El Tribunal Oral en lo Criminal Federal 8 porteño fijó para el jueves 26 de mayo el inicio del juicio a dos organizaciones acusadas de traficar entre 2007 y 2008 efedrina hacia México y Guatemala, según pudo confirmar Encripdata. Para la fiscalía, una de esas células estuvo integrada por Leopoldo Bina, una de las víctimas del triple crimen de General Rodríguez. Si bien en este debate oral y público no se ventilarán detalles de lo sucedido con Bina entre el 7 y 13 de agosto de 2008, cuando los investigadores encontraron su cuerpo junto al de Sebastián Forza y Damián Ferrón, el veredicto por este tramo de la «ruta de la efedrina» servirá para dimensionar su rol en todo ese negocio millonario pero ilegal que, justamente, se cortó con su muerte y la de las otras dos víctimas.
Para los fiscales Juan Ignacio Bidone y Marcela Falabella, Ibar Esteban Pérez Corradi contrató a los hermanos Martín y Cristian Lanatta y a los hermanos Víctor y Marcelo Schillaci para sacar de juego a Forza, Ferrón y Bina porque «le iban a cagar el negocio». El negocio era la efedrina. Por millones. De dólares.
En su voto, la jueza María Graciela Larroque definió el móvil del triple crimen: «El deseo de desplazar de modo absoluto y definitivo a quienes se perfilaban cada vez con más fuerza y mejor organización como precipuos competidores en el negocio ilegal de importación, exportación, compra y venta de efedrina porque habían llegado a tomar contacto con el mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza, cabeza de una línea no solo de exportación sino también propietario del principal laboratorio de éxtasis, el de Ingeniero Maschwitz».
«Tal posicionamiento -insistió- conspiraba contra los intereses de Pérez Corradi y su socio Martín Lanatta y el amigo inseparable de este, Víctor Schillaci». Y hasta recordó que Pérez Corradi anunció «a los cuatro vientos» que mataría a Forza porque «se estaba quedando con su negocio». Como él aportó el móvil, explicó la magistrada, su estrategia fue irse a México, pero coordinó todo por teléfono con Lanatta.
Los jueces Fernando Bustos Berrondo y Marco Tomás E. Barski, del Tribunal 2 de Mercedes, adhirieron en un todo. Entonces, el 21 de diciembre de 2012, condenaron a los Lanatta y los Schillaci a prisión perpetua como «partícipes necesarios» del triple crimen.
Aunque jueces y fiscales estuvieron de acuerdo en decir que Pérez Corradi mandó a matar a Forza, Ferrón y Bina para que no le cagaran el negocio, ninguno precisó algo clave para sostener esa teoría: cuántos kilos desvió el primero hacia los cárteles mexicanos y cuántos las víctimas. Menos aún si unos y otros importaban la efedrina desde China e India o si simplemente la compraban en el mercado local. Un detalle: Pérez Corradi ni siquiera estuvo en el banquillo de los acusados junto a los Lanatta y los Schillaci porque el fiscal Bidone nunca lo indagó por el triple crimen. Y eso que lo tuvo más de dos años a mano porque estaba preso por otra causa por narcotráfico. Cuando recuperó la libertad, se escondió en la triple frontera.
Todo lo que vino después de la sentencia contra los Lanatta y los Schillaci terminó por aclarar esos puntos oscuros. Especialmente, desde 2016, cuando la jueza federal María Servini informó de la captura de Pérez Corradi. Confesión mediante, este mismo TOF 8 porteño condenó en el 2018 a 7 años de prisión a quien fuera el hombre más buscado del país por haber desviado 13 toneladas de efedrina hacia una célula de un cártel mexicano.
Por las manos de Pérez Corradi, entonces, pasaron más kilos que por las del llamado «rey de la efedrina»: a Mario Segovia lo sentenciaron mucho tiempo atrás por haber traficado 8.400 kilos.
Pero el negocio fue mucho más grande. Hubo otros «reyes» además de Pérez Corradi y Segovia. Como determinó la jueza Servini al enviar a juicio al extitular de la Sedronar José Ramón Granero, de los 47.625 kilos importados entre 2004 a 2008, 40.972 kilos terminaron en manos de condenados, procesados y denunciados por maniobras de narcotráfico. En otras palabras: hubo otros que hicieron sus millones con las restantes 20 toneladas. Hubo otros, entonces, metidos de lleno en el negocio, ese negocio que Forza y los suyos supuestamente le quisieron «cagar» a Pérez Corradi, pero que en realidad daba para ellos y muchos más.
De hecho, este mismo TOF 8 porteño acaba de sentenciar a Maximiliano Darío Romero a 8 años de prisión por haberles entregado 9.050 kilos de efedrina a los García Mena y Juárez Lima. También por haber lavado activos de los millones que hizo con aquellos. Al principio, «Fantasma» Romero operó directamente con los mexicanos, pero luego Pérez Corradi hizo de intermediario. La jueza Servini ordenó la captura internacional de esas dos familias.
En su declaración como «arrepentido», Pérez Corradi explicó esa y otras situaciones: que existían otras personas que traficaban efedrina o que le debían plata y «todos se encontraban vivos y ninguno había sido siquiera molestado». En abril de 2021, la jueza Servini le dictó la falta de mérito por el triple crimen y en agosto, luego de que Estados Unidos cancelara el pedido de extradición, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado lo excarceló.
Según la jueza Servini, la banda de la que participaba Bina realizó 166 operaciones de contrabando por un total de 1.436 kilos de efedrina como si fueran suplementos dietarios entre el 17 de septiembre de 2007 y el 24 de julio de 2008 hacia México y Guatemala. De esa célula participaban, entre otros, Cristian Heredia, Carlos San Luis y Ricardo Sladkowski, los tres amigos de Bina. El jefe de todos ellos era el mexicano Rodrigo Pozas Iturbe.
La otra banda que llegará el próximo mes al banquillo acusada de haber movido 1.129 kilos de efedrina como si fueran esencia de helado entre el 18 de septiembre de 2007 y el 31 de julio de 2008 hacia México estuvo integrada, entre otros, por el argentino Daniel Escosteguy. La magistrada ordenó hace rato la captura internacional de los jefes de la célula, los Espinoza Ortíz, que viven en Monterrey, México.
Con todas las pruebas reunidas en la instrucción, que de seguro convalidará el tribunal, quedará demostrado que Bina tuvo un rol más importante en la «ruta de la efedrina». Incluso tanto o más que Forza y Ferrón. Y no como su amigo Sladkowski sostuvo durante 2012 en el juicio por el triple crimen: que «Leopoldo estaba en el lugar y en el momento equivocado», en un intento por evitar que los investigadores avanzaran con esa pista que de seguirla los llevaría hasta él mismo.
Como ahora.
Pero diez años después.
Y ninguno de los fiscales y ninguno de los jueces pregunto ni averiguo por que se importo efedrina en esas enormes cantidades a la Argentina, siendo que aqui se hubiera necesitado quizas solamente un 2 o 3% de la cantidad importada para la industria farmaceutica. Por que se importaron toneladas de efedrina que aqui no tenia uso alguno, quien permitio esa importacion y quien las importo ? Ese detalle parece que carece de importancia para los ilustres juristas quizas por que tocan a personajes de la politica en el poder actualmente.