Los sentimientos soterrados suelen causar cataclismos aun peores que los que están en la superficie. Es más, son ellos los que, seguramente, dieron origen lingüístico a la palabra re-sentimiento porque ese término da la idea de un caldo en una ebullición subterránea contenida que espera el momento adecuado para explotar.
En ese sentido, siempre se dijo que la Argentina tenía la suerte de no ser un país racista o uno en el que las diferencias raciales jugaran un papel trascendente en la vida social.
¿Es así? ¿De verdad la Argentina no es un país racista o uno en donde el color de piel no juega un papel trascendente en su vida social?
Y aquí no solo surgen estos interrogantes como manifestaciones de otras tantas dudas, sino que también se plantean inseguridades sobre quiénes son los “racistas” o sobre quiénes son los que hacen del color de la piel de las personas una cuestión en la cual basar preconceptos, odios y rencores que, más tarde o más temprano, buscaran una filtración por donde salir y hacerse visibles.
Normalmente, en términos teóricos al menos, se parte del supuesto -casi diría iuris et de iure– de que los “racistas” (de existir) son los “blancos” contra los “negros”, o los “blancos” contra los “marrones” o “mestizos”.
¿Es así? ¿Si en la Argentina hubiera reverberaciones “racistas” serían de los “blancos” hacia los “negros” o hacia los “mestizos”, o sería al revés?
Me mueven estas dudas unas declaraciones de ayer de Juan Grabois que le informó a la Argentina la existencia en el país de lo que él llamo un “síndrome oreo” (resulta francamente fascinante descubrir las cosas de las que uno se entera) según el cual hay gente que, como la famosa galletita, “es negro por fuera pero blanco por dentro” no porque los “blancos lo vayan a aceptar como uno de los de ellos sino porque tienen una personalidad ‘asquerosamente’ aspiracional’ de querer ser blancos aunque sean negros”. Grabois agregó que esa “asquerosidad aspiracional” se sustentaba en la ambición de “insertarse en las élites oligárquicas que, sin embargo, siempre lo van a ver como una galletita oreo”
Para una segunda parte de esta columna quedará el análisis del nivel de odio que hay que tener para manifestarse así. Incluso con la ventaja que estoy dando aquí de reproducir por escrito lo que Grabois dijo pero no tener la posiblidad de que ustedes vean cómo lo dijo: la expresión entre odiosa y sádica de su cara le agregaban un contenido definitorio a lo que estaba diciendo.
Pero vayamos primero con la cuestión racial que fue la que dio origen a las dudas iniciales de este comentario.
Si la Argentina fuera un país racista, Grabois está dando los argumentos como para poner -como mínimo- seriamente en duda cuál es la dirección de ese racismo, esto es, de quiénes hacia quiénes viaja. ¿Son los blancos los que odian a los “negros” o son los “negros” los que odian a los “blancos”?
Nótese que Grabois (que es, además , el que lleva la conversación a ese terreno) estigmatiza a un “negro” por querer parecerse a un “blanco”, lo que él llama “aspiración asquerosa”.
Es decir, para Grabois la decision individual de una persona “no-blanca” de querer mejorar, ir para adelante, salir de las privaciones que probablemente tuvo en su origen, de superarse y de ascender en la escala social, es una decision “asquerosa” y su aspiración es mas “asquerosa” aún.
Entonces, va de nuevo ¿quién es el racista? Es más, ¿quién es el que aparece cargado de un odio de clase (que seguramente le vendrá de alguna frustración infantil que habrá que discernir en algún diván porque, en definitiva, él es mas blanco que la leche) que le explota en cada uno de sus poros con poses, palabras e insinuaciones “asquerosamente” violentas?
Si Grabois fuera realmente el emergente de un caldo de cultivo que navega en las profundidades rencorosas de la sociedad, las afirmaciones de que la Argentina no es un país racista entrarían en duda. Y también se podría bajo sospecha la afirmación de que son los “blancos” los racistas contra los “negros” dada la expresa animadversión que el propio Grabios describió en el sentido exactamente contrario. O quizás no, porque siendo Grabois un blanco, que él de claras señales de que no quiere que los negros tengan las mismas aspiraciones que los blancos, confirmarían que la Argentina es un pais racista en el sentido tradicional del concepto. Por el contrario, si Grabois dijera en público los que sus amigos “negros” le dicen en privado, entonces la Argentina sería un pais racista de sentido inverso al tradicional en donde no son los “blancos” los que odian a los “negros” sino que son los “negros” los quen odian a los “blancos”,
Vayamos ahora a algo más profundo. ¿Por qué Grabois odia el hecho de que un “negro” quiera ser como un “blanco”? Para él cuando sucede eso, el “negro” está teniendo aspiraciones ” asquerosas”. ¿Por qué?
Respuesta: porque según él ese “negro” tiene “pretensiones” o, lo que es lo mismo, un sueño “asquerosamente aspiracional”.
Es decir, para Grabois un “negro” no puede tener aspiraciones, no puede tener sueños, no puede pretender otra cosa más que aceptar sumisamente su condición de marginal. Eso es asqueroso para él. Intratable. No puede soportarlo. Parecería que Grabois solo aprueba los sueños de los “blancos” o solo considera “normal” una sociedad en la que solo los “blancos” puedan soñar y tener aspiraciones. A los “negros” solo les reserva el lugar del resentimiento y de la furia. Pregunta: ¿hay algo más reaccionario que eso? ¿Hay algo más definitorio de una sociedad estratificada en un sistema de castas en donde cada uno está preso en un lugar en la sociedad según sea el color de piel que tiene? ¿Hay algo más racista que eso? ¿Hay algo que condene más a aquellos a los que Grabois dice defender a que nunca puedan salir del lugar de estancamiento en el que se encuentran y que solo les quede mascullar rencor contra los que sí pueden concretar sus ambiciones?
Y por último, ¿a quién le conviene sino a un “blanquito” con ínfulas de filósofo que una enorme masa de “negros” no tenga aspiraciones de salir del estatus en el que están para pasar a convertirse en seres pensantes, independientes y pujantes que no precisen de un payaso de tribunas como Grabois?
La historia de la esclavitud negra enseña que justamente lo que se quería impedir era darle un cauce a las aspiraciones negras. Decir que un negro que tiene aspiraciones es un “asqueroso” -justamente por tenerlas- es lo que te convierte en un racista, aunque tu engolada termilogía falsa y fascista te haya llevado a ser una polea de trasmisión de una construcción de sentido inversa.
Ayer hablábamos de sincericidios cuando comentábamos las andanzas de Omar Matutano, el sindicalista de La Fraternidad por los medios. Hoy de nuevo aparece esa figura, cuando en una radio “progresista”, en un programa con periodistas “progresistas”, un racista abortado escupe sin darse cuenta las convicciones más intimas que lo animan. Unas convicciones que nos permiten poner en duda si la Argentina es o no un país racista y, si lo es, quiénes lo ejercen contra quiénes, más allá de lo que el cliché instalado por décadas ha impuesto como el sentido común extendido de la sociedad.
*Aclaracion final para mentes de mala fe: todas las referencias hechas aqui a “blancos” y “negros” se originan en las mismas calificaciones que el propio Grabois utilizó en el reportaje que les dio a los periodistas Tenembaum y Sietecase en su programa de Radio Con Vos. De ninguna manera comparto esas clasificaciones humanas y creo fervierntemente en que los seres humanos pueden tener las aspiraciones que se les cante el culo más allá de que personajes nefastos como Grabois identifiquen esas aspiraciones como patrimonios de una clase social o, menos aun, de una raza.