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Derechos y preferencias

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Milei, Lali y la conversación política.
Milei, Lali y la conversación política.

El triunfo en las PASO de Javier Milei trajo a la conversación política toda una nueva perspectiva cuya terminología y sesgo eran, hasta ahora, completamente minoritarios en la Argentina.

 

El resultado del domingo significó un cataclismo de tal magnitud que fue capaz de traer a la superficie cuestiones que antes solo discutía un círculo muy pequeño de argentinos.

Algunos dicen que tener razón a destiempo es lo mismo que estar equivocado y cuando sucede algo así parecería que el dicho cobra más fuerza que nunca.

En efecto, el triunfo de la LLA -no solo a nivel individual con la figura de Milei, sino directamente como fuerza política- ha puesto nerviosos a muchos que, hasta ahora, habían construido un muñeco súper exitoso, si por “exitoso” entendemos un modelo que les había permitido mantener engañados a millones de idiotas (que suponían que aquellos los cuidaban) mientras ellos (“la casta” en palabras del libertario) se volvían millonarios.

Un tema predilecto para este conjunto de vivos ha sido la venta de la idea que ellos “amplían” derechos, mientras que “la derecha” los disminuye o elimina.

Como algunos ejemplos (aunque no son los únicos) podríamos citar aquí toda la movida relacionada a los movimientos de género, al aborto y a la elección de una “entidad” propia determinada.

Según esta corriente, ellos vinieron a “darle” derechos a personas que se identifican con géneros que no son biológicamente los suyos o a las mujeres que, según sus propias palabras, quieren disponer de sus cuerpos como les plazca, decidiendo interrumpir un embarazo con el que no están de acuerdo.

En toda esta temática hay un abanico inacabable de argumentos para abordarla, pero aquí no quiero entrar en esas discusiones. Por lo tanto voy a dar por sentado que cualquiera tiene el derecho de auto-percibirse como le venga en gana y que cualquier mujer tiene el derecho de abortar.

Zanjada aquí esa discusión -al menos en beneficio del debate- adentrémonos en lo que el triunfo de Milei ha significado para todo este verso.

Como era de esperarse, la mayoría de estos “colectivos” (y en base a declaraciones previas del candidato) lo han acusado de que llega para abolir esos derechos y para derribar las conquistas que “tantos años de lucha” demandaron.

Hay en toda esta interpretación (que seguramente algunos comprenden bien pero que no les conviene en términos de sus propios bolsillos) un enorme malentendido. Reitero para ser claro: efectivamente puede haber algunos que no hayan entendido bien de lo que realmente se trata. Sin embargo hay muchos que saben bien de lo que se habla pero se dan cuenta que los descubrieron y se ven venir una que no les conviene.

Bajo el argumento de la “ampliación de derechos”, estos grupos -en algunos casos apelando incluso a la violencia- lo que han conseguido es que, EL COSTO de lo que nos es un derecho en términos técnicos sino tan solo una “preferencia” o una “elección” personal o colectiva, sea trasladado a otro o a otros que van a cargar con el pago de lo que cuesta materializar una preferencia o elección de otros y que ellos no gozan ni disfrutan.

Es en defensa de esos que pagan, de esos a los que se les ha trasladado EL COSTO de las preferencias, gustos o elecciones de otros que Milei -o “la derecha”- habla.

El discurso demagógico ha calado tanto que, efectivamente, en muchos casos se ha llegado al punto de que aquellos que son llamados a pagar los gustos de otros defienden alegremente al mantenido y critican, paradójicamente, al que viene a cuidarles el bolsillo a ellos. Pero ese es un fenómeno que se conecta con nuestra columna de ayer respecto de la indudable astucia que han tenido las corrientes gramscianas para modificar el sentido común medio de la sociedad.

El tema es bien claro con la cuestión del aborto, por ejemplo. Recordamos una vez más que a los efectos de esta columna hemos concedido aquí las razón a quienes creen que una mujer puede disponer la interrupción de un embarazo que no quiere. De modo que no nos corran por ese lado: querés terminar con el embarazo, ningún problema.

Zanjada esa discusión, de lo que se habla es de plata y de quien paga el aborto. Los colectivos favorables al aborto han tenido especial cuidado en especificar su reclamo: “aborto legal, seguro y gratuito”. Al incorporar la palabra “gratuito” a su reclamo, este colectivo admite que no habla de “derechos” sino de guita. Al eliminar la persecución legal de la interrupción del embarazo como si fuera un crimen, la potestad de una mujer para abortar es completamente libre y queda bajo el gobierno de su conciencia. Eso sí es un derecho.

Ahora que el aborto de Juana lo pague Pedro, no es un derecho: es un traslado del costo. Es de eso de lo que habla Milei. Reiteramos: usamos aquí el caso del aborto solo como un ejemplo. Pero el mismo razonamiento podría utilizarse, por ejemplo, para los que reclaman el “derecho” de hacerse las intervenciones quirúrgicas necesarias para adecuar su biología a sus preferencias personales. ¿Querés cortarte el pene o ponerte tetas? Ningún problema. Pero el COSTO de las operaciones lo vas a pagar vos; no la empresa de la prepaga o la obra social o la sociedad en su conjunto a través de sus impuestos. Que vos prefieras convertirte en mujer no quiere decir que yo deba pagar el precio que sea necesario para que vos te des el gusto. ¿Tenés “derecho” a darte el gusto? ¡Pero claro, querido! Ahora, eso sí: pagalo vos. Tenes todo el derecho a auto-percibirte como Batman, pero no quieras que yo te compre la capa y -mucho menos- pretendas convencer a  medio mundo de que comprarte la capa es mi obligación porque la capa es tu derecho.

Entonces, hablemos claro: un derecho -los de la Constitución- es una prerrogativa que en principio uno puede ejercer sin generarle un costo a otro (comerciar, ejercer industria lícita, transitar, salir y entrar al país, enseñar, aprender, etcétera). Todo lo demás -que con toda justicia- uno, en sus convicciones individuales, puede desear, son “elecciones” o “preferencias” propias. Toda vez que, para materializarse, esas preferencias requieran una inversión, un gasto, o un costo, es el interesado el que debe pagarlas, no los terceros que no tienen nada que ver con ellas.

Frente a la histeriqueada de ayer de muchos de estos grupos que saltaron como leche hervida (incluso el propio Massa ya salió a enarbolar estas “banderas” como principal leitmotiv de su campaña) resulta paradójico y sugestivo que el propio ministro/candidato les haya prohibido a los argentinos -justo ayer- exportar lácteos y carnes: o sea, el mismo gobierno que se vanagloria por “ampliar derechos” (cuando en realidad de lo que debería hablarse allí son de “preferencias” personales individuales) corta de cuajo un derecho constitucional como el de comerciar y ejercer industria lícita y no pasa nada, ninguno de estos clubes “ampliadores de derechos” salen a decir nada… Entonces, ¿Cómo es el tema? ¿Cuándo se habla de quién paga un aborto se trata de “mi derecho”, pero cuando a un argentino, de la noche a la mañana, se le dice “no podes venderle a tu cliente” no es un derecho cercenado y entonces sí puede hacerse? ¿Perdón? Me parece que no es así…

Anticipo que esta cantinela de los “ampliadores” y “suprimidores” de derechos va a revolotear en todo lo que resta de la campaña. Por favor, ¡basta de demagogia! ¡Llamemos a las cosas por su nombre! Y si hay almas bellas que quieren pagar abortos y cirugías estéticas ajenas, ¡pues armen una ONG, detecten interesados y páguenles sus gustos!

(Cualquier parecido con la frase, “armen un partido político y ganen las elecciones”, es una mera coincidencia)

 
 

40 comentarios Dejá tu comentario

  1. Libertario: El Plan Bonex fue con Ermán Gonzalez, en 1989. Roque Fernandez agarró el ministerio en 1996, no tuvo nada que ver con el Bonex. Como mínimo tenés una confusión muy grave, asumiendo buena fe de tu parte.

  2. El periodismo tiene mucho que ver con la soberbia de Milei. De ser un panelista del canal de Vila y Massa hoy se la pasan haciéndole la campaña en A24 porque simplemente Milei es Massa y no olvidemos que uno de los amigos de Massa es Brito, el banquero que financia a Milei. . Si el trastornado Milei es el candidato más votado, marca a las claras el grado de esquizofrenia del, absolutamente muy pelotudo y peligroso, votante argento. MILEI NO ES LIBERAL. Y un día te desayunás con que los que viven en grandes proporciones desde hace más 70 años del empleo público, eran liberales que están a favor de un candidato que promete eliminar la coparticipación... ¿locura o ignorancia? Veníamos bien hasta que el formoseño que habitualmente vota a Gildo le puso el voto a Milei, una pena. Milei es un incapaz que llevaría a un estado de violencia política que por ahora solo se lee en libros de historia, además Milei tiene sexo con la hermana. Incesto y zoofilia. Un presidente así sería como tener un Calígula en el país. Todo el día A24 haciéndole la campaña a Milei, el socio de Massa precisamente en el canal del panqueque. No hay dudas de que Milei es Massa. Javier Milei no es liberal, es un pobre muchacho con severos problemas sexuales. El incesto es perjudicial para la salud mental de cualquier ser humano.. Javier Milei: “Patricia Bullrich es menos que mi segunda marca” . El delirante está desesperado por sacarla de la cancha para quedar con Massa (su padrino político). Ya mostró todo el juego. Si este energúmeno llega a presidente se legaliza el incesto y la zoofilia. .No se puede dolarizar sin antes modificar la CN, por lo tanto la propuesta de Milei es inviable desde todo punto de vista legal excepto lo descripto al comienzo. La mayoría de las propuestas de Milei, choca con la CN. Milei es mentiroso y trastornado mental. Milei es Massa. Escuche los 3 candidatos a presidente: Bullrich critica a Massa y a Milei. Massa y Milei critican a Bullrich. Massa y Milei no se critican entre sí. Regla de tres que no me estaría gustando. .

  3. El peronismo genera atraso; el atraso genera frustración; la frustración genera peronismo. ¿Demasiado gorila? Pruebo de nuevo: el peronismo genera decadencia; la decadencia genera pobres; los pobres votan al peronismo. ¿Otra vez? La incapacidad de desarrollarse genera dependencia del estado. La dependencia del estado genera empresarios y trabajadores dependientes del estado. Los que dependen del estado votan al peronismo. No son juicios de valor sino constataciones de hechos. Un país frustrado, decadente, pobre y dependiente del poder político, que no para de votar a sus victimarios peronistas. .

  4. Milei es un delirante que repite las cosas que memoriza de sus asesores, entre ellos son principales Roque Fernández, inventor del Plan Bonex, el robo del siglo, y su socio Carlos Rodríguez, un viejo choto. Con Milei están tratando de resucitar una de las franquicias peronistas, el menemismo .

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