La fragilidad política de Javier Milei, El Psiquiátrico, vigoriza con ampulosidad al Poder Legislativo.
Justamente cuando ambas pajareras (Diputados y Senadores) atravesaban un período extensivo de siesta perdurable.
Pero gracias a los desbordes de Milei un parlamentario hoy vale infinitamente más de lo que percibe como salario.
Aparte de oficina gratuita, de secretarías y de varios asesores financiados por el Gorro Frigio, el parlamentario tiene también la posibilidad plausible de influir en la sociedad contemporánea.
O de mantener una ostensible cuota de poder que si sabe manejarse con pericia se convierte en expresa garantía de la próxima evolución.
Así como la Pajarera de los Diputados le volteó a Milei el Decreto literario del pudoroso intelectual Federico Sturzenegger, El Bailarín Compadrito, la Pajarera del Senado se encuentra todavía en condiciones de voltear también, o acaso descuartizar un poco más, la clásica Ley Bases. Pretexto fundamental de Milei para lanzar la Moncloa berreta del Pacto de Mayo.
Aunque en vez de celebrarse en mayo, por culpa de los Senadores maléficos del peronismo el pacto tenga que celebrarse honrosamente en junio, en coincidencia con la solemnidad feriada de la bandera.
O en julio, en simultáneo con las emanaciones patrióticas del 9.
Ocurre que Milei confirma que se trata de un “proyecto fundacional, a largo plazo”.
Significa que dos o tres meses más de pachorra política es apenas una pichincha.
Una propina gestionaria para la estética modernizadora de las “transformaciones estructurales” que inspira el neo menemismo (sin PJ) que se eleva como plataforma de lanzamiento internacional.
Desaire imperdonable
Milei es el estadista con suerte que pugna por la centralidad universal.
Pero infortunadamente el éxito personal que lo blinda no es trasladable de manera mecánica al gobierno que preside, que reluce por el significativo amateurismo del estancamiento y la honrosa mediocridad de sus resultados.
Entristece que el señor presidente argentino se traslade hacia el reino de España para no entrevistarse con el señor presidente del gobierno español, el socialista vocacional don Pedro Sánchez.
Como también avergüenza que el estadista transgrede el hábito erudito de la reciprocidad diplomática y tampoco pase siquiera a compartir un jerez de circunstancia con Su Majestad Felipe de Borbón, el rey de España que mantuvo el monárquico arrojo de tolerar en la frente los rigores tempranos del sol de diciembre, mientras Milei disertaba tonterías en la escalinata del Congreso, de espaldas al Poder Legislativo y de frente a la multitud eufóricamente imaginaria.
Pero el estadista con suerte blindada prefiere marchar hacia España para participar de la kermesse organizada por la intolerancia de Vox, congregación severamente opositora de las actuales autoridades españolas que padecen con ejemplar estoicismo el desaire imperdonable de la antigua colonia que en la primera década del Siglo Diecinueve tuvo la patriótica actitud moral de emanciparse.
Sin darse cuenta, El Psiquiátrico hoy incita con prepotencia al señor presidente de la República de Venezuela Bolivariana, don Nicolás Maduro, a que en la primera de cambio se desplace hacia Buenos Aires, a los efectos de participar escenográficamente en alguna próxima mateada del Polo Obrero a celebrarse en cualquier merendero popular.
Historia contrafáctica
La interpretación optimista de la historia contrafáctica indica que El Psiquiátrico hace el titánico trabajo sucio de transformar las bases estructurales de la economía para que Argentina automáticamente pase a ser tan moderna como Irlanda.
Entonces debe persistir en el poder los ocho años que le corresponden.
Para colocarle el ensueño de la banda, en 2031, a la señora Karina Milei, La Pastelera del Tarot.
Habrá que acostumbrarse. Sólo restan 16 años de libertarismo por delante.
Pero abunda otra interpretación, igualmente contrafáctica, aunque menos plácida.
Indica que el estadista con suerte no va a poder transformar un pepino.
Que se va a apagar despaciosamente el encandilamiento de la sociedad.
Para aplacar los reflejos violentamente temperamentales.
Para aceptar la resignación de transformarse en un extremista frustrado.
Aunque influyente, desde la atrocidad de la derecha y con repercusión internacional.
Que es, en efecto, lo único que más le interesa. Que se difunda: Fue considerado un renovador intelectual que intentó revolucionarse.
Pero que sucumbió ante la consistencia maligna de la casta.
En el indeseable caso que Milei se estrelle contra el paredón de la realidad se impondrá la emergencia de las elecciones salvajemente anticipadas. Con los partidos rigurosamente destartalados como consecuencia de la sucesión de decepciones colectivas.
Y con los medios tradicionales preparados solo para la placentera satisfacción de la venganza.
Con las redes sociales conmovidas por el (eventual) colapso libertario.
Pero puede también que el Fenómeno Milei logre estirarse como un chicle con efectivos ayudines.
Para llegar a diciembre de 2027, con la legitimidad diluida y la agresividad controlada.
Al chocar la calesita de la derecha extrema no habrá mayor espacio para las tribulaciones lúcidas elaboradas por el otro gran patriota colapsado. Mauricio, El Ángel Exterminador.
Al desinflarse el Fenómeno Milei, caerán detrás también las vacilaciones de Mauricio.
Y durante el esplendor de la caída tampoco nadie puede confiar en los radicales centenarios.
Deben conformarse los radicales con la presencia asegurada en los streamings.
Y con distribuir las lecciones regulares de humanidad entre las infinitas emisiones de cable.
En ese caso tan despreciable solo queda disponible la opción exclusiva del movimiento que eternamente se resignifica para beneficiarse con la estampida hacia el pantano de la Libertad Avanza.
“Es el peronismo, otra vez, chabón”.