Citaré uno de los casos que, el barón Von Schrenk-Notzing, doctor en
medicina, nacido en 1862 en Odenburgo, pionero en
parapsicología, quien fundó en 1886 la
Sociedad Psicológica de Munich, (en cuyo seno tuvieron lugar los primeros
ensayos parapsicológicos), denomina en su terminología propia, como
Fenómeno de infestación:
"En el pueblo de Hopfgarten, junto a Weimar (jurisdicción de Vieselbach),
vive el relojero Ernst Sauerbrey, casado en segundas nupcias con Mina P.
"Del primer matrimonio desciende Otto Sauerbrey, que en la actualidad
cuenta 21 años y es también relojero en otra localidad. Este solía pronunciar,
desde el verano de 1919, conferencias públicas sobre hipnotismo, espiritismo y
temas afines. En 1921, del 10 al 12 de febrero, Otto Sauerbrey estuvo en el
pueblo donde vivían sus padres. Allí organizó una conferencia e hipnotizó a su
madrastra. Sin embargo, a pesar de las declaraciones de dos testigos, Frieda
Pappe su hermanastra y el sastre Walter Degenkolbe, quienes afirman haber
observado sus artes hipnóticos, Otto las negó categóricamente.
"Según los testimonios, tomó el pulso de su madrastra y apoyó su mano sobre
su frente y el brazo mientras le decía algunas palabras para sugestionarla de
modo que sintiera la cabeza pesada.
"Al siguiente día Otto partió, y su madrastra comenzó a experimentar
dolores de cabeza y cansancio.
"A los cinco días aproximadamente del supuesto episodio hipnótico, la
señora Sauerbrey emperoró de sus afecciones de excitación nerviosa y el médico
Reinhold Scharf, que la trataba, manifestó que presentaba una enfermedad
incurable en el bajo vientre.
"Su conducta psíquica se modificó desde entonces, sus frases eran confusas
y en sus delirios conversaba con su hijastro ausente.
"La enferma utilizaba en aquel entonces un sofá-cama emplazado en la
cocina. Según afirmaban los testigos y su médico, se encontraba muy débil para
intentar levantarse. Padecía de insomnio mientras conversaba con personas
imaginarias, hecho comprobado también por el comisario de policía que visitó la
finca.
"Dos días después de la partida del acusado Otto Sauerbrey (15 de febrero
de 1921), se comenzó a oír un golpeteo en la cocina según testimonio del esposo
de la enferma. Al mismo tiempo, siendo las 11 horas del 17 de febrero el estado
de la señora Sauerbrey empeoró mientras seguía conversando con su hijastro
ausente, del cual tenía miedo, tal como lo manifestó a su hija Frieda Poppe,
pues de noche veía sus ojos ante ella. Nadie pudo persuadirla de que eso no
podía ser cierto.
"El presidente de la Cámara de Concejales envió un informe sobre el caso al
autor, cuya exactitud fue corroborada fehacientemente por los testimonios
tomados bajo juramento. Los testigos afirmaron que el golpeteo se producía con
mayor o menor intensidad de modo alternativo y se lo podía percibir contra las
paredes, el cieloraso, la puertas, la mesa y la cama.
"Los ruidos comenzaban al atardecer y terminaban a la madrugada.; se
repetían todos los días y comenzaban cada vez más temprano. Cuando se
interrogaba a la enferma, mientras ésta contestaba solía cesar por un rato el
golpeteo.
"En forma simultánea se producía el movimiento de diversos objetos en la
cocina: una taza se deslizaba sobre la mesa, mientras que baldes y sillas
cambiaban de lugar lo mismo que la propia mesa aun cuando se escribía sobre
ella.
"Estos fenómenos se repitieron diariamente entre los días 12 y 28 de
febrero del citado año, sin embargo casi nunca a la luz del día. Se iniciaban la
mayor parte de las veces entre las 17 y las 21 horas cuando iluminaba la cocina
una lámpara eléctrica colgada sobre la mesa, y su intensidad iba en aumento con
la oscuridad para cesar a la luz del día. Hacia el anochecer, la inquietud de la
enferma se incrementaba. Mientras ocurrían los fenómenos se intranquilizaba
notoriamente con accesos de dolor permaneciendo inmóvil en la cama. Durante las
extrañas manifestaciones, un perro que se encontraba en el lugar quedaba
deprimido y el reloj detenía su marcha sin que el señor Sauerbrey que era
relojero hallara explicación alguna de su falla.
"Según manifestaron los testigos, el golpeteo era similar al producido por
los nudillos o el puño.
"Estos golpes vagaban por toda la habitación y por momentos se percibían en
dos lugares al mimo tiempo.
"No se trató de determinar alguna causa inteligente de los fenómenos como
suele hacerse en los medios espiritistas, así como se pensó alguna injerencia
por parte de los muertos.
"De acuerdo con las declaraciones del esposo y de la hija de la señora
Sauerbrey que siempre se hallaba a su vera, no queda lugar para la posibilidad
de que la enferma fuese la autora de los ruidos y del corrimiento de los objetos
desde el momento en que a causa de su debilidad apenas podía moverse. Así se lo
manifestó la enferma en la noche del 12 de febrero a su esposo, quien usaba para
dormir la habitación contigua a la cocina. En esa oportunidad el señor Sauerbrey
se había levantado para ir a la cocina y encender la luz para investigar, pero
no encontró nada anormal, aunque, apenas se iluminó la habitación, el ruido cesó
al momento. Sauerbrey se acostó nuevamente. Los golpes volvieron a percibirse no
bien transcurrieron cinco minutos y su intensidad fue mayor. Sauerbrey aseguró
luego que su esposa no se había movido de la cama. Entonces fue a despertar a su
hijastra Frieda, quien luego de pasar la noche en vela aseguró que su madre no
era quien causaba los ruidos.
"A partir de entonces los fenómenos de
infestación prosiguieron a diario. Los golpes se escucharon casi siempre
entre las 18 y las 7 horas.
"El sastre Walter Degenkolbe, quien en una oportunidad pernoctó en casa de
los Sauerbrey oyó de noche el golpeteo en muebles, paredes y contra la puerta de
la habitación coincidiendo con Frieda y su padrastro en que era imposible que la
enferma pudiera producir esos ruidos, pues estos provenían de lugares de la
habitación inalcanzables para la señora Sauerbrey desde su sofá-cama.
"La realidad del golpeteo fue confirmada por la policía y el médico doctor
Kahle, de Weimar, quien comprobó que el ruido cesaba en el momento del encendido
de la luz.
"Las declaraciones de los testigos, concordantes entre sí, confirman sin
lugar a dudas que, entre el 12 y el 28 de febrero de 1921, durante cada tarde y
noche se escucharon golpes en la casa del relojero Sauerbrey. Estos golpeteos
podrían dar lugar a pensar que la enferma postrada en el sofá-cama de la cocina
podría ejercer alguna acción mecánica. Pero los movimientos y corrimientos de
objetos confirmados por los testigos, que se realizaron sin la intervención de
personas, como fenómenos telequinésicos
(según la parapsicología), nos dicen que la señora Saurbrey no provocó esos
fenómenos mediante su actividad corporal.
"Su esposo fue testigo de este caso de
infestación. Había observado el movimiento de objetos al margen de todo
contacto con ellos: una taza de café colocada sobre una silla de la cocina cayó
al piso para hacerse añicos, al tiempo que un sillón se desplazaba por el
recinto. También tuvo oportunidad de ver cómo una mesa, un balde y la jofaina cambiaban de lugar. Los movimientos de estos objetos también fueron observados
por el testigo Pappe y notó que se realizaban en sentido contrario a la
ubicación de su madre. Vio como una silla chocaba con una jofaina. La caída de
la taza dede la silla fue observada también por el sastre Degenkolbe.
"Los alarmados moradores de la casa decidieron dar cuenta de los extraños
hechos a la policía de Weimar. Ocho hombres dirigidos por el comisario Pfeil
acudieron a la casa el 27 de febrero. El informe policial dice lo siguiente: 'La
casa fue cercada y se realizó la ocupación del desván, la habitación y la cocina
con el fin de descubrir al presunto autor de los desórdenes'. En otro pasaje de
su informe dice el comisario Pfeil: 'Un policía colocó un balde vacío a dos
metros de distancia de la señora, no terminó de darse vuelta cuando el balde
comenzó a moverse mientras ocurría lo mismo con la jofaina.
"Por momentos los ruidos se parecían al roce de una mano sobre los objetos.
"El juez de la Suprema Corte escribió: 'Idénticas verificaciones fueron
hechas por diez o doce agentes de policía enviados durante tres días
consecutivos por el comisario Pfeil. Este personal pudo observar los fenómenos
tanto por el agujero de la cerradura como por la puerta abierta de la cocina'
"Luego sucedió que el doctor Kahle, neurólogo de Weimar sugestionó a la
señora Sauerbrey convenciéndola de que su influjo era más poderoso que el de su
hijastro. Esto fue el 28 de febrero.
"Según este neurólogo, la enferma adolecía de una debilidad de la voluntad
de origen nervioso lo cual permitía que las
artes sugestivas del acusado surtieran efecto. (El subrayado me
pertenece).
"Todo esto al margen de algún propósito de hipnosis o la intención de
influir en los síntomas de la enferma.
"De todos modos, la disposición fundada en la autosugestión de la paciente
como terreno propicio, la confianza en cierta energía y una fuerza particular de
voluntad de su hijastro facilitaban el establecimiento de un estado
semiconsciente. Cuando el doctor Kahle logró liberar a la señora Sauerbrey de su
estado de dependencia en que se hallaba desde el 12 de febrero la exclamación de
la paciente fue: 'Ya estoy liberada'. Desde ese preciso momento cesaron los
fenómenos de infestación para siempre.
"Si bien el fiscal pidió para Otto Sauebrerey acusado de lesiones
corporales por causa de indolencia una pena de prisión de tres semanas, éste fue
declarado inocente el 19 de abril de 1921 ante el tribunal de Vieselbach.
"La señora Sauerbrey falleció el 27 de marzo lde 1921 por causa de su
dolencia en el bajo vientre".
(Véase de Albert Freiherr von Schrenck-Notzing:
Problemas básicos de la parapsicología ;
con licencia de la editorial Troquel, Buenos Aires, 1976, pág. 354 y sigs.)
Evidentemente, aquí estamos con toda seguridad ante un caso típico de
fraude. Y esto es por poco indudable, ya que, jamás de los jamases en
laboratorio físico alguno se han comprobado golpeteos y movimiento de objetos
sin causa que los explique.
Las experiencias del campo físico se pueden repetir miles de veces y
siempre, en todos los casos, aparecen las mismas causas naturales de todo
fenómeno. Esta es una constante, y en ello se basa la ciencia, pues de lo
contrario, habría que recelar de toda experiencia, de toda máquina, de todo
cálculo matemático "al milímetro". Si ciertas supuestas "fuerzas espirituales",
o materiales desconocidas provenientes quizás de otras "versiones del mundo",
incursionaran espontánea y esporádicamente en el mundo físico para alterar los
hechos esperados, entonces ni la física, ni la química, ni la biología, podrían
avanzar, viéndose los científicos obligados a rever todos los fundamentos de la
ciencia, recelando de toda ecuación, de toda fórmula y en mayor extensión, del
comportamiento de todo el mundo físico, químico y biológico.
Esto es excluyente, y no hay admisión de otra explicación de los hechos
narrados y atestiguados, que lisa y llanamente: ¡la de fraude!
Todos hemos oído historias de duendes y fantasmas de caserones antiguos y
abandonados, de ruidos de cadenas que se arrastran, golpes y movimientos
inexplicables de objetos. Hay una constante, casi siempre se trata de edificios
antiguos, grandes y destartalados. En muchos casos la verdadera "infestación"
(del verbo infestar: "causar estragos y molestias los animales y las plantas
advenedizas en los campos y aun en las casas"), es provocada por roedores que
durante las horas crepusculares y nocturnas producen toda suerte de ruidos
extraños, magnificados por los intervalos de silencio reinante en el caserón y
que asustan a los eventuales ocupantes que han adquirido la mansión
recientemente. Ratas y ratones suelen hacer de las suyas comportándose cual
duendes traviesos sobre todo si los techos las paredes y los pisos están
desvencijados y crujen al menor contacto.
Yo he estado durmiendo varias noches en una casa solitaria en el campo y me
he sorprendido de los ruidos causados por pequeños roedores al brincar estos
sobre piezas metálicas sueltas de una vieja cocina de gas, durante el periodo de
oscuridad. Ruidos que cesaron una vez que hube colocado un cebo tóxico, y
entonces descubrí que sólo se trataba de dos pequeños ratones.
La otra causa de "casas embrujadas" son sin más, los bromistas de siempre
que con arte refinado engañan a moradores y visitantes del lugar. No es difícil
crear una casa embrujada. Cualquier persona ducha en electrónica o en
fabricación de artefactos mecánicos puede lograrlo. Solo es necesario poner al
vuelo cierto ingenio y llevarlo a la práctica con artefactos bien disimulados,
ya sea por pura diversión o con intentos fraudulentos de crear un ambiente de
terror con el fin de obtener ciertos beneficios, como quedarse con dicha mansión
comprada a un precio irrisorio a sus asustados dueños que no pueden conseguir
mejores compradores. ¿Quién se atrevería a adquirir una casa embrujada?
Otras veces se dan causas mecánicas poco comunes, resultados del mas puro
azar. Hechos muy poco probables pero posibles al fin y al cabo. Supongamos el
siguiente caso: Cierta casa posee enterrado bajo el piso un caño de hierro,
resto de alguna antigua construcción; una fábrica demolida desde hace tiempo,
por ejemplo. Ese caño atraviesa los cimientos por debajo, apenas los toca, y se
prolonga hacia otras fincas linderas sin tocarlas, hasta situarse por debajo de
un taller recién instalado donde se ha montado una máquina. Supongamos que la
máquina se pone en marcha durante ciertas horas de la noche y produce
trepidaciones sobre el caño que pasa por otras fincas sin dar señales. Pero he
aquí que la primera finca mencionada es de construcción endeble y sus cimientos
estan apoyados sobre el caño. Al trepidar éste, produce leves vibraciones en las
paredes que se comunican a las restantes. Los objetos de los estantes comienzan
a moverse. Algunos caen. También se escucha un golpeteo de una tabla floja del
piso contra el tirante que la sostiene. Otros diversos ruidos se añaden
provenientes del techo, cuyo cielo raso de madera se halla desvencijado, se oyen
crujidos, temblores y golpes. Los moradores se sobresaltan y si son
supersticiosos piensan en genios maléficos que se han adueñado de toda la
construcción. Mesas, sillas y baúles se desplazan de un día para el otro y la
casa adquiere en el barrio fama de "mansión embrujada".
El caso relatado por Schrenck-Notzing quizás no pertenezca a esta
descripción. En efecto, recordemos que Otto Sauerbrey, hijastro de la señora
Minna, aficionado a pronunciar conferencias públicas sobre hipnotismo,
espiritismo y temas afines, después de "hipnotizar" a su madrastra (según
testimonio de Frieda Pappe, su hermanastra) se aleja del lugar.
Al segundo día de su partida comienzan a suceder los hechos extraños:
golpeteo y desplazamientos de objetos tomados por los parapsicólogos por
fenómenos de telequinesia.
Pero, ¿en verdad Otto partió? ¿A dónde fue? ¿Hay pruebas de que se hallaba
en otro lugar? Nada de eso. ¿Presentó alguna coartada? Es posible.
Los diversos testigos que declararon ante el tribunal silencian las
andanzas de este personaje que sólo concurría a la casa del pueblo de Hopfgarten
en pocas ocasiones pero suficientes para conocer la finca al detalle (o la
conocía de antes).
Es probable que entre el 10 y 12 de febrero de 1921 haya montado allí todo
un dispositivo (era relojero y pudo haber ideado algún mecanismo secreto) para
alarmar a todos sus habitantes. ¿Con qué finalidad? Innúmeros motivos puede
tener una persona para engañar a lo demás:
¿Acelerar la muerte de su madrastra que padecía de un mal incurable?
¿Robustecer su fama de hipnotizador y convencer a los demás de la autenticidad
de las prácticas hipnóticas, del espiritismo y otros temas controvertidos?
¿Rencor hacia su madrastra por haber ocupado el lugar de su madre verdadera
(este último caso es muy común en personas jóvenes) y crearle un estado de
excitación? Todo puede ser y mucho más.
Oculto en algún lugar pudo haber manejado los hilos de los dispositivos
para sorprender a las personas. En efecto. En la narración de los hechos se
halla ausente un minucioso peritaje. Nada se dice de los materiales de que
estaba construida la casa. Si de madera, mampostería o ambas cosas. De qué era
el piso (¿mosaico o madera?), el cielo raso, el techo; si se trataba de una
construcción antigua o nueva y ni siquiera se mencionan las habitaciones que la
componen en su totalidad. En el libro de Schrenck-Notzing sólo hay un dibujo
esquematizando la cocina y sus muebles, ventana y puertas. Sólo se añade que el
esposo de la enferma dormía en la habitación contigua y se habla de un desván.
Los demás detalles no aparecen.
Otto Sauerbrey pudo haber permanecido oculto o haber visitado
subrepticiamente la finca cada atardecer. ¿Por algún jardín del fondo? ¿Por
algún pasadizo secreto? ¿Por alguna propiedad vecina deshabitada? ¿Desde algún
sótano donde podía vivir oculto? ¿Cómo era el desván? ¿Podría haber estado allí
escondido en algún recoveco que pasó inadvertido a los agentes de policía?
Su hermanastra Frieda había declarado en su testimonio que su madre hablaba
mucho del acusado y que "además tenía la sensación de que éste estaba en la
cocina".
También contó que siempre veía al acusado en sueños. ¿En sueños? Una
persona en trance de una enfermedad terminal como estaba ella puede tomar la
realidad como sueños tanto como a la inversa, "... ella hablaba con su hijastro,
veía sus ojos que la observaban como si estuviese presente; gritaba, se ponía
inquieta, tenía miedo del hipnotizador, que además le resultaba antipático", y
en realidad es casi seguro que él rondaba por ahí y era el autor único de la
"infestación".
En cuanto a los testigos de los fenómenos de este caso, los agentes de
policía, "pudieron observarlos sólo por la puerta abierta de la cocina o por el
agujero de la cerradura". ¿Acaso bajo la iluminación de una sola lámpara
eléctrica sobre la mesa, de cuya intensidad de luz nada dice?
Además, la denuncia no fue por causa de algún crimen, no era tan grave el
caso como para que los agentes realizaran un minucioso peritaje en la finca y
sus alrededores. Es probable que haya sido sólo un ligero vistazo al lugar. En
el informe del juez no se habla de investigación a fondo.
Otro detalle importante para considerar como un engaño a "esas misteriosas
manifestaciones es que éstas se producían únicamente en la oscuridad, al
atardecer o de noche, en especial cuando la atención estaba desviada". (Según
palabras del propio Schrenck-Notzing en su libro, al comienzo de la tercera
parte, y según declaraciones de Ernst Sauerbrey "los golpes cesaban no bien se
encendía la luz).
Además - y este detalle casi delata un método infantil desprovisto de
inteligencia para llamar la atención -, los supuestos fenómenos telequinésicos
se asemejan más a bromas de tontos que a manifestaciones paranormales con algún
sentido lógico.
El golpeteo como de nudillos de los dedos o de puño, el cambio de lugar de
los objetos, la caída de tazas, la detención de la marcha de un reloj y otros
hechos, parecen haber sido realizados por niños traviesos con el objeto de
burlarse de la gente. Esto sólo puede engañar a personas simples o a aquellos
que poseen una fuerte naturaleza supersticiosa. (El mismo Schrenck-Notzing
menciona con seriedad en su libro, otro caso de infestación donde aparecen en un
establo una oveja con las cuatro patas atadas y los arreos de una vaca puestos
al revés. Infestación en Yojarvi,
Finlandia.
Son innumerables los casos de telequinesia narrados en los libros de
parapsicología, pero como muestra basta un botón. Todos son explicables por
causas naturales si la narración ha sido hecha con fidelidad. No hay fantasmas
ni existen ciertas fuerzas psíquicas conscientes o inconscientes capaces de
actuar a distancia y provocar travesuras infantiles, o significar mensajes
inteligentes. Mas los "fenómenos" que no pueden ser explicados por causas
naturales, son indudablemente productos de trucos obrados por bromistas por pura
diversión, por personas desequilibradas y perversas, o por simuladores con
alguna finalidad particularmente alevosa o interés ambicioso. Tampoco podemos
descartar en un ciento por ciento que la señora Sauerbrey haya sido la autora de
la infestación de Hopfgarten por motivos múltiples, a pesar de su debilidad.
Ladislao Vadas