Desde hace algún tiempo, a la Sra. Cristina Fernández
de Kirchner se la empezó a denominar “Reina Cristina”. Lejos de
molestarse por este calificativo, la primera dama parece sentirse muy a gusto con
la denominación.
Por supuesto, como toda reina tiene sus caprichos,
algunos un tanto “modestos”, como por ejemplo copiarle el modelo del vestido que lució
el día de asunción a la Infanta Leticia, o esa coquetería que la caracteriza y
la hace lucir espléndida gracias al "botox"; también tiene otros un poco más ambiciosos como
pretender convertir toda el área que rodea a la Casa Rosada en un complejo
urbanístico digno de una capital europea.
En ese sentido, ya logró enrejar y renovar a la plaza
Colón que se ubica detrás de la Casa Rosada, pero ahora va por más. Su proyecto
sería extender el “embellecimiento” de la zona hasta el Palacio del Correo,
ubicado en la intersección de las avenidas Leandro N. Alem y Corrientes.
Fiel a su estilo, en lo que a obras públicas se
refiere —cuanto más ostentosas mejor—, el kirchnerismo no repara en pequeños
detalles como la transparencia de los actos de gobierno o la racionalidad del
gasto.
Decreto mediante, y aprovechando la distracción que
ocasionan las fiestas, el Gobierno no tuvo ningún reparo en disponer un
incremento de 11 millones de pesos de los trabajos de remodelación del Palacio
de Correos, cuyo valor había sido establecido originalmente en 709 millones de
pesos. La modificación, publicada en el Boletín Oficial, fue dispuesta el 13 de
diciembre pasado y obligó a cambiar la fecha de apertura del sobre y
la presentación de ofertas económicas de la licitación: del 26 de este mes al 15 de
enero de 2008.
El incremento del costo de la obra —viejo mecanismo
para distorsionar licitaciones— se debió a que los proyectistas Enrique Bares,
Federico Bares, Nicolás Bares, Daniel Becker, Claudio Ferrari y Florencia
Schnack, aseguraron que los cambios "permiten incorporar un grado de detalle
superior, reduciendo la posibilidad de eventuales variaciones durante el
transcurso de la obra". La remodelación del Correo que tiene por objeto
celebrar los 200 años de la Revolución de Mayo, que se cumplirán el próximo
2010, durante el mandato de Cristina Kirchner.
Según el pliego de licitación, el trabajo tiene por
objeto la conservación, restauración, remodelación, puesta en valor y reciclaje
del Palacio de Correos y Telecomunicaciones y la construcción de una gran sala
de conciertos, una sala de cámara, áreas de museo de exhibiciones permanentes y
temporarias, áreas gastronómicas, la cúpula-mirador, oficinas de gestión del
complejo, y demás áreas de servicio para el Centro Cultural del Bicentenario (CCB).
Todo por la módica suma de 720 millones.
La pregunta es: ¿Se justifica semejante gasto por
parte de Estado cuando estamos en emergencia económica? ¿No sería mejor para el
ciudadano común destinar esos 720 millones a la remodelación de hospitales,
especialmente el de Clínicas, por ejemplo?
Pero claro... la Reina Cristina quiere gobernar en
una Capital acorde a su estilo... otro detalle digno de una reina es, sin dudas,
su sueldo, dado que la jefa del Estado argentino gana unos $13.500 mensuales, lo
curioso es que su salario es de $6.000, pero recibe $7.500 más, bajo el
eufemismo de “complemento por responsabilidad del cargo”.
El agregado salarial fue un invento de su esposo,
Néstor Kirchner, a mediados del 2006, que le permitió evitar un aumento del
sueldo presidencial del 450 por ciento, según informa diario La Nación, algo
que estaba limitado tras el decreto de Adolfo Rodríguez Saá, que había congelado
el salario presidencial en 3000 pesos.
En realidad, no está mal que un primer mandatario
gane un buen sueldo, es lo que corresponde, pero lo que sí está mal es lo
contradictorio del discurso y la realidad, ya que si se presiona a los jueces
—que con más razón tendrían que estar bien pagos— a que paguen impuestos, ¿no sería
más acorde que se equiparen?
Lo mismo sucede con los edificios públicos, tampoco
está mal que se conserven o se remodelen, también que es lo que corresponde. Lo contradictorio es gastar semejante cifra, 720 millones, cuando hay cosas
mucho más urgentes, y por otro lado votar nuevamente la ley de Emergencia
Económica.
¿No son acaso caprichos dignos de una reina?
Pablo Dócimo