La V se transforma en L
La “ve” corta, la V de verruga, en materia de crecimiento se transforma en “ele”, L, pero con la base de la letra demasiado extendida.
Como si fuera la llanura pampeana, contemplada desde la ventanilla triste del tren.
Significa que no existe ningún rebote posiblemente elemental hacia arriba.
“Atenti, una vez que se toca fondo, ministro Toto, asoma el riesgo de quedarse abajo para siempre”.
Casi siete meses de gobierno intenso de Javier Milei, El Psiquiátrico.
Y todavía el Banco Central sigue lo más pancho, entero y presidido por Santiago Bausili. Como si lloviera en Budapest.
Y la dolarización apenas es otro espectro trunco de vestuario.
Para completarla, el estigma del cepo se mantiene inalterablemente intacto.
No deja pasar un miserable dólar. Pero ya tampoco asusta.
Persiste, en efecto, el rigor de la motosierra. Continúa el impacto febril de la licuadora.
Los aumentos siderales se instalaron.
El libertarismo anarco/capitalista natural de exportación todavía no logró celebrar oficialmente ninguna ley.
Puede conformarse con la aprobación “general”, en la Pajarera del Senado, de la descuartizada Ley Bases, aún pendiente en la Pajarera de Diputados. Pero Milei conquistó la jocunda categoría de Fenómeno.
Es uno de los cien personajes más influyentes del universo, en la versión de la revista Time.
Generador de pasables discusiones, figura irreparable que supo capitalizar, en el plano local, la magistral esencia del vacío.
Y con la portación atractiva de audacia, capitaliza también paulatinamente el vacío del tinglado internacional.
Entonces ya no se trata solo de tango, de fútbol, ojos de bife o dulce de leche.
Gracias al outsider Milei interesa también en el exterior la política nacional.
Sirve como punto de partida para interpretar sutilezas del contexto.
Acentúa la carencia de referentes sólidos en el poder mundial.
Milei asume frontalmente, como novedad, la pertenencia retórica a occidente.
Esquemáticamente se pronuncia a favor de Estados Unidos y de Israel, pese a los papelones estremecedores con la diplomacia árabe.
Para la construcción del enemigo declarado, Milei alude a las distintas vertientes del socialismo.
Arremete, en pose brusca de combate, contra el sistema chino de Ji Jinping (que lo salva con la extensión del swap).
Pero hasta agrede al colombiano Gustavo Petro, o acaso al tildado socialista menos ofensivo. Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
Diplomacia de bijouterie
Sin quererlo, al natural, a partir de sus excesos temperamentales, Milei agudiza el caótico presente institucional de España.
El enfrentamiento ideológico con Pedro Sánchez es “guarango”. Lo sostiene la señora Elisa Carrió, líder de la estancada Coalición Cívica, agrupación emancipada de Juntos por el Cambio.
La pugna guaranga del libertario de altas calorías y de extrema derecha, con Sánchez, el socialdemócrata profesional, es en efecto beneficiosa para ambos.
Conflicto solo facturado, hasta aquí, por Santiago Abascal, conductor también de derecha extrema, pero del Partido Vox.
En semejante marco, la señora Isabel Díaz Ayuso -presidente de la Comunidad de Madrid- decidió anotarse en el fandango.
Para homenajear también, a su manera, al presidente Milei, en un rapto perverso de ingeniosidad.
Acontece que Diaz Ayuso mantiene vínculos invulnerables y espirituales con la derecha elegante del relativamente moderado Partido Popular.
Al cierre del despacho la estadista urbana ya aprovechó la segunda visita del Fenómeno embrutecedor que descalabra a España con otra frágil guerra civil. Para condecorar con la medalla de la suerte de la Comunidad de Madrid.
Expresión diplomática de alta bijouterie.
Linterna trucha de la esperanza
Beneficios significativos de disponer de Milei, el presidente estrafalario, junto a la señora Karina, La Pastelera del Tarot, la protectora poderosa que funciona como permanente sombra.
El doble comando fraternal deriva en efectivo producto natural de exportación.
Las desmesuras que seducen colectivamente suelen tomarse con rigor.
Milei ofrece la atracción enigmática del que se erige en modelo ideal para inmortalizar con el encanto turístico de una selfie.
Que con su prestancia sobreactuada de showman circense haya puesto a parir la política es un logro que suelen impugnar los obsesivos, los resentidos o simplemente los osados que se lanzan a la aventura gratuita de la demolición.
Pero ningún peso pesado de la profesión doméstica sabe aún cómo entrarle al estadista que los envuelve para regalo con papel celofán.
Mientras tanto se muestra en perentorio estado de gracia casi irresponsable.
Sin irrisoria modestia, sin el menor sentido del ridículo se considera francamente el “máximo defensor de la libertad mundial”.
Entonces entre tanto estado de gracia Milei sorprende como novedad.
Enriquecido con amplitud por las laceraciones de los descalabros arrastrados hacia el vacío por las administraciones anteriores.
Protagonizadas por referentes sensatos que relegaron a la sociedad pasiva al padecimiento.
Sin siquiera simular virtudes se dedicaron a distribuir las sensaciones multiplicadas del fracaso.
Para convocar a la pedantería de la decadencia. O a algo culturalmente peor. La monotonía del aburrimiento.
Con Los Milei al frente, el calvario cotidiano deriva en «el infierno más temido».
La extravagancia del personaje auto diseñado depara otro fenómeno para valorar.
La ilusión del pueblo crédulo con la linterna transitoriamente emotiva (pero trucha) de la obstinada esperanza.