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Deslegitimados

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KIRCHNER CONTRA LOS PIQUETEROS
KIRCHNER CONTRA LOS PIQUETEROS

“El destino castigará cruelmente a aquellos que no sepan oír”. (Hegel)

 

Ayer Kirchner salió con los tapones de punta en el programa de TN A dos voces, y la emprendió contra los integrantes del Bloque Piquetero Nacional. “Cuando los dirigentes de estos sectores van a elecciones sacan el 2%, el 1% de los votos, con suerte, en todo el país”, aseguró y también les endilgó la destrucción de las asambleas barriales, que, a su juicio, “podían ser un instrumento magnífico y bárbaro”.

Resulta interesante analizar convenientemente esta diatriba, largada justo cuando culminaba el 20° aniversario del restablecimiento del sistema democrático. Pues aquellos ciudadanos munidos de furor y cacerolas, que hace dos años coparon las calles y plazas del país, también pedían que se fuera él. Tanto lo fastidió el que se vayan todos, que no dudó en reprimir con los palos que hoy dice que está bien guardados, a aquellos disconformes con la clase política en general, y por su gestión como gobernador en particular.

Además, el partido justicialista del que Kirchner es parte integrante, actualmente es sólo un mascarón de proa de un barco fantasma, cuyo interior está plagado por esqueletos, alimañas, ratas y podredumbre. ¿El muerto se asusta del degollado? Absolutamente.

Pues inferir que el movimiento fundado por Juan Domingo Perón en la década de 1940 es en este 2003 que declina garantía de cambio social, es más ilógico que la camioneta- bomba parida por Galeano y la corporación mediática nacional. De él se sirvió Menem para arrasar, como se vio en un análisis anterior, las conquistas sociales y terminar de obturar la irrupción de los trabajadores en el escenario político argentino.

El justicialismo en pleno se alineó con el modelo neoliberal entreguista de Menem y Cavallo, mientras el radicalismo, pacto de Olivos mediante, le allanó el camino para que el latrocinio se extienda un período constitucional más.


Camaleones

Esta mañana, el sitio amigo Diario sobre diarios efectuó este brillante análisis:“Algunos análisis periodísticos aparecidos en diarios nacionales comienzan a plantear la posibilidad de que la causa AMIA “se caiga”. Es decir, la hipótesis traffic / suicida/ Irán / la Bonaerense alentada por la investigación del juez Juan José Galeano ha sido probablemente una gran pista falsa. Los lectores de matutinos podrán preguntarse entonces ¿todo lo que hemos leído es mentira? ¿Todos los artículos, investigaciones y análisis periodísticos que reflejaron la “historia oficial” ha sido una patraña? Galeano ha sido separado. La Corte Suprema que avaló – con minoría en disidencia – en una acordada el respaldo a la hipótesis de Galeano ya no existe más como mayoría automática. La DAIA y la AMIA viven desde hace meses un proceso de autocrítica con respecto a lo que sus representantes aceptaron o encubrieron de dicha causa. De hecho, algunos de aquellos dirigentes como Rubén Beraja han sido cuestionados. ¿No tienen nada para decir los periodistas que escribieron la historia oficial a lo largo de todos estos años? ¿Alguna autocrítica? ¿Desinformaron? ¿Se equivocaron? No todos han tenido la misma actitud. Una vez más, el periodismo silba bajito y mira para otro lado. Suponen que los lectores no los recuerdan. Son invisibles. Olvidan algo: los archivos hablan”.

Los periodistas que avalaron la fábula rápidamente obraron en consecuencia, cambiaron de color o se pusieron serios como perro en bote. Obviando el fallo inapelable de los archivos, que sin duda los escracharán para toda la eternidad, cambiaron de versión con la misma rapidez que se cambian de calzoncillo.

Sin duda, todos y cada uno de los que parieron la espuria historia oficial también prohijaron una legitimidad trucha. Tan espuria y absurda como la semiplena prueba de Menem contra Irán, que en actualmente aparece desperdigada y vapuleada por los mismos que la hicieron nacer.

Como siempre que para muestra sólo sobra un botón, el periodismo vernáculo también se asemeja al mascarón de proa aludido arriba, con contadísimas excepciones. Aquel país del no me acuerdo, excelentemente puntualizado por María Elena Walsh, jamás pereció sino que supo reciclarse convenientemente como la oligarquía vacuna se trocó mafia agrofinanciera luego de 1930.


Impresentables

La década del 90 significó el avasallamiento de los derechos elementales del pueblo argentino, continuando por otros medios el genocidio perpetrado por los heraldos negros del Proceso militar. Lo más loco de esto, es que semejante atrocidad fue convenientemente legitimada por el voto popular en más de una oportunidad. Para pavor de sociólogos y cientistas políticos, el electorado en 1995 clavó los remaches para el ataúd en que el menemismo enterró 50 años de conquistas sociales. “Nada va bien en un sistema político en que las palabras contradicen a los hechos”, advirtió Napoleón olvidándose de su propio sino como también se olvidaron de pensar todos aquellos que por el famoso voto cuota, entronizaron nuevamente en el sillón de Rivadavia a la expoliación desenfrenada.

“Estamos mal, pero vamos bien”, pontificaba en cámara el sultán de Anillaco, los flashes se disparaban y la sonrisa acompañada por grititos histéricos de Susana Gimenem nos hacían creer que aún permanecíamos en el Primer Mundo.

Hasta que el sueño se transformó en pesadilla, explotaron las calles y las plazas y el rey desnudo De la Rúa, lógico continuador del modelo, tuvo que huir en helicóptero. Pues siempre existirá una huida precipitada de Saigón para aquellos que no saben releer la historia.

Por eso, la autocrítica no muerde. Siempre está a la puerta de todos y cada uno de aquellos que, preciándose de tener un mínimo de conciencia, sepan pegar un golpe de timón a tiempo antes de ser devorados por la vacuidad, que es antesala del basurero de la historia.

 

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