Circulan en redes sociales publicaciones que afirman que Pfizer comercializó su vacuna COVID-19 sin comprobar su eficacia. Como prueba de eso, las publicaciones citan las declaraciones de la presidenta regional de vacunas de Pfizer de mercados internacionales, Janine Small, en el Comité Especial sobre la pandemia de COVID-19 que se realizó el 10 de octubre último en el Parlamento Europeo.
Sin embargo, el contenido viral -que tuvo más de 427 mil reproducciones en YouTube y 60 mil reproducciones en Telegram– es falso.
Pfizer no admitió que su vacuna contra el coronavirus saliera al mercado sin antes ser probada. Lo que señaló Small ante el Parlamento Europeo es que la vacuna fue sometida a rigurosos ensayos que testaban su eficacia contra la enfermedad sintomática, no contra la transmisión del virus.
Esta información no es nueva. Fue publicada en diciembre de 2020 en la revista científica The New England Journal of Medicine con las conclusiones de los ensayos que lo corroboraban.
Qué circula en redes sociales
Como argumento de que Pfizer comercializó su vacuna contra el coronavirus sin probar su eficacia, las publicaciones virales adjuntan un video publicado por el eurodiputado ultraconservador Robert Roos. Allí, el funcionario cuenta su diálogo con Small durante el Comité Especial sobre la pandemia de COVID-19.
En su intervención, Roos preguntó: “¿Se probó la vacuna covid Pfizer para detener la transmisión del virus antes de que entrara en el mercado?”. Y Small respondió: “No, tuvimos que movernos a la velocidad de la ciencia”.
Es decir, a diferencia de lo que circula en redes sociales, Small no confirmó que Pfizer comercializó su vacuna COVID-19 sin comprobar su eficacia ya que el objetivo de los ensayos clínicos no era frenar la transmisión del coronavirus, sino reducir la enfermedad severa y las muertes por COVID-19.
Como explicó Ignacio J. Molina, profesor de Inmunología en el Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, en Science Media Centre España: “El carácter no esterilizante de todas las vacunas contra la COVID-19 (es decir, que no evita por completo la infección), y no solo la de Pfizer, es conocido por la comunidad científica desde el primer momento y nunca se ha ocultado” porque el foco siempre estuvo en evitar muertes y hospitalizaciones.
Además, Molina, agregó que “en la situación epidemiológica en que nos encontrábamos, lo urgente era prevenir el desarrollo de patologías graves y, muy especialmente, reducir las tasas de mortalidad. Este objetivo se ha conseguido plenamente con las vacunas comercializadas”.
Como contamos en esta nota, el ensayo clínico de fase III de la vacuna de Pfizer/ BioNTech involucró a más de 44 mil personas en varios países simultáneamente, uno de los cuales fue la Argentina, que aportó más de 5.700 voluntarios. Las pruebas fueron llevadas a cabo por la Fundación Infant en el Hospital Militar Central de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los resultados fueron publicados en diciembre de 2020 en la revista científica The New England Journal of Medicine y confirmaron que la vacuna es segura y tiene una eficacia del 95% en la prevención de la enfermedad sintomática, incluida la COVID-19 grave, si se aplican 2 dosis con un intervalo mínimo de 21 días.
“Los ensayos para ver si una vacuna evita la transmisión de un patógeno son muy complejos y, sobre todo, en la situación de la pandemia. La urgencia era actuar para inducir buena respuesta inmunitaria que permitiera parar la masacre de la pandemia en relación a fallecimientos, enfermos graves en Unidades de Cuidados Intensivos y hospitalizaciones. La realidad ha demostrado la eficacia de las vacunas, pero también que eran levemente eficaces para evitar la transmisión del virus”, explicó África González Fernández, directora del Centro de Investigaciones Biomédicas de España.
Y agregó: “Hemos tenido una suerte tremenda con unas vacunas que en menos de un año mostraron una eficacia de más del 90 % con un rango de seguridad estupendo. Creo que debemos congratularnos por ello”.
En conclusión, es falso que Pfizer comercializó su vacuna COVID-19 sin comprobar su eficacia. Los ensayos clínicos de la vacuna de Pfizer ya informaban en 2020 de que no se estudiaba frenar la transmisión del virus. El principal objetivo siempre fue evitar la enfermedad grave y la muerte por COVID-19.