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PRENSA CANALLA

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NEW YORK TIME HABLA DE DICTADORES
NEW YORK TIME HABLA DE DICTADORES

    Las dictaduras son un guiso que se viene cocinando desde tiempos remotos y el hombre las ha entronizado brutal y sutilmente. Es  la más perfecta historia circular, la que no encuentra fin, y nadie da el primer paso para bajar el telón. Se perfecciona y con  excepciones tribales,  tiene características aún de Tonton Macoutes, pero por lo general, se maneja desde los sutiles hilos de las finanzas, los medios de comunicación y de la presencia militar. Es su propia Caja de Pandora, en el interminable juego del poder, avasallamiento, dominio, conquista, sometimiento físico y culturalmente. Las dictaduras le han asignado a las democracias el lugar de la aguja en el pajar, y la película sigue rodando sin contratiempos, con los habituales “corten”, “va filmación, rueda película”.
    El Gran Dictador le llamó Charles Chaplin a Adolfo Hitler, pero todos son iguales, y no hay pequeños dictadores para la población de una aldea, el sometimiento es el mismo, aunque sea a través de un sólo televisor o megáfono  Lo que  no es lo mismo, es someter al mundo a la dictadura de un solo pensamiento unilateral y distribuir por corn a la salida de los cementerios. Los dictadores suelen tener un apetito inconmensurable y se transforman en verdaderos hombres del Renacimiento, en el mal sentido del concepto, porque quieren abarcar todo y ser luminosos artistas de la trampa y el despojo, cuervos de los ojos vaciados de las noches. El poder es el peligroso embudo que el hombre siempre suele utilizar con la parte angosta para el otro, y así los países, gobiernos, sistemas. Cuento de nunca acabar en el espejo, la soledad de la humanidad. Hoy el mundo es menos todo que ayer, porque es más inseguro. Es la contradicción de los signos, y los tiempos caminan a paso de mula por el precipicio.
    La información, después de España arde en la hoguera que enciende la Inquisición de la opinión pública, los medios siguen perdiendo credibilidad cuando se tragan el mensaje oficial, no investigan, se asocian al poder fáctico y ejercen de ventrílocuos de los gobiernos de turno La información se transforma en aserrín, pompas de jabón que se disuelven en la primera lectura real.
    Nunca el mundo contó con una oferta tan grande de medios, además de la  pista mágica de Internet, dragón de mil cabezas, pero tampoco se había conocido de tal uniformidad a través de las grandes cadenas mediáticas e inclusive de periódicos, donde Italia, es el gran circo romano de  Silvio Berlusconi. La mentira es un ejercicio mediático, impreso, verbal, un discurso más identificable con el día a día de lo que imaginamos, se nos ha hecho costumbre escucharla, dejarla pasar, rondar nuestra intimidad, desayunar con ella y después asentir con la cabeza. Es como un escopetazo inconsciente del cazador al pájaro que cuando siente la pólvora, se ríe antes de caer. Información para ciegos, sordos y mudos en cadena nacional.
    Los Medios de Comunicación están llamados a transparentar el enrarecido ambiente mundial, la caja de hollín que se mueve en la imagen digital, quitar resonancia a las comparsas gubernamentales adheridas a los micrófonos oficiales como ventosas del fraude. En medio del caos, la esquizofrenia global, avanza un mundo sin pie ni cabeza, y las tropas saludan al planeta enfundado en su caco global, bizco, cojo, manco, con esa mirada de graciosa perfeccionada inmutable estupidez.
    Nadie discute la trayectoria del New York Time, como un periódico analítico, responsable, orientador, escrito pro profesionales que conocen su oficio. Salvo los recientes incidentes, de las inversiones periodísticas de historias fraudulentas, que no son patrimonio del New York Time, el diario de la Gran Manzana, tiene palabra, y es responsable.
    Sin embargo, me he encontrado con una perla, una joyita del gran New York Time, un análisis titulado: ”Los dictadores más brutales del mundo viven vidas de lujo en el exilio.”
    El artículo sólo enfoca a los dictadores negros de Haití y África, como si la dictadura tuviera un solo color. El canibalismo social de las arcas, vida y honras, ha sido practicado en Nuestra América, con  audacia, perseverancia, singular éxito, a  través de gobiernos dictatoriales, que inclusive mutaban como  viejos cocodrilos en las verdes aguas del dólar. The New York Times, cita a Jean Claude Duvalier, el célebre Baby, heredero de Papa Doc, el legendario chupa sangre del pueblo haitiano, que transformó en zombie a esa pequeña isla vecina  a República Dominicana en el Mar Caribe.  Jean Bedel Bokassa, Idi Amín Dada, y Milton Obote, son los dictadores comentados  por el periódico norteamericano. Dictadores crueles, caníbal más de alguno, que siguieron un mismo patrón de aberraciones y después, el generoso exilio, como si la vida les inaugurara el gozo hacia el paraíso. París, con su Costa Azul, Arabia Saudita, Tanzania, cualquier paraíso tropical es bueno para un dictador, que ha cumplido su trabajo de exterminador y enriquecimiento ilícito.
  
The New York Time, sostiene que la lista de déspotas es realmente despreciable y continúa con Charles Taylor de Liberia, el coronel Haile Mengistu Mariam de Etiopía.
    Yo vivo en Panamá, lugar célebre por recibir a dictadores del mundo. El Sha de Irán, quizás uno de los más tenebrosos sátrapas, fue hospedado en la paradisíaca Isla de Contadora, a unos 15 minutos de la capital panameña, en el océano Pacífico. Nadie lo recibió en el mundo, después que el Ayatola Komeini  lo derrocara y pudo alquilar por un tiempo las famosa Isla de las Perlas, donde se realizaron importantes negociaciones entre Estados Unidos y  Panamá, sobre el Canal de Panamá.
    Aquí estuvo el derrocado Juan Domingo Perón de Argentina.
    Raoul Cedrás, el último dictador de Haití post Duvalier, un mulato que habla varios idiomas, vive actualmente en Panamá. The New York Time, comienza su crónica así:
“A Jean-Bertrand Aristide, el último presidente en exilio de Haití, le gustaría estar descansando en este momento en Sudáfrica, una tierra de una belleza asombrosa, un clima mediterráneo, autopistas al estilo norteamericano y negocios con el lujo de París. Sin embargo, sus días no deberían pasar nada mal en la paradisíaca isla de Jamaica, el lugar adonde finalmente logró recalar.
    Sin duda, la introducción lleva su sal y pimienta, enfocada a la política actual de la Casa Blanca y París, frente al caso haitiano. NYT sostiene que Arístides gobernó 12 años Haití, que fuera un mítico lugar de piratas que se reunían en la Isla Tortuga a repartirse el fruto del botín de alta mar y de los territorios españoles. En verdad sólo 8 años, y el primer período del 91 al 96, fue gracias a que Estados Unidos lo restituyó en su cargo. Panamá ha sido sede histórica, legendaria de país huésped de presidentes corruptos defenestrados, gárrulos ensimismados del poder y encantados con las arcas fiscales. Abdalá Bucarám de Ecuador,  Jorge Serrano Elías de Guatemala.
    El patriarca de los dictadores que gozan de buena salud en su exilio paradisíaco y prolongado es Alfredo Strossner, el general que sometió a Paraguay a sangre y fuego por más de tres décadas, y hoy disfruta de sus últimos tiempos en Brasil. La tiranía en América latina tiene escuela, y se llama Escuela de Las Américas, ubicada  por décadas en el siglo XX, en el istmo de Panamá en un lugar selvático del Atlántico.
    El dictador que produjo Panamá, Manuel Antonio Noriega, tras  una invasión, en diciembre de 1989, fue llevado hasta hoy  a la cárcel de Miami, Estados Unidos. De dictadores, América latina puede dictar cátedra a nivel mundial: Trujillo, Somoza, Pinochet,  Pérez Jiménez, Banzer,  Rojas Pinilla, Batista, los gobiernos castrenses,
individuales o colegiados, y dentro de ese etc.etc, el Cono Sur, un lugar privilegiado para las dictaduras.
  
Lo que veo es un mundo con pies de barro caminando por un río de sangre hacia un abismo más negro que un túnel dentro de una pizarra o bajo el carbón de la roca. Este podría ser el informe de un enterrador en algún cementerio de pueblo o del dueño de una funeraria, quizás también del camillero de una morgue. No está tan errático, alejado de la realidad el enfoque desde las oficinas lapidarias terrenales. Pero hay otra orilla en esta interminable madeja de fracasos, de siglos perdidos en la oscuridad del ayer. Otro mundo que nos espera, con sus matices, claroscuro, pero firmes amaneceres, con futuro, con su traje   sencillo y sonrisa de constructor. Qué otros vayan y vuelvan del infierno, coleccionen calaveras debajo de sus almohadas, y sueñen con una cama envuelta en llamas.

Rolando Gabrielli

 

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