MILEI NO ES LIBERAL. La postura del Gobierno nacional ante la grave crisis económica que atraviesa el país resulta alarmante y refleja una desconexión preocupante con la realidad que viven millones de ciudadanos. Con la pobreza alcanzando el 52,9% y la indigencia el 18,1%, la insistencia en mantener un discurso inalterable y en priorizar recortes de gasto, en lugar de implementar políticas efectivas para mitigar el sufrimiento social, es profundamente insensible. La comparación de la situación actual con un "hospital de guerra" es inapropiada, ya que trivializa la angustia que enfrenta una población golpeada por la crisis. La priorización de la austeridad fiscal sobre el bienestar de los más vulnerables, especialmente niños que sufren un 66,1% de pobreza, es una muestra clara de la falta de empatía del Gobierno. Además, la defensa inquebrantable del equilibrio fiscal y el elogio a su ministro de Economía, en un contexto donde las encuestas reflejan una caída en la imagen del Presidente, sugiere una ceguera ante las consecuencias de sus políticas. En lugar de buscar soluciones a corto y mediano plazo que realmente aborden las necesidades de la población, se aferran a un discurso que ignora las realidades cotidianas de los ciudadanos. La estrategia de culpar al pasado, a la "pesada herencia", no solo es simplista, sino que evita la responsabilidad que tiene el actual Gobierno de enfrentar la crisis con medidas concretas. Esta falta de acción y la obstinación en seguir un rumbo que ha demostrado ser fallido podrían costarle caro, no solo en términos de aprobación pública, sino en la confianza a largo plazo de su base electoral.

Este trastornado no está capacitado para gobernar, salió de un panel de América TV, se puso a jugar con ser candidato, obtuvo lo que no esperaba y lo alentaron para que siga. Ahora está en un puesto donde debe primar la cordura, pero el tipo es un delirante místico con complejos de gordura y vejez, una impotencia sexual agravada y una hermana que le hace los favores como una esposa. ¡Pobre Argentina, de sacarse de encima a una banda de chorros a ponerse de frente a un cotolengo completo!

LIBERTARIO ESTAS TAN ENFERMO, QUE NI RESPETAS A LA GENTE INTERNADA EN LOS COTOLENGOS, TAN SOLO POR QUERER AGREDIR.

Este trastornado no está capacitado para gobernar, salió de un panel de América TV, se puso a jugar con ser candidato, obtuvo lo que no esperaba y lo alentaron para que siga. Ahora está en un puesto donde debe primar la cordura, pero el tipo es un delirante místico con complejos de gordura y vejez, una impotencia sexual agravada y una hermana que le hace los favores como una esposa. ¡Pobre Argentina, de sacarse de encima a una banda de chorros a ponerse de frente a un cotolengo completo! .

MILEI NO ES LIBERAL. La postura del Gobierno nacional ante la grave crisis económica que atraviesa el país resulta alarmante y refleja una desconexión preocupante con la realidad que viven millones de ciudadanos. Con la pobreza alcanzando el 52,9% y la indigencia el 18,1%, la insistencia en mantener un discurso inalterable y en priorizar recortes de gasto, en lugar de implementar políticas efectivas para mitigar el sufrimiento social, es profundamente insensible. La comparación de la situación actual con un "hospital de guerra" es inapropiada, ya que trivializa la angustia que enfrenta una población golpeada por la crisis. La priorización de la austeridad fiscal sobre el bienestar de los más vulnerables, especialmente niños que sufren un 66,1% de pobreza, es una muestra clara de la falta de empatía del Gobierno. Además, la defensa inquebrantable del equilibrio fiscal y el elogio a su ministro de Economía, en un contexto donde las encuestas reflejan una caída en la imagen del Presidente, sugiere una ceguera ante las consecuencias de sus políticas. En lugar de buscar soluciones a corto y mediano plazo que realmente aborden las necesidades de la población, se aferran a un discurso que ignora las realidades cotidianas de los ciudadanos. La estrategia de culpar al pasado, a la "pesada herencia", no solo es simplista, sino que evita la responsabilidad que tiene el actual Gobierno de enfrentar la crisis con medidas concretas. Esta falta de acción y la obstinación en seguir un rumbo que ha demostrado ser fallido podrían costarle caro, no solo en términos de aprobación pública, sino en la confianza a largo plazo de su base electoral. .