En absolutamente todos los diarios, radios y canales de
televisión no se habla de otra cosa: la estatización de las AFJP. También se
escuchan muchísimas opiniones, de funcionarios, economistas, políticos,
periodistas y afectados, por no decir damnificados.
Trataré, entonces, de evitar todo análisis exhaustivo o
metafísico de la cuestión y lo haré de forma simple, clara y directa.
Poco antes de que estalle la crisis en los EEUU dije,
en un artículo relacionado a este tema, que paradójicamente, Cristina, que es
Kirchner, iba a utilizar dicha crisis para justificar la nuestra, que comenzó el
11 de marzo con el mamarracho de la resolución 125. Todos sabemos lo que
ocurrió. La desesperación del presidente de facto, Néstor Kirchner, le
hizo cometer el peor de todos sus errores políticos, y fue el comienzo de la
baja más vertiginosa de popularidad o imagen positiva de político alguno que
podamos recordar.
También, en otros artículos, dije que la eterna
estrategia kirchnerista, cosa que hoy no es ninguna novedad, es la de hacer
anuncios pomposos y grandilocuentes, bañados y decorados con sendos discursos
demagógicos, retóricos, hipócritas y vacíos de todo contenido real.
Y ya se están conjugando dos cosas: la necesidad de
recaudar y la necesidad de desviar la atención de la opinión pública.
Así vinieron los anuncios del pago al Club de París, la
privatización de Aerolíneas Argentinas y, la más reciente, hacer rodar la
posible candidatura de Néstor Kirchner a diputado en las próximas
elecciones nada menos que representando a la Provincia de Buenos aires.
Mientras tanto, los casos de corrupción se siguen
sucediendo, como la compra-venta de tierras fiscales en el Calafate, o la cada
vez más complicada situación y responsabilidad por parte del gobierno en el
valijagate.
Pero lógicamente la rueda sigue girando y, como cada
semana hay que hacer un nuevo anuncio o tratar de buscar una nueva manera de
recaudar —y sí, no podía ser de otra manera, muchos lo veníamos
sospechando— finalmente le echaron mano a los depósitos de las jubilaciones.
Para hacer honor a la verdad, esta no es la primera vez
que ocurre, en realidad en este sentido no fueron originales, pero sí lo
fueron desde que las AFJP existen.
Creo conveniente aclarar que no se trata de defender o
no a las AFJP, eso es harina de otro costal.
Lo que sí hay que reconocer, a favor de las
jubilaciones privadas, más allá de si son mejores o peores que la jubilación
estatal, es que todos y cada uno de nosotros tenemos, o teníamos, el derecho de
elegir quién iba a administrar nuestros destinos una vez jubilados; incluso,
existe la posibilidad de cambiar cada cinco años.
Pero lo cierto, es que el manotazo a las AFJP no es
para mejorar la calidad de vida de los jubilados, ni mucho menos, y la prueba
está a la vista, sencillamente, pregúntese a usted mismo, ¿cuántos jubilados conoce
que estén contentos con la jubilación?
El manotazo a las AFJP es, ni más ni menos, la necesidad de tener más
volumen de dinero para manejar, sencillamente eso.
Pablo Dócimo