Arrancamos 2023 y ya se empiezan a escuchar propuestas para estabilizar la economía argentina con el próximo gobierno, ya que con el actual es imposible, dada su falta de credibilidad e idoneidad. Aquí vamos a analizar las 2 alternativas más promocionadas hasta ahora en los medios, la de Martín Redrado, que acaba de subirse al gabinete de Larreta (PRO-Cambiemos) y la del disruptivo Javier Milei, del partido Liberal-Libertario.
No se incluye aun la del ambicioso proyecto de Melconián-Cavallo-Fundación Mediterránea, porque todavía está en elaboración, si bien ya se conocen algunos lineamientos.
Más allá de los matices entre Redrado y Milei, que los hay bastantes, es gratificante cierta coincidencia en el rumbo, con programas que apuntan a atacar los problemas de fondo de Argentina: exceso de impuestos, falta de reglas monetario-fiscales, escaso peso de la inversión y las exportaciones en el producto bruto, entre las principales. Las diferencias principales vienen en la implementación, mientras que Redrado es más gradualista, Milei tiene una impronta más de shock.
Las propuestas
Por el lado de Redrado, se plantea un paquete de 5 leyes, con mayorías especiales del Congreso, para empezar a construir credibilidad a largo plazo:
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Leyes fiscales: desindexación gradual de variables del gasto público para anclar expectativas e ir bajando la inflación.
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Leyes monetarias: prohibir que el BCRA financie al sector público, cambiar la carta orgánica para que recupere su independencia.
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Para el sector privado: un programa de capitalización de la deuda pública con proyectos de inversión productiva. En cuanto al sistema impositivo: incentivos para ampliar bases de tributación, simplificar tributos, federalismo fiscal. Eliminación de ingresos brutos.
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Comercio exterior: reducir a cero las retenciones e impulso a las exportaciones.
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Ley nacional de infraestructura: tender hacia un transporte multimodal que permita “integrarnos productivamente con el mundo”.
El tinte gradualista del “Plan Redrado” lo da su senda de ajuste para bajar la inflación, el gran problema actual, proponiendo que las variables macro claves tengan un crecimiento igual y descendente, para volver en 5 años a una inflación de un dígito. El gradualismo es la opción a una fuerte recesión que desinfle las variables con brusquedad en solo 1 o 2 años. El escenario propuesto sería algo así:
En el caso de Milei, más disruptivo e irreverente, denomina a su propuesta como “Plan Motosierra”, donde apunta a atacar los problemas del país en distintas etapas, pero con una intensidad tipo shock:
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La primera medida sería un fuerte recorte de la obra pública, reemplazándola por un sistema de iniciativa privada como el de Chile. El principal objetivo de esta medida sería quitarle al sistema político el manejo de los fondos millonarios.
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Al principio no aplicaría despidos masivos en el Estado, no recortaría las jubilaciones actuales ni tampoco desarmaría abruptamente el esquema de planes sociales. Esta es la parte gradualista del Plan Milei.
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En una misma secuencia, comenzaría un nuevo ciclo de privatizaciones de las empresas públicas. En el caso de Aerolíneas Argentinas, la entregaría a sus empleados para que la administren sin subsidios del Estado.
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La reestructuración ministerial derivaría en un poderoso Ministerio de Asistencia Social, que atienda las probables repercusiones de la “motosierra” durante la “transición” y garantice que “la gente coma”. Se entiende que van a repartir subsidios a todos los afectados por la recesión del ajuste fiscal de los primeros años.
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Tras este primer recorte luego vendría una fuerte reforma impositiva, para dejar sólo 10 impuestos (de los más de 150 que existen en la actualidad) y un esquema de coparticipación federal al revés, lo que nuevamente le da un carácter disruptivo y de shock.
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Posteriormente vendría una “reforma laboral hacia adelante“, con la instrumentación de un seguro de desempleo, para compensar la eliminación de las regulaciones laborales, a las que considera como el tapón para la generación de empleo en Argentina. También habría una reforma previsional sin tocar los derechos de los actuales jubilados”; que bajaría impuestos laborales a las empresas.
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Luego de las reformas laborales e impositivas, recién ahí Milei abriría plenamente la economía al comercio exterior, lo que quizás pondría en apuros al Mercosur, ya que hay un arancel externo común.
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En esta segunda etapa se ofrecería a los empleados públicos un retiro voluntario, lo que les permitiría volcarse al mercado con una indemnización en su cuenta bancaria, como se hizo con Menem.
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Y finalmente, vendría el cierre del BCRA (su propuesta más difícil de llevar a la práctica), junto a una reestructuración de la banca privada y un “sistema de libre competencia de monedas”, donde la gente elegiría libremente entre el dólar, el real, el euro, el bitcoin u otras para hacer sus contratos.
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En una tercera etapa, llegarían las reformas de salud, educación y seguridad.
No aclara Milei tiempos exactos, pero a simple vista se observa la necesidad de varios períodos de gobierno consecutivos para llevar a cabo sus profundas reformas.
La viabilidad política
En cuanto a la viabilidad política, es positivo que ambas alternativas apunten a atacar los problemas de fondo, lo que ya de por sí es superador del desastre kirchnerista actual, que nos ha puesto al límite de una nueva explosión macro.
Lo que queda bastante claro es que la propuesta de Redrado está más cerca del consenso del votante mediano sobre lo que hay que hacer en el próximo gobierno, con cambios graduales pero firmes hacia la racionalidad económica, en la línea de un centro/centro-derecha esbozado por el presidenciable Larreta, mientras que la propuesta de Milei, que es transformadora y absolutamente disruptiva para lo que se ha hecho siempre en este país, se observa que se le va a dificultar obtener los legisladores necesarios para votar las reformas en el Congreso, ya que es una propuesta excesivamente extrema para el votante medio, quien siempre termina siendo el que define las elecciones.