“Nosotros no vamos a agredir a nadie, pero siempre lo digo, que nadie se equivoque con nosotros” (Hugo Chávez)
El sábado 12 de abril el
presidente de Venezuela, Hugo Chávez, encabezó un acto para conmemorar
los sucesos del 11 de abril de 2002, fecha en que un golpe de estado lo sacó del
poder y fue restituido a las 24 horas. En tanto, venezolanos residentes en
varias ciudades del mundo realizaron el día antes un acto pero con sentido bien
diferente, ya que recordaron a las víctimas de la matanza de docenas de
ciudadanos que marchaban pacíficamente apoyando la destitución de Chávez y
fueron baleados por esbirros de éste, ubicados como francotiradores, en lo que
se conoce como “la masacre de Puente Llaguno”.
En su habitual discurso de
barricada, Chávez anunció la creación, por decreto, del Comando General de la
Reserva, que tendrá presupuesto propio y dependerá directamente del
presidente. De acuerdo a información de las fuerzas armadas venezolanas, en
la Reserva Nacional se encuentran inscriptas casi un millón de personas.
Con esto la Reserva —integrada por lúmpenes civiles de variada edad y
extracción— queda equiparada como otra fuerza armada, además del Ejército, la
Armada, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional.
Queda así consumado otro de
los caprichos de Hugo Chávez y unos de los más peligrosos, ya que esta Reserva
bailaba en su cabeza desde mucho tiempo antes para contar con una fuerza armada
a su exclusivo servicio, con el objeto de enfrentar cualquier
contingencia en la que no pudiera confiar en las otras fuerzas, parte de las
cuales están en forma creciente descontentas con su gestión.
Como colofón, Chávez
dispondría ahora la disolución de la Guardia Nacional para que ésta quede
absorbida por la Policía Nacional, habida cuenta de que los mandos medios
y subalternos de esa fuerza son algunos de los que más descontento muestran
hacia las medidas militares del presidente. Incluso ya ha habido secretos
arrestos de varios de sus miembros por parte de la Dirección de
Inteligencia Militar (DIM), que los ha alojado en diversas dependencias sin
que se vuelva a saber más de ellos.
En el mismo decreto de
creación del Comando General de la Reserva —artilugio al cual apeló Chávez por
cuanto ello estaba entre los puntos de su proyecto de reforma constitucional
rechazado en el referéndum del 2 de diciembre último— se incluye también la
creación de siete batallones de esa Reserva y la designación de sus autoridades.
Estos son:
• Batallón de Reserva de Producción Combate de El Corozo, ubicado en la población de Libertad, municipio Rojas del estado Barinas, que estará a cargo del teniente coronel (EJ) Genadio Antonio Leal Castillo.
• Batallón de Reserva Combate de Curbati, ubicado en Santa Bárbara, municipio Ezequiel Zamora del estado Barinas, recibe el Tcnel. (EJ) José Rafael Arévalo Leal.
• Batallón de Reserva Combate de Cerritos Blancos, ubicado en Carora, municipio Torres del estado Lara, a cargo del mayor (EJ) Rafael Darío Bello.
• Batallón de Reserva Batalla de San Diego de Cabrutica, que tendrá presencia en Caicara del Orinoco, municipio Cedeño del estado Bolívar, bajo la conducción del teniente coronel (EJ) Luis Freddy Guastela Rojas.
• Batallón de Reserva Batalla de Angostura, que se ubicará en Tumeremo, municipio fronterizo Sifontes, también de Bolívar, a cargo del mayor (EJ) Hugo Rafael Benavídez Marchán.
• Batallón de Reserva Batalla de Calabozo, ubicado en Calabozo, municipio Miranda del estado Guárico, bajo la conducción del mayor (EJ) Yonny Ronme Correa Bastidas.
• Batallón de Reserva Batalla de Ospino, en Machiques, municipio fronterizo Machiques de Perijá, del estado Zulia, bajo la conducción del mayor (EJ) Luis Carlos Rodríguez Romero.
No tardaron en aparecer las
voces críticas opuestas a esta medida de Chávez. Entre ellas la abogada Rocío
San Miguel declaró al canal Globovisión que “se siguen
anunciando cuestiones que estaban en la reforma constitucional que fue rechazada
por el pueblo el 2 de diciembre”, y al ser consultada sobre si la Reserva
responde al brazo armado que asegura el Presidente debe tener el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la abogada respondió que esto
significa la militarización de la sociedad y la expresión “el pueblo en
armas”, enfatizando que “el pueblo no está obligado a llevar un arma”.
Por su parte un ciudadano expresó: “Lenin y Trosky con sus guardias rojos,
Benito y sus camisas negras, Adolfo y sus camisas pardas, ahora Hugo y su
Reserva... ¿quieren más parecidos?”.
Pero Chávez apunta aún más allá. Mientras las
encuestas para las elecciones de alcaldes y gobernadores previstas para
noviembre próximo le dan resultados cada vez más desfavorables, mientras el caso
de la maleta de Antonini Wilson, el manejo ineficiente y corrupto de la
petrolera estatal PDVSA, el nepotismo y enriquecimiento de toda la
familia Chávez, la directa vinculación del presidente con las FARC, el
intento de “chavetizar” la educación, más el asomo de la verdad en
algunos casos no debidamente aclarados de ciertas muertes, van cercando a Hugo
Chávez y se extienden hacia el conocimiento de la comunidad internacional, éste
sólo encuentra como única salida en lugar de la más honorable de dar un paso al
costado— seguir avanzando en la imposición de todo lo que fue rechazado en el
referéndum del 2 de diciembre.
Así lo reflejó hace poco el
prestigioso periodista venezolano Nelson Bocaranda Sardi, quien además
adelantó que podrían provocarse levantamientos de toda índole, incluyendo
toma acelerada de fábricas y propiedades, lo cual haría decretar el
“estado de conmoción interna” y evitar así “que lleguen a contarse
los votos”, cerrando su análisis con la frase: “Un gobierno que no puede
entregar cuentas, tampoco estaría dispuesto a entregar el poder”.
Lo cierto es que
Chávez está aprovechando muy bien la abulia de una oposición política que no ha
sabido aprovechar tantas instancias servidas en bandeja para profundizar en
estrategias destinadas a su derrota definitiva, sumida como está en un profundo
sueño del que sólo despierta para preocuparse por anudar acuerdos o bregar por
algún cargo a obtener en las elecciones de noviembre.
Lo cual hará que a este paso
Chávez, que ya está transformando la educación para convertirla en un trépano de
su “socialismo siglo XXI”, prosiga con otras de las conquistas que le
fueron negadas en el referéndum de diciembre, y al amparo del estado de idiotez
de la oposición logre llegar aunque sea a decretazos hasta su máximo sueño: la
reelección indefinida.
Asolados por la inseguridad
En tanto, mientras Hugo Chávez prosigue moviendo sus
piezas, eludiendo por el momento un enfrentamiento con Colombia ante la amenaza
latente de su presidente Alvaro Uribe de enviarlo a la Corte
Internacional de Justicia de La Haya con las pruebas de su apoyo de todo orden a
las FARC, surgidas incesantemente de la explotación del contenido de las
laptops del finado Raúl Reyes, pero tenaz en la persecución de sus
proyectos socialistoides y la eternización de su poder, Venezuela continúa
debatiéndose con otros enemigos que la acosan.
Los altos índices de inflación y desempleo, el caos
vial y el desabastecimiento de productos habituales en la mesa familiar son
algunos de ellos, pero el que más altos índices está registrando a la par de su
total ignorancia por parte del gobierno es la inseguridad, que está golpeando a
los venezolanos a diario.
La misma se manifiesta en sus más variadas formas:
desde asaltos a comercios y a caminantes en la vía pública y violaciones hasta
en medios de transporte, hasta los asesinatos a mansalva y la ya aberrante
tradición de los secuestros.
Estos últimos también tienen sus variantes: están los
que realizan las FARC a lo largo de la frontera colombo-venezolana, ingresando
incluso varios kilómetros dentro de territorio venezolano gracias a la
permisividad chavista, y los que efectúan delincuentes comunes al amparo de la
inoperancia policial.
Un ejemplo en tal sentido ocurrió el pasado 9 de
abril en la ciudad de Valencia, donde a plena luz del día y a la vista de todo
el mundo cuatro automóviles encerraron en plena autopista a un joven de 23 años
—cuyo nombre omitiremos pese a que, contra el deseo de su familia, el hecho
trascendió brevemente a la prensa local— y lo llevaron secuestrado. Los
delincuentes pidieron una elevada suma de dinero por su rescate pero advirtieron
que no darían ninguna prueba de vida hasta que se efectuara el primer pago.
Sin embargo hubo una particularidad en este hecho. El
emisario que hizo la llamada para solicitar el rescate dijo: “Soy venezolano”.
Lo cual indicaría que los miembros de la banda de secuestradores no lo son, y
que quizás evitaron hablar ellos directamente para no delatar su acento,
enviando a hacerlo en su lugar a “un venezolano”.
Cabría preguntarse entonces, de ser así, qué acento
tendrían los secuestradores. ¿Acento colombiano, probablemente gente de las FARC
que ya llega sin obstáculos hasta zonas más interiores de Venezuela, como
Valencia?. ¿Acento brasileño, teniendo en cuenta la erradicación que hubo en
Brasil de bandas dedicadas a este tipo de delito, y que han emigrado a otros
países cercanos?.
Preguntas que se agregan a este tema tan desesperante
para los venezolanos que es la inseguridad, y que de todas maneras no satisfacen
tampoco esa inquietud ni ésta a su vez es satisfecha por un accionar decidido de
la policía, corrompida como está y conducida por un ministro de Interior y
Justicia como Ramón Rodríguez Chacín. Un tipo con antecedentes morales y
políticos nada recomendables.
Mientras tanto, el ciudadano venezolano espera.
Despreciado por el gobierno e ignorado por la oposición. Sólo consigo mismo y
sus circunstancias...
Carlos Machado