Desde hace varias décadas, una de las principales preocupaciones de la humanidad en todo el mundo es, sin lugar a dudas, el cuidado del medio ambiente.
No debe existir gobierno que no destine, en mayor o menor medida, fondos para este fin, ya sea en la prevención, concientización y educación de la población para tratar de cuidar el planeta, a través de ministerios, secretarías u ONGs destinadas a tal fin.
Una de las principales herramientas para contribuir con el “mantenimiento” de nuestro sistema ecológico es el reciclaje, y nuestro país en ese sentido es bastante deficitario, tanto por parte de las autoridades -a quienes corresponden formalmente esas funciones- como por parte de la ciudadanía, ya que la mayoría de las personas, parecen no estar muy comprometidas en lo que a "ambientalismo" se refiere, salvo el caso puntual y muy reciente de los habitantes de Gualeguaychú; pero esa es una situación muy especial y responde a intereses particulares.
Uno de los rubros donde mayor cantidad de productos se generan y que muy fácilmente se pueden reciclar es el campo de todo lo que esté relacionado al envase de insumos hogareños que, lógicamente, por esa misma condición, son masivos; en especial los alimentos.
Todos sabemos que después de la crisis de 2001, proliferaron los comúnmente denominados “cartoneros”, que de una manera espontánea y muy precaria -por supuesto que sin proponérselo- crearon una cadena de reciclaje.
Como ocurre casi siempre, nuestras autoridades adoptaron su postura más conocida, que es la de hacer caso omiso de la situación, destacándose como única reacción la actitud del Director de Rentas de la Provincia de Buenos Aires, el Señor Santiago Montoya, cuya única preocupación es saber cuánto dinero se mueve en este mercado negro y tratar de obligarlos a pagar impuestos.
Por eso, hoy le proponemos a las autoridades un sistema simple, de fácil implementación, y que reporta numerosos beneficios, en varios sentidos.
Este mecanismo de reciclaje debe contar, en primer lugar, con la participación de los supermercados, sea cual fuese su envergadura, pudiendo participar tanto las grandes cadenas como lo pequeños.
Cómo es el sistema
1) Cada supermercado debe contar con un simple lector de “código de barras” que se instalará en un lugar de recepción predeterminado en cada local.
2) A este lugar se podrán llevar todo tipo de envases, ya sea de plástico, vidrio, metal, cartón y “tetra-brik”.
3) A la persona que lleva los envases -a los que se les establecerá un precio pre determinado y que hayan pasado por el lector del código de barras- se le dará el ticket correspondiente con la cifra de la suma determinada según la cantidad de envases.
4) Éste ticket luego será presentado en la caja al momento de pagar, y se descontará dicha cifra del gasto total de la compra que se haya hecho en el comercio, siendo ésta su única forma de cobro.
5) Cada envase, será seleccionado y enviado a distintos lugares, según el tipo de material.
6) Éstos, luego serán recogidos por camiones sanitarios y llevados a una planta de reciclaje, las cuales ya existen.
Beneficios
1) Se aliviaría, en buena medida, la problemática del cuidado del medio ambiente.
2) Se concientizaría a la población sobre la importancia de reciclar deshechos.
3) El reciclaje se haría de una manera rápida, sencilla, higiénica y efectiva.
4) Se eliminarían los intermediarios y el mercado negro.
5) Se crearían puestos de trabajo, ya que tanto para la recepción como para la selección, almacenado, recolección y transporte del material se necesita mano de obra, que además no debería ser calificada.
Como se puede apreciar, este sistema no requiere de grandes inversiones, es de muy simple aplicación y reporta múltiples beneficios.
Esperemos que alguna de las autoridades responsables de cuidado del medio ambiente lean esta propuesta y traten, por lo menos de aplicarla.
Caso contrario, sería bueno que den una explicación de por qué no podrían implementarla.
Buen Articulo de Pablo Docimo sobre ecología!!