¿Quién puede creer la noticia de que en una camioneta de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) hayan sido camuflados ocho kilos de cocaína? ¿Qué papel le cabe al ministro de Justicia, Aníbal Fernández, en esta trama?
En el día de la fecha, el diario Crítica de la Argentina aseguró que un tapicero descubrió ladrillos de cocaína cuando realizaba un trabajo en el vehículo, en el partido bonaerense de Avellaneda.
No pasó mucho tiempo hasta que apareció una luz de indicio: "Mi sensación es que ese vehículo no tenía que tener drogas", aseveró Eduardo, dueño de la tapicería El Porvenir, quien especuló que "fue intencionado" que se haya colocado la droga en el rodado.
El trabajador contó a radio Mitre que la Peugeot Partner había sido llevada al taller por su vecino de barrio Hernán Claudio Aboy, chofer de la Secretaría.
"Me habían traído una Partner a reparar un asiento, del Sedronar, porque estaba roto el asiento y parte de la alfombra y piso, y el chofer me había aclarado que había tenido un procedimiento antidrogas la camioneta", indicó sobre el hecho sucedido el 30 de octubre último.
"Yo, si tuvo un procedimiento, por lógica no voy a encontrar nada, entonces desarmo la camioneta, estoy reparando la butaca, la saco, estoy reparando el piso, había que emprolijar la alfombra y el piso de chapa y veo un rollo de hilo a mi derecha, tiro del hilo y me aparece del zócalo toda la droga", añadió.
Explicó que había "unos ladrillos, como unos cilindros", por lo que se comunicó con Aboy, quien luego habló con el responsable del vehículo, Carlos Alberto Oreiro, jefe de Automotores de la dependencia oficial conducida por José Ramón Granero, publicó Crítica.
De acuerdo al artículo periodístico, la droga hallada pertenece a una partida que debió haber sido destruida y la causa está a cargo del juez federal de Quilmes, Luis Armella.
Pocos saben que, en las sombras, persiste una sorda pelea entre el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, y el titular del Sedronar, José Granero. El primero ha ido quitando potestades al organismo manejado por Granero, a punto de querer quitarle el manejo de los precursores químicos.
Granero, por su parte, resiste. A uno de los periodistas de este medio le anticipó hace meses que existía la posibilidad de que le "pusieran" droga para ensuciarlo. Siempre apuntando a Fernández.
Ante lo sucedido, caben dos especulaciones: o todo se debe a una gran causalidad o Granero posee poderes paranormales.
Ana Grillo