“Para ellos todo estaba mal. Era muy
insulsa para vestirme o caminaba como tonta, si preguntaba algo me cuestionaban
la falta de argumento y si no lo hacía, me decían que nunca sería buena si no me
animaba a iniciar un debate. A una compañera la obligaron a cambiar de perfume
porque el de ella se impregnaba mucho cuando saludaba y a otro le sugirieron que
deje de ir porque su equipo de trabajo no era tan avanzado como el de los demás.
Sólo respetaban a los de más de 50 años porque ellos se defendían, a los jóvenes
nos decían que era por nuestro bien y nos agredían psicológicamente todo el
tiempo. Muchas veces la máxima autoridad del lugar nos gritaba en público y
hasta le pegó a un compañero porque éste se acercó a una colega. Cuando
estaba en ese ambiente no lo notaba porque para mí era normal, desde siempre
había sido así. Ahora que estoy en otro sitio me doy cuenta de los daños que me
ocasionaron.” Cuenta María, una periodista de 25 años, mientras descubre que lo
que ella vivió durante más de un año es un claro caso de mobbing.
Mobbing es el término que recibe el acoso u hostigamiento
psicológico que un empleado recibe en su lugar de trabajo. Es el centro de
agresiones constantes de parte de su jefe o de un superior y se le critica desde
su aspecto físico hasta sus creencias religiosas. Tal como cuenta María, el modo
de vestirse, hablar o las ideologías políticas también son fuente de queja.
En algunos casos, el superior limita las posibilidades de
comunicación de la víctima cambiándole la ubicación para aislarla de sus
compañeros. Cuestiona sus decisiones, juzga el trabajo desempeñado
ofensivamente, le pide que realice labores denigrantes o directamente le niega
la posibilidad de efectuar tarea alguna. Incluso, se llega a prohibir cualquier
dialogo entre el grupo de trabajo.
Cuando el hostigamiento comienza a ser más serio, los acosos
se vuelven telefónicos (llamadas o SMS) e intentan realizarlo cuando la persona
se encuentra sola para luego, al buscar ayuda, se crea que ésta sufre problemas
psicológicos.
“Yo tengo una hija —continúa María— y durante el último mes
las cosas estaban tan mal que una de las autoridades me pidió que sea más
‘gentil’. Como me negué me recordó que estoy sola con mi bebé, me dio a elegir,
dijo que podía renunciar y vender notas para otros medios, así de repente podría
alimentarla durante algunos días o él me hacía despedir y no conseguiría trabajo
en ningún lado. Seguí firme en mi posición y para entonces el señor pasó a la
agresión física. Ahí decidí irme, estaba en juego mi vida.”
Por desgracia, el acoso que recibió María, es el más común.
Los jefes intentan obtener relaciones sexuales y si no lo logran comienzan a
agredir físicamente. A esto pueden sumarse ataques verbales tales como insultos,
gritos o difamaciones.
Cuando esto se vuelve crónico, el empleado comienza a sufrir
una serie de trastornos, por ejemplo inseguridad, apatía, trastornos de memoria,
falta de concentración, rasgos depresivos y menor rendimiento laboral.
Por lo general, los hostigadores, por su cargo superior,
tienen más recursos para defender su postura y su accionar, mientras que para el
empleado no sólo le es difícil probar sus denuncias sino que además pone en
peligro su puesto de trabajo.
Las víctimas, en general son perfeccionistas, abocadas a
su trabajo y tienen sus propias reglas. Ante la agresión de su jefe, sus
compañeros forman parte del lado agresor, ya sea para caerle bien a su superior,
porque le tienen envidia o algún otro tipo de resentimiento al empleado, para no
ser ellos también agredidos o para no poner en juego su puesto de trabajo.
Sin límites
Ricardo tiene 37 años. Es sumamente elegante, pero su
problema de obesidad lo vuelve incompetente ante los ojos de sus superiores. El
maltrato a él es meramente psicológico. Cuando tenía que ir alguien importante a
su lugar de trabajo le pedían que ese día no fuera. La cabeza del organismo
público del cual Ricardo es empleado exclama frases como ‘Falta el aire, ¿No?
Claro, el gordo lo consume’ o ‘el gordo vino otra vez con lo mismo, como gasta
todo en comida no puede comprar cosas nuevas’.
Según sus compañeros, él es el mejor empleado, pero para
Ricardo trabajar es una pesadilla y al terminar cada jornada llora por los
maltratos recibidos. Durante la entrevista confesó que muchas veces pensó en
suicidarse y en varias oportunidades dejó de comer durante días, “Total, sólo
soy el gordo que hay que esconder” finaliza.
Este es un fenómeno que preocupa a nivel mundial, aunque en
algunos países de América Latina recién ahora comienza a conocerse. Sin embargo,
en Europa hay alarma por la cantidad de suicidios que ocurren cada año a causa
del mobbing. Según AGAVAL, una asociación española contra el acoso laboral, dos
de cada diez empleados se vuelven víctimas fatales.
Fases del mobbing
El trastorno cumple, al igual que cualquier método de
agresión, ciertos pasos. Aunque alguno puede ser reemplazado por otro o evadido
directamente, siempre se siguen esta serie de etapas.
La seducción: sin este ciclo el acoso no se inicia. En esta
fase el acosador aún no ha manifestado su gran potencial violento. Normalmente,
la seducción, va dirigida a la víctima, pero en ocasiones la fascinación está
destinada al entorno de la victima.
El conflicto: por lo general el mobbing propiamente dicho
comienza en este punto. Se inicia un conflicto cualquiera, éste queda sin
resolverse y ocasiona el posterior acoso.
El acoso moral en el trabajo: La definición de la UE
(14-5-01) es aquel "comportamiento negativo entre compañeros o entre superiores
o inferiores jerárquicos, a causa del cual el afectado es objeto de acoso y
ataque sistemático durante mucho tiempo, de modo directo o indirecto, por parte
de una o más personas, con el objetivo y/o efecto de hacerle el vacío".
El entorno: la actuación del mismo con respecto al punto
anterior es lo que determina la continuación o el fin del acoso. Si el ambiente
defiende y acompaña a la víctima, el episodio finaliza. De lo contrario será
mucho más traumático.
La empresa: el mobbing ocurre en cualquier empresa u
organismo gubernamental. Algunas veces la organización del trabajo tiene una
deficiente planificación y en otras porque forma parte integrante del ámbito
empresarial. Tanto si se trata de una estrategia empresarial consciente, como
inconsciente hay que recordar el sufrimiento moral y físico del trabajador.
La marginación: el último paso del acoso laboral ocurre
cuando el empleado deja su puesto. Esto puede ser a raíz de despidos,
jubilaciones anticipadas, pérdida de la razón o incluso, suicidio.
Este es el problema psicológico más frecuente de los
últimos tiempos y el que menos tratamiento recibe.
Es fundamental luego de haber sido víctima del mobbing
buscar ayuda de un profesional, debido a que después de escuchar durante tanto
tiempo que el acosado es un incompetente, que tiene mal aspecto o sufre de
problemas mentales, la autoestima queda seriamente afectada.
Está en todos el ponerle un punto final a este tipo de acoso.
Como víctimas haciendo valer los derechos y defendiéndose ante los agravios
recibidos. Como compañeros de trabajo, brindándole el apoyo al acosado. Como
familiares y amigos conteniendo y recomendando que se aleje de ese ambiente
perjudicial y como ciudadanos, teniendo en cuenta que mañana nos puede suceder a
nosotros.
Romina Soledad Giuffré