Los cuatro que son marcan la vigencia de Buenos Aires en el federalismo trucho. Ante el paisaje luminosamente complementario del resto de la Nación.
La interpretación dista de justificar la carencia de un fuerte proyecto que se origine en “la Argentina profunda” que carece, paradójicamente, de profundidad.
Después del desdichado accidente de José Manuel de la Sota, Hugo Boss, se acabaron las proyecciones nacionales de Córdoba.
Atractiva muestra del paisaje, Juan Schiaretti, El Gringo, amaga tardíamente con lanzarse hacia la inconsistente aventura presidencialista.
Otra fotografía de Seita, El Consultor Versátil. Un esquema alejado de los dos -de los cuatro- que son.
De Mauricio, El Ángel Exterminador, y de La Doctora. Los “recíprocamente funcionales”.
Pero se nota a la distancia que el posible lanzamiento nacional procura la consolidación del poder provincial.
En Córdoba se asiste a un final de ciclo de 24 años. Y se dirime la sucesión generacional entre el peronista Martín Llaryora, actual alcalde, El Larreta cordobés, con el radical Rodrigo De Loredo, El Formadito que está con cama adentro en el Canal Uganda.
De Loredo es el exponente del radicalismo enviagrado que asume la tarea de postergar, otra vez, a Luis Juez, Hábito Ecuatoriano.
Emerge Juez como otra luminosa atracción del paisaje que divierte y enternece a los porteños.
La postergación fue decidida por uno de los que es. Mauricio, que comparte con Schiaretti -aparte de ideas- la tarjeta roja para desplazar al simpático humorista que cuenta con el apoyo insuficiente de otro de los cuatro que es. Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
La compleja Santa Fe
Otra provincia sin apetencia de vanguardia es la compleja Santa Fe.
En el paisaje de llanura puede acentuarse otra ausencia.
Carlos Reutemann, Aquel que Vio.
Al menos Reutemann se atrevía a merodear por el tramo final. Pero siempre solía ver algo que lo hacía recular.
Quiso también elevarse otro ausente. El socialista Hermes Binner, El John Wayne del Hombre Quieto.
Hoy la riquísima Santa Fe se debate entre el destino previsible que impacta por la violencia estructural que explota en Rosario (motivo de próximo informe de Sintra).
Se destaca otra luminaria: la señora Carolina Losada, La Chica del Baby. Vertiginoso ascenso legitimado por la influencia de los medios de comunicación.
La vigencia del famosismo es consecuencia del aburrimiento generado por la medianía del político tradicional.
Aquí Santa Fe tiene el antecedente de Miguel Del Sel, El Midachi. Excelente comediante al que se le hurtó cierta elección. Fraude, en realidad, caballeresco. Acordado por los jefes defraudados que se sentían incapacitados para gobernar.
Otro antecedente de Losada es el mismo Reutemann.
Ser panelista del Basta Baby o de Intratables fue para Losada lo que para Reutemann -invención de Menem- fue la Fórmula Uno.
En su ascenso irresistible, La Chica del Baby puede, si quiere, ser la próxima gobernadora. Apenas encuentra competencia en el radicalismo con otro exponente experimentado. Maximiliano Pullaro fue ministro de Seguridad del gobierno socialista de Lifschitz y por eso es tan valorado como degradado.
Pullaro entretiene el paisaje radical junto a otras atracciones como el porteño Sir Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, y el bonaerense Gustavo Posse, El Hijo del Cholo (completa en Córdoba Rodrigo de Loredo).
En Santa Fe, Pullaro -o Losada, o acaso el alcalde Javkin- confrontan por la gobernación con el potenciado peronista Roberto Mirabella. Es el elegido por el gobernador Omar Perotti, El Piamontés.
El dedo decisivo de Perotti privilegia a Mirabella en desmedro del senador Marcelo Lewandowsky, Lujambio. Es quien desde el periodismo deportivo aspira a repetir el modelo aportado por el automovilismo, el teatro de revistas o la pasarela televisiva.
Trasciende que Lewandowsky alcanzó a conmover la sensibilidad de La Doctora por intermedio de la exsenadora señora María de los Ángeles Sacnum, La Paisana de Firmat, devenida en gran banquera del BICE (Institución que no es la misma desde que se fue José Ignacio de Mendiguren, El Frate).
Sin cantar, sin bailar, sin correr, Perotti exhibe el perfil interesante del estadista austero que marcha hacia una diputación provincial. Con el poder, sí, pero acotado al terruño.
Ocurre que Santa Fe, como la conservadora Mendoza, mantiene la solemne antigualla del mandato único que evita la gestación del caudillismo.
Pero evita también el avance de cualquier proyecto estratégico sólido.
Proliferan impecables exgobernadores de Mendoza que mantienen el opaco destino del ocaso.
Otros, como el radical Alfredo Cornejo, intentan volver. Pero la carencia de liderazgo, en Juntos por el Cambio, habilitan rencillas regionales que derivan en escisiones. Como Omar de Marchi, El Joven Ganso, decidido a enfrentarlo.
La marca radical
La marca, o el fondo de comercio, de la Unión Cívica Radical, muestra el paisaje más nutrido de la llanura inquietante.
Entre sus luminarias se percibe la pasión acotada en mojar la medialuna de la de la vicepresidencia.
Obstáculo que imposibilita la ambición exclusiva y única de Facundo Manes, Cisura de Rolando. Para presidente o nada. Plata o m…
Manes es el accidente natural del paisaje que justamente se permitió criticar los modos de uno de los cuatro que es. A Mauricio. Sin percibir la contundencia implícita del apodo del criticado. El Ángel Exterminador.
Otro radical que impresiona en el paisaje es Gerardo Morales, El Milagrito. Hasta los suyos describen su lanzamiento presidencial como un fantástico recurso para negociar la vicepresidencia con otro de los cuatro que es. Larreta.
Para consolidarse y esclarecer, Morales cuestiona a la cumbre del riesgoso tramo de montaña. Javier Milei, el C-Boy.
El Milagrito descalifica al C-Boy por ser funcional al kirchnerismo. Lo cual hasta puede ser cierto.
Abundan los minigobernadores peronistas que tienen ingenio para armar su propia lista de Milei. Pero por una interpretación política no se puede caer en el autoritarismo de negar al otro la identidad.
Como si Morales dijera: “quien no está con Juntos por el Cambio favorece a La Doctora”.
Tres que quieren ser
Tres atracciones del paisaje de Buenos Aires pretenden ser como los cuatro que son.
La señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien.
Con entusiasmo, experiencia y discurso, sin estructura y con dirigencia prestada, depende exclusivamente de lo que decida uno de los que es. Mauricio.
Si El Ángel no controla la “simulada desesperación” por ser presidente y se lanza, la cotización de Patricia automáticamente desciende.
Aunque lo enfrente, la dirigencia prestada no la va a acompañar.
Forma parte del paisaje, también como atracción, la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Dice que quiere ser presidenta y da vueltas. Se encuentra menos favorecida que Bullrich y que Horacio.
Mantiene la inteligencia de asumir su condición. Se reporta a su jefe.
Y si Mauricio comete el error de lanzarse, automáticamente retrocede.
Resta Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Parte absolutamente irrelevante del paisaje que sabe aplicar la capacidad institucional de daño.
Exhibe su formidable virtud: haber traspasado las fronteras del absurdo.
Y haber vuelto del ridículo. Para volverse a ir, otra vez, definitivamente.