel tuit que consagró a Alberto Fernández, El Poeta Impopular.
Útil para desalojar en 2019 a Mauricio Macri, El Ángel Exterminador.
Pero fue un desastre para la monotonía de gobernar.
La invención legitimó su inoperancia con dos pretextos salvadores.
La peste y las presiones de la inventora.
Dos años bastaron para dilapidar los atributos que el invento presentaba.
Los contactos no resolvieron las causas judiciales.
Tampoco para aplacar conflictos con los competidores mediáticos que la toman como variable de ajuste.
Ni siquiera logró el acercamiento con el enemigo reconocido. Héctor Magnetto, El Beto. Obsesión fatal.
Alberto es un subproducto de la acumulación kirchnerista, vertiente patológica del peronismo.
Sin el kirchnerismo, sería un abogado inquieto, correcto cantor de baladas.
Dista de ser tonto. Muestra cotidianamente que su inventora, junto a los kirchneristas duros, no lo dejan gobernar.
Tampoco a La Doctora le fue bien con Axel, El Gótico. Académico preparado para hablar durante cuatro horas, como Fidel, en la Plaza de la Revolución.
Pero le correspondió hablar largamente como gobernador de la Provincia Inviable, el bastión que estaba escriturado.
La derrota indujo a La Doctora a entrometerse en la nación y en la provincia.
La incorporación como Premier de Juan Manzur, El Menemcito, precipitó el cambio de clima.
Bastaron simples madrugones y los atributos del despertador para los ministros.
Y el minigobernador Martìn Insaurralde, El Jésico, lo complementa en la provincia intervenida, con dolor.
Entre El Menemcito y El Jésico juntaron peronismo de cochería que venía bastante reticente con La Doctora y los baluartes de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Pero remontaron. Con Los Camperas y Los Minigobernadores, sumados a Los Eviteros, profesionales del padecimiento institucionalizado.
Construyeron el optimismo artificial que facilitó el autoengaño pueril. Sin alarmarse por el colapso registrado en otras provincias sustantivas.
En la breve sinopsis, a La Doctora tampoco le fue bien con La Agencia que conduce Máximo, En el Nombre del Hijo.
Hoy Máximo estimula reyertas pendientes con Alberto y con Axel.
Tan mal le fue a La Doctora con los tres preferidos que casi tiene que valorar a Sergio, El Conductor.
A quien los personajes citados le dispensan una desconfianza maciza y fundamentada.
Pero Sergio no la defraudó porque no esperaba nada.
Como Teresa Batista, sublime heroína de la novela de Jorge Amado, La Doctora está «cansada de guerra».
Como le dijo a Parrilli, El Incomparable Godfrey, en aquel diálogo chupado por la AFI de Macri:
“Tengo que encargarme de todo, estoy rodeada de…”.
Grupo Mausoleo
La pituitaria la tiene bien desarrollada. Para percibir que su ciclo, en el peronismo profundo, ya huele transitoriamente a calas.
El fracaso electoral de los protegidos facilita la insolencia de los que, hasta hace poco, le temían y obedecían.
Emerge la rebeldía del peronismo de cochería, clásico y tradicional.
Acumulación de postergaciones y ninguneos. Generaron rencores lentos. Antesala de desplantes destinados a La Agencia, en especial a Máximo.
Aunque la apuntada, en realidad, es La Madre de Gorki.
Ceremonia de reencarnación del Grupo Mausoleo. Como lo había bautizado Néstor, El Furia.
De cuando Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas), encabezaba aquel peronismo rebelde, acompañado de Los Camperas que se habían apropiado del cadáver de Perón.
Para después inaugurar el solemne Mausoleo. Entre los tiros, mientras hablaba Antonio Cafiero, El Abuelo del Nietito.
Los Camperas hoy lo empoderan a Alberto. «Te necesitamos Jefe», le dicen. Al presidente que la vicepresidenta eligió a dedo con un tuit.
Y que se atreve a decir, delante de testigos, que «no va a tolerar ninguna carta más».
Porque el estilo epistolar de La Doctora le «hizo perder diez puntos».
Pero La Doctora produjo otra carta, tomada como “documento”. Rápido para arrugar, Alberto reprodujo el documento. Lo tomó como “muestra de apoyo”.
La inventora volvió a pasarle el mismo mensaje:
«La lapicera es tuya, a gobernar sin presiones, es tu última bala, a acordar con el Fondo pero a partir de lo que dijiste».
Aparte tomó distancia de la ridícula interpretación precoz. Para reconocer el triunfo inapelable de la oposición mejor armada.
Con la consolidación de la Mutual PRO, el radicalismo vigorizado y el estancamiento clavado de la cívica coalición.
El recaudador competente
El fenómeno del olor a calas transcurre justamente cuando a La Doctora le llega la compensación de los sobreseimientos compulsivos que enojan al sector sensible de la sociedad virtuosa.
El periodismo crítico se indigna. La receta de la impunidad espanta.
La oposición reclama Justicia y plantea el linchamiento público de los jueces.
Corresponde entender más allá de la anécdota. Consta que El Furia fue el recaudador más competente de la historia argentina.
Pero contra su eficacia recaudatoria atenta la descuidada condición de blanqueador.
En un país de cultura “barrani” -según la concepción del pensador Carlos Maslatón- no basta con saber recaudar.
Para descollar como un “barrani” superior, es imprescindible ser riguroso y estricto en el arte del blanqueo.
Y cuando debía ordenar el complejo universo financiero que había generado, El Furia tuvo la ocurrencia irresponsable de morirse.
Leer Brioschi
En su opus “Breve historia de la corrupción: de la antigüedad a nuestros días”, el ensayista italiano Carlo Alberto Brioschi certifica que el negocio de los hoteles, como recurso lavatorio, fue ampliamente superado.
El Furia fue un genio para juntarla. Pero fue un improvisado en el estadío inmediatamente posterior.
Correspondía brindar la prolijidad que merecía el producto espiritual recaudado. Para transformarlo en un modelo de contabilidad inapelable.
El Sistema Recaudatorio de Acumulación aplicado por El Furia merece ser estudiado por Brioschi, el milanés de Rizzoli.
Sistema que reclamaba la conducción contable del especialista dotado Marty Birdy, no de cualquier Manzanares.
Birdy es el antihéroe de Ozark. Serie de tres temporadas (disponible en Netflix) que debería inspirar a los cultores devotos de la utopía del blanqueo.
Al cierre del despacho se insiste en una máxima del portal. «El kirchnerismo se interpreta mejor a través de sus recuperaciones».
Permiten estudiar con rigor la magnitud de las caídas. Fueron varias, bastante duras. Siempre, de alguna manera, se recuperaba.
En el tramo final de 2021 el olor de las calas es muy penetrante. El desastre es colectivo.
La mala política es sepultada por la catástrofe de la economía.
Pero justamente después de la derrota surge un Alberto empoderado por quienes procuran liberarse de La Doctora cansada de guerra.
Como Teresa Batista, heroína sublime de Jorge Amado.