Si hubiéramos creído en las afirmaciones triunfalistas del Aceitoso y Kirchnerito, el dúo tan dinámico que se fue a China, los problemas del Banco Central y, consecuentemente, del Gobierno ya estarían solucionados. Sin embargo, nada fue cierto, mal que le pese al equipo de Massa y, en cambio, es muy probable que los costos que los argentinos deberemos afrontar para responder a las exigencias de Xi Jinping sean extremadamente gravosos.
El nivel de las reservas, que ya estaban en rojo furioso antes del viaje misional de estos aspirantes a SuperAgente 86, zapatófono incluido, seguirá cayendo en picada e impulsando la fuerte recesión que ya se percibe en las góndolas y en la restricción a las importaciones de insumos tan básicos como medicamentos. En China se les explicó claramente a nuestros enviados que deberán esperar para recibir fondos frescos reales, más allá de una pequeña ampliación del swap para importar desde China, y las negociaciones con el FMI se han demorado, a punto tal que el Ministro de Economía, con la lapicera enarbolada para firmar el adelanto de anticipos por el que ruega, ha debido postergar su periplo a Washington hasta un momento más propicio.
Más allá de los aspectos económico-financieros de la alocada diplomacia argentina, me parece necesario recordar que nada menos que Henry Kissinger, un reconocido optimista, acaba de decir en público que un conflicto armado entre China y Estados Unidos es previsible en los próximos cinco años, lapso que coincide exactamente con el establecido por Beijing para reincorporar por las armas a Taiwan, un aliado estratégico de Occidente en el sudeste asiático, a su territorio continental.
La Argentina apareció en las mesas de arena de los estados mayores occidentales en razón de la base científico-militar que Cristina Fernández permitió construir en Neuquén -con cesión de soberanía incluida- al tiránico régimen chino; imaginemos qué puede suceder ahora que el reelecto Gobernador de Tierra del Fuego, el kirchnerista Gustavo Melella, firmó un decreto por el que autoriza a empresas de ese origen, todas bajo control del Ejército Popular, un memorándum para implantar en su territorio una gran fábrica de fertilizantes químicos y un puerto multipropósito, o sea, comercial, pesquero y militar, con proyección clara hacia el Atlántico sur, el tráfico bioceánico y la Antártida.
Lo más dramático es que el próximo Gobierno, que será la cabeza de un país David flaco y consumido, se deberá enfrentar a una potencia Goliat más que robusta y fuerte, por lo cual le resultará casi imposible desarmar los acuerdos que hayan firmado estos crápulas traidores, tal como sucedió con las no prioritarias represas Kirchner y Cepernic, en el río Santa Cruz.
Ni los más serios encuestadores pueden hoy hacer pronósticos con alguna posibilidad de convertirse en realidad. Esto se debe a varios factores que convergen: la dudosa veracidad en las respuestas que obtienen; la apatía social frente a la política, o sea, el crecimiento de la abstención; la permanente sensación de ajenidad, en relación con las necesidades sociales, que los dirigentes de todos los orígenes despiertan; y la “liquidez” de las fidelidades partidarias, en especial entre los más jóvenes.
El kirchnerismo está metido en un brete del que le resultará más que difícil salir: no puede prescindir de Massa como Ministro porque, tal como dijo su mujer, si él se va sería el final (coincido) pero, para permanecer, exige ser su único candidato presidencial; a ello se oponen el resiliente no-Presidente, y Daniel Scioli y Juan Grabois, que se niegan a renunciar a sus postulaciones, y a la insistencia de la necesidad de primarias se sumaron Hugo y Pablo Moyano con treinta de sus fieles gremios. ¿Bastará el devaluado dedo de Cristina Fernández para resolver ese intríngulis?
Si hubiera varios candidatos en las primarias del Frente de Locos, quienes voten, por ejemplo, por Daniel Scioli en las primarias, ¿lo harían por Wado de Pedro en las nacionales?, ¿y viceversa? Los votantes de Horacio Rodríguez Larreta, ¿acompañarían luego a Patricia Bullrich?, ¿y viceversa? Después de la primera vuelta real, si el Frente, como se cree probable, sale tercero, ¿por quién se inclinarán la mayoría de sus electores?
Con ese juego tan abierto de probabilidades, no es en absoluto descartable que Javier Milei llegue a la Presidencia, en especial después de los daños que produjo en la intención de voto –sobre todo en Córdoba- a favor de Juntos para Qué la pretensión de Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales de incorporar al peronismo de Juan Schiaretti a la coalición, a escasos días de la presentación de alianzas y a dos semanas de las candidaturas; creo que fue un error de enorme magnitud, ya que hubiera podido intentarse hace meses y discutirse con amplitud, o esperar a que se realizaran las elecciones para sumar voluntades.
Mi mayor preocupación radica en la falta de consensos de la oposición en la Provincia de Buenos Aires, en la cual Axel Kiciloff podría obtener su reelección con sólo alcanzar un 25% de los votos. No debemos olvidar que, aunque el futuro Gobierno nacional cerrara la canilla de transferencias para domesticarlo, un eventual ahogo financiero en La Plata haría explotar al Conurbano, que está a poquísimas cuadras de la Casa Rosada, como todos comprobamos diariamente con los piquetes y acampes de las organizaciones sociales, que podrían volverse salvajes y violentos.