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CON OBAMA, LOS LIBERALES RECUPERAN EL EQUILIBRIO

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Y EEUU MARCHA HACIA UNA SOCIEDAD DE CLASES MEDIAS
Y EEUU MARCHA HACIA UNA SOCIEDAD DE CLASES MEDIAS

CON OBAMA

    En los Estados Unidos el término "liberal" o "progresista" se emplea para denominar a las personas ideológicamente afines al Partido Demócrata y se reserva la expresión "conservador" para designar a los miembros del Partido Republicano. Si nos situamos en el eje izquierda-derecha, ser liberal en los Estados Unidos equivale a "ser de izquierdas" en España. Pero desde que el Partido Republicano pasó a ser controlado por su ala derechista, a mediados de la década del 70, hubo un corrimiento general hacia estribor y todas las posiciones se deslizaron hacia la derecha. Ahora, con Barack Obama en la palestra, es probable que se recupere el equilibrio perdido.
    Una brillante descripción del actual panorama político norteamericano se puede encontrar en el reciente libro del Premio Nobel de Economía, Paul Krugman cuyo título original en inglés —La conciencia de un liberalha sido convertido en el recatado Después de Bush para la edición castellana preparada por la editorial Crítica.
    Se trata de un ensayo muy recomendable para quienes tienen una visión unidimensional de los Estados Unidos e ignoran la variedad y pluralidad de una sociedad tan compleja como la norteamericana. Para Krugman, los Estados Unidos de la época de la posguerra, eran una sociedad de clases medias.
    La distribución relativamente equitativa de los ingresos, obra del gobierno de Roosevelt, había permitido mejorar la situación social de millones de estadounidenses. A la igualdad en lo económico correspondía la moderación en lo político y en ese sentido demócratas y republicanos mantuvieron un amplio consenso tanto en política exterior cuanto en política interior, donde se preservaron los logros del New Deal, es decir las políticas de regulación de la economía por parte del Estado, adoptadas para salir de la depresión de 1929.
    El fin de la etapa de cooperación entre ambos partidos se produjo cuando la dirección del Republicano fue asumida por un movimiento conservador, de carácter extremista, que pretendió revocar el legado de Roosevelt aceptado por Eisenhower y otros líderes republicanos. Las elecciones presidenciales de 2000, en las que asumió George W.Bush, terminaron con la edad dorada de la igualdad económica.
    En las elecciones al Congreso de 2002, los republicanos consiguieron una victoria apabullante, explotando el fantasma del terrorismo. Señala Krugman que una de las razones que llevaron a la guerra con Irak fue el deseo del presidente Bush de prolongar un estado de guerra psicológica —además de las expectativas en una rápida victoria— que favorecieran sus posibilidades de reelección.
    En 2004, el presidente reelecto se propuso inclusive —sin llegar a conseguirlo— desmantelar el sistema de seguridad social, la institución más importante surgida del New Deal. Este proceso vivido en los Estados Unidos prueba, en opinión de Krugman, que las instituciones, las normas y el contexto político tienen una repercusión mayor sobre la distribución de los ingresos, que las fuerzas impersonales del mercado.
    El aumento de la desigualdad económica en el período Bush fue consecuencia de un giro a la derecha de la política que socavó las normas e instituciones sociales destinadas a fomentar la igualdad. Por otra parte, quienes en Estados Unidos se definen como conservadores, han pretendido asignar al presidente poderes casi dictatoriales y han permitido que la administración Bush encarcelara a personas sin cargo y las sometiera a tortura. De allí que, en opinión de Krugman, los demócratas se hayan convertido, con el paso del tiempo, en el verdadero partido conservador de este país, "el partido dedicado a conservar lo mejor de los Estados Unidos". Sostiene Krugman que el nuevo presidente electo está moralmente obligado a abrazar un programa decididamente "liberal", destinado a extender la red de cobertura social y a reducir la desigualdad económica. En suma, a promover una sociedad de clases medias.
    En este sentido, para los progresistas, la cuestión de mayor relevancia en materia de política interior pasa por asegurar un seguro médico universal que llegue a todos los habitantes. En esta cuestión, afirma, no cabe consenso alguno con los republicanos, reacios a ampliar el actual programa público Medicare. Una democracia viva y competitiva demanda en ocasiones renunciar al consenso para avanzar por un camino de progreso. Frente a un movimiento conservador que ha mostrado una clara propensión al autoritarismo, sólo cabe reivindicar una sociedad relativamente igualitaria, fundada sobre instituciones que limiten tanto la riqueza como la pobreza extrema. Estos principios son, asegura Krugman, los que convierten, en los Estados Unidos, a los liberales en los auténticos demócratas.

 

Aleardo Laría

 

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