La Casa Rosada sigue en refacciones y
hasta hay quien ha visto en sus pasillos algún panel mal colocado que ha
tabicado la puerta de la Jefatura de Gabinete. Es vox populi en la casa
de la calle Balcarce que "algo sucede" con Sergio Massa y algunos hasta se
atreven a prenunciar un divorcio inevitable. El malhumor para con quien ella
mismo promovió —había preocupación hoy en la City porteña— podría haber
alcanzado también a la mismísima Presidenta. Ya ni siquiera la acompaña en sus
viajes.
Las especulaciones están a la orden del día, sobre todo
porque se supone que el actual intendente de Tigre, en uso de licencia, no desea
ser candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, lo que
habría enojado a Néstor Kirchner.
El propio Jefe de Gabinete ha contribuido a alimentar esos
corrillos, ya que cerró todos los canales informativos y ha desaparecido,
voluntaria o forzosamente, de la escena pública, sobre todo en actos oficiales
en los que su figura era esperable.
Así, Massa no estuvo presente el martes en la reunión con los
ruralistas, misión que cumplió la ministra de la Producción, Débora Giorgi
quien, a último momento, fue reforzada con la presencia del ascendente ministro
del Interior, Florencio Randazzo.
El año pasado, quien ponía la cara frente a los ruralistas
era el anterior Jefe de Gabinete, Alberto Fernández hasta que el ex presidente
le cambiaba los libretos. Quizás para no repetir el error con un hombre que ha
demostrado cierto juego político propio, se optó por dejarlo de lado. Esta vez,
sin fisuras, el tándem elegido cumplió a rajatabla con las instrucciones
presidenciales, en cuanto a la estrategia de negociación y a la defensa del
modelo, repetitivamente y casi con las mismas palabras y argumentos que usó
Cristina Fernández.
Pero más llamó la atención que el lunes, cuando se anunció el
primer ajuste del año para los jubilados, un tema más que afín a los
antecedentes y al corazón de Massa, el funcionario no se haya ubicado en el
estrado de Olivos junto al ministro de Trabajo, Carlos Tomada y al titular de la
ANSeS, Amado Boudou para hacer el anuncio.
La gran pregunta a responder es si este probable freezer
político es apenas una tarjeta amarilla con fecha de vencimiento o si se trata
de la previa de un recambio de Gabinete, ya que durante los últimos días otros
ministros han quedado en la picota, aunque por otros cortocircuitos.
Por ejemplo, la de Salud, Graciela Ocaña, habla bien del
vicepresidente Julio Cobos, mientras Randazzo no se cansa de ningunearlo a
diario; Julio de Vido, nada menos, ha sido incendiado como interlocutor
confiable en las sombras, con la delación que hizo el propio Gobierno sobre sus
reuniones con el titular de la Rural, Hugo Biolcatti.
Estos no son resabios de la crisis internacional. Los nervios
de la política y de la economía, versión local, han calado hondo en la Casa
Rosada.
Hugo Grimaldi