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CUANDO CALIENTA EL SOL

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TANOREXIA, LA PELIGROSA OBSESIÓN DE ESTAR BRONCEADOS
TANOREXIA, LA PELIGROSA OBSESIÓN DE ESTAR BRONCEADOS

Para muchos hombres y mujeres el

    Para muchos hombres y mujeres el sol se volvió una manía. Cada vez son más las personas que pasan parte de su tiempo en los solariums para lograr estar bronceadas todo el año sin conocer los peligros que esto implica. La obsesión por exponerse al sol se convirtió en una enfermedad y recibe el nombre de tanorexia.
    Como en cada adicción, quienes la padecen no creen tener problema alguno. Para los tanorexicos, nunca es demasiado el color que consiguen por lo que siempre quieren estar más bronceados. Al igual que en la anorexia, la víctima pierde el sentido de la realidad y tiene una visión distorsionada de su propia apariencia.
    Por lo general son mujeres quienes sufren más esta enfermedad y sus edades van desde los 20 a los 40 años. En su afán de lucir más bonitas, olvidan las graves consecuencias que puede dejar esta práctica. Algunas de ellas son las altas probabilidades de contraer cáncer de piel, abrasiones o arrugas prematuras.
    Cada año se diagnostican a nivel mundial dos millones de casos nuevos de cáncer de piel, el 90 por ciento se debe a las radiaciones ultravioletas. Según estadísticas brindadas por el Ministerio de Salud, este tipo de cáncer afecta a tres personas cada mil habitantes y es el cuarto tumor más frecuente después del de mama, colon y próstata.
    Si bien la edad promedio de adictos al sol es de 20 años, también se ven afectados notablemente los menores de 15 años, quienes aumentan hasta un 150 por ciento las posibilidades de sufrir alguna patología epidérmica durante su adultez.
    Hay que entender que los daños producidos son acumulativos e irremediables ya que los adictos al bronceado sufren fotoenvejecimiento prematuro. Quienes están más vulnerables a sufrir de tanorexia son las personas delgadas, fumadoras y de raza blanca.
    Muchas personas creen o sienten que el bronceado es sinónimo de estar bien y pasarla bien. Lucir un color bronceado en la playa puede ser seductor, pero se convierte en un arma muy peligrosa cuando se piensa solamente en eso y se pasa gran parte del tiempo en los solariums o en lugares públicos donde puedan asolearse. Primero deja de ser un placer para definirse como un vicio y éste, a su vez se vuelve una enfermedad.
    Cómo cada adicción, se hace imperiosa la ayuda de un especialista en piel y un médico psicólogo para recibir un tratamiento inmediato.
    El sol quema mucho más que en la década pasada y es necesario protegerse debidamente cuando se acude a la playa con protectores y cremas solares y no exponerse en horas claves (de 13 a 17). No está de más acudir al menos una vez por año al dermatólogo y sobre todo recordar que disfrutar de una piel tostada es lindo, pero los excesos siempre son malos.

 

Romina Soledad

 

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