En la intimidad del bunker montado en una casa de un
barrio cerrado de la zona norte del Gran Buenos Aires, Jorge “Corcho” Rodríguez
maneja la operación más difícil de su vida. El secuestro de su padre Ernesto,
que ocurrió el 23 de diciembre pasado, lo golpeó en el lugar menos pensado.
Para alguien que construyó su universo al amparo de amigos en el poder político
y de estrechos vínculos con los servicios de inteligencia resulta, por lo
menos, extraño que su padre haya caído en manos de una banda de secuestradores
que sólo busca dólares. Una fuente cercana a la investigación no duda de que
el secuestro “es una provocación hacia el gobierno como lo fue la bomba en
la Plaza de Mayo durante la marcha piquetera, o los atentados a la sede del
Partido Popular español y al banco HSBC. Todo esto después de que Pontaquarto
revelara el tema de los sobornos en el Senado dejando a la SIDE bajo la lupa del
gobierno”, dice.
Por su parte, el Juez Fernando Maroto (61), integrante de la
Cámara Penal de San Isidro, sostiene que detrás de la privación de la
libertad de Ernesto Rodríguez hay un mensaje que apunta más arriba. “El
secuestro del padre de “Corcho” forma parte de un mensaje dirigido a
Kirchner, es una lucha de poder entre el gobierno y el PJ provincial. Desde el
primer momento se le adjudicó a (Eduardo) Duhalde, (Carlos) Ruckauf y (Juan José)
“Juanjo” Alvarez; hay denuncias sobre esto y se está investigando en la
Federal, pero después todo queda ahí. Acá hay que decir verdades: pareciera
que el país es gobernado por Kirchner, secundado por el poder de Duhalde.
Cuando se ponen de acuerdo entre los dos, hay cierta pacificación”.
El secuestro
A Ernesto Rodríguez (74) lo capturaron el 23 de
diciembre cuando salía, a las 7 de la mañana, de su quinta ‘El Despertar’,
de General Rodríguez. Iba en su Volkswagen Polo con su pareja, Irma, cuando se
le cruzaron dos autos con hombres armados cerca del Acceso Oeste. A los pocos
metros, la mujer fue liberada. Pero allí mismo quedó abandonado un Renault
Clio gris de los secuestradores que había sido robado el 8 de diciembre a una
mujer de San Miguel. El 28 de diciembre, se presentó en la comisaría de
General Rodríguez el dueño del auto, Víctor Hugo Carballo, y lo reconoció
pese a que le habían adulterado la patente y el grabado de los cristales. El
hombre contó que a su esposa, Cristina Cáceres (47), se lo habían robado
cuando volvía de un recital de Luis Miguel en Vélez. A ella la tuvieron casi
media hora arriba del coche y con la cabeza baja, hasta que la dejaron ir. Su
testimonio podría ayudar a identificar a algún proveedor o a parte de la
banda.
Irma, la pareja de Ernesto Rodríguez, aún no pudo prestar
testimonio porque permanece en estado de shock. El que sí
tuvo que declarar, y dos veces, fue Carlos Reyes, jefe de los vigiladores del
barrio de Rodríguez, quien tuvo que responder por qué demoró en dar el
alerta. El hombre sería un exonerado de la Policía bonaerense y, además,
pariente de un policía en actividad. De lo que no tienen ninguna duda los
investigadores es de que los secuestradores son ultraprofesionales. Y están
convencidos de que contaron con el aporte de un “entregador” que les dio
información sobre cómo y cuándo secuestrar a Rodríguez. “Será algo un
tema que se profundizará más adelante. Ahora la prioridad es lograr que lo
liberen”, indicaron voceros del caso.
La investigación
Ante la ausencia de una denuncia formal por parte de
Jorge Rodríguez, el fiscal federal Jorge Sica sigue el caso de oficio
desde un bunker instalado en San Isidro.
Sica armó una mecánica de trabajo que dividió en dos
partes. La investigación la lleva la Policía Bonaerense, a través de la
Brigada de Antisecuestros de la DDI de La Matanza mientras que las negociaciones
están a cargo de la División de Delitos Complejos de la Policía Federal,
lideradas por el comisario Carlos Sablich.
Custodiado por cuatro hombres de Prefectura y de la
Bonaerense, Sica no deja trascender información. Según fuentes oficiales, el
fiscal hasta se negó a darle datos a una persona que lo llamó desde la Casa
Rosada para ponerse al tanto del tema. El contenido completo del expediente sólo
lo conocen él y su secretario judicial, mientras que sus órdenes las recibe
apenas un grupo mínimo de oficiales de la Federal.
Los llamados
Lo concreto es que hasta el momento los
secuestradores llamaron cinco veces al celular de Rodríguez. El primero de los
llamados se realizó desde Don Torcuato y el novio de Susana Giménez lo recibió
mientras estaba en Punta del Este, el mismo día del secuestro. A raíz de esta
comunicación se hicieron allanamientos en la villa de emergencia San Jorge que
se encuentra entre Don Torcuato y San Miguel. De esta manera, pudieron llegar a
una casa que, si bien estaba abandonada, tenía todas las características de
haber sido un aguantadero de los secuestradores. Pero no surgieron elementos
para seguir avanzando más allá de ese punto.
Días más tarde, los secuestradores volvieron a llamar al
celular de Jorge Rodríguez y ofrecieron una prueba de vida. La misma consistió
en hacerle escuchar una grabación de su padre. El llamado, según confió una
fuente de la investigación, se realizó desde un vehículo en movimiento,
comenzó en el sur de la localidad de Moreno y terminó cerca del country San
Diego, de la misma localidad.
Entre las 14 y las 22 horas del 31 de diciembre, y a través
de denuncias anónimas, la policía realizó cuatro allanamientos en la villa
Cricri de la localidad de Garín. Pero sin resultados. A pesar de que en los
medios se difundió primero que se había pedido un rescate de 900 mil dólares
y que luego se bajó a 300 mil, según reveló una fuente muy cercana a la
pesquisa, en todos los llamados los secuestradores jamás pidieron una suma
específica de dinero y sólo se limitaron a repetir una frase con insistencia:
“Junta más plata”. Las comunicaciones entre los secuestradores y los
negociadores siguen siendo un misterio. Se dice que Rodríguez cuenta con un teléfono
satelital “encriptado” (ver recuadro), lo que no le permitiría a la policía
rastrear los llamados.
El juez Maroto afirma que en la Argentina “nos estamos
aproximando a métodos colombianos. Puede haber tantos casos Rodríguez como
estas bandas delictivas quieran, ya que no tienen frenos. Es como si no
existiera la policía y esto es preocupante para la sociedad. En el secuestro
del papá de “Corcho” han trabajado con mucha inteligencia, todo fue muy
limpio, y esto indicaría que hubo una zona liberada y que los delincuentes son
profesionales. Estas zonas existen en casi todos lados. Ellos se sienten tan
impunes que no les preocupa el lugar ni el tiempo”. Según el juez, “estas
organizaciones delictivas se confunden con el poder y la política. El secuestro
de Rodríguez tiene que ver con la gran corrupción que se da en la policía de
investigaciones. Ese hábito de permisividad y de descontrol permitió que se
consolide todo tipo de secuestro. Al no existir control, operan con una
impunidad total”.
El poder
Jorge Rodríguez hizo sus primeras relaciones con el
poder gracias a su actividad principal: la publicidad. El 19 de septiembre de
1990, el empresario constituyó ‘Crear International Group’ y en 1994 firmó
un contrato con la municipalidad de Maldonado, Uruguay, para manejar la
publicidad de toda Punta del Este. Fueron tiempos de importantes contactos para
‘Corcho’. Pero la gran ventana al poder se la abrió Carlos Benjamín
Colunga, un piloto que trabajaba para ‘MacAir’ la empresa de taxis aéreos
de Franco Macri, quien le presentó a quien sería su íntimo amigo: Rodolfo
Galimberti. Según consta en el Boletín oficial del 7 de septiembre 1999, ambos
crearon ‘Universal Control’, una empresa de seguridad e inteligencia.
Contactos
Para armar ‘Universal Control’, prestaron
colaboración Oscar Salvi -el abogado de Carlos Menem-, el mayor retirado del
Batallón 601 de Inteligencia del Ejército David Oscar Seri -hombre de
confianza de Hugo Anzorreguy-, el ex funcionario de la Secretaría de Seguridad
Interior Armando Franchi -mano derecha del diputado Miguel Ángel Toma-, y el
contador Norberto Seri, sin lazos de sangre con el anterior. Todo ellos
conformaban un directorio poderoso. También integró esta sociedad un personaje
polémico: Armando Franchi quien fuera el abogado defensor del ex director del
Banco Nación, Alfredo Aldaco en la causa por el contrato con IBM. En esta
empresa también aparecen varios personajes polémicos relacionado con la
inteligencia norteamericana. Los socios estadounidenses que Jorge Rodríguez
tuvo en ‘Universal Control’ son todos ex oficiales senior de la Center
Intelligence Agency (CIA) y reputados asesores en el Capitolio sobre temas de
Seguridad, Inteligencia y Contraterrorismo. Entre ellos estaban Arthur Donahue,
John Monnet, el coronel Robert Olson, David Manners, James Smith, Frank Anderson
y John Allen.
Algunos de los mencionados hoy lo asesoran en el manejo de la
negociación
Sospechosos
Para poder completar los cargos que la empresa exigía,
Jorge Rodríguez y sus socios se conectaron con ex agentes del servicio del
inteligencia argentino, ex militares y ex policías. Muchos de los
investigadores que ahora trabajan en el esclarecimiento del secuestro de Ernesto
Rodríguez buscan en la lista de empleados de esta empresa alguna pista que los
pueda conducir hasta la banda que capturó al padre del empresario.
Actualmente, sus amigos más cercanos son Romi Amendolara
(gerente de señales satelitales de Telefé) y el flamante diputado
justicialista Hugo Franco. Aldo Rico apoyó la candidatura de Franco y Rodríguez
le ofreció al intendente de San Miguel un plan de seguridad personal.
Justamente de uno de esos muchos amigos de Jorge -que no forma parte de este
grupo- surgió un dato que revela una relación conflictiva entre padre e hijo.
Según esta fuente, “‘Corcho’ odia profundamente a
su padre. La razón es muy simple: su padre abandonó a su madre de muy mal
manera. Al tiempo su mamá recibió la noticia de que padecía cáncer. Murió
tiempo después. Jorge nunca le perdonó esto a su padre”.
El juez Maroto es pesimista en cuanto a que alguna vez el
tema de la inseguridad pueda terminar en la Argentina. “Si el secuestro de
Rodriguez, es para lograr un efecto político, ya ha generado su resultado, es
decir, lograr intranquilidad. Si está dirigido a afectar al gobierno, será
liberado después de mucho tiempo, ya que no provocó lo buscado. De todos
modos, no interesa el dinero que se pida de rescate, ya que es evidente que hay
otras cosas en juego. Lo grave para la sociedad es que termine el caso Rodriguez
y al otro día se consume un hecho similar. Eso demostraría que no tenemos
garantía de nada y, lo mas grave aun, es que no hay un sector político que
intervenga para solucionarlo".
Felipe Leibovich
Revista Semana Gráfica