Por supuesto que no es casual que los gobiernos de Néstor Kirchner y Hugo Chávez sean tan amigos, ya que los unen muchísimos intereses comunes que no son, precisamente, intereses éticos y morales, sino económicos. Peor lo grave de esta relación es que, muy por el contrario de lo que ambos pregonan, sus intereses no son para los respectivos países que representan, sino todo lo contrario, son socios para su beneficio personal.
Tampoco es casual que ambos se declaren peronistas, puesto que llevan a la práctica —de manera mucho más burda y precaria, por supuesto— que el viejo caudillo el mismo estilo político.
En materia económica, los dos aspiran a ser totalitaristas, tratando de manejar a través del estado la mayor cantidad de recursos económicos posibles.
Políticamente son autoritarios, transformando automáticamente en enemigos a todos aquellos que no estén entre sus filas.
Y por último, lo más lamentable, socialmente son populistas y demagogos.
Estos tres aspectos los podríamos sintetizar en la manera que ambos presidentes tratan de manipular la opinión pública a través de distintos medios, al mejor estilo justicialista de la primera época.
Durante el primer periodo justicialista, la escuela primaria se masificó y nuevos sectores populares accedieron a la lectura y la escritura. Viendo las potencialidades que permitían los textos, el régimen hizo uso de ellos para inculcar la ideología oficial. Entre otros, se usaron en este período los siguientes libros de lectura: La Argentina de Perón, Pueblo feliz, Patria justa, Tierra de promisión, Obreritos, Justicialismo, El Hada Buena y Privilegiados.
En el año 1949 se creó la colección Biblioteca Infantil General Perón, editada por Peuser. Algunos de los doce títulos que la componen son: Cuentos heroicos argentinos, El niño en la Historia Argentina, Cuentos del 17 de Octubre, Historia de los Gobiernos Argentinos, Una mujer argentina: Doña María Eva Duarte de Perón.
A partir de 1952, cuando fallece Eva Perón, aparecen nuevos temas, como el de los derechos de los trabajadores y La razón de mi vida, que se convierten en texto de lectura obligatoria.
De más está decir que en dicha época, todo estaba controlado y regulado por el gobierno, y era prácticamente imposible emitir alguna opinión disidente con la metodología de General.
Como buenos peronistas, tanto Chávez como Kirchner hoy tratan de seguir con el legado de Perón.
El presidente de Venezuela sigue centrado en la idea de marcar cambios a través de la lectura, por tal motivo, Chávez obliga a leer a Marx y el Che en las escuelas a través del “Plan revolucionario de Lectura”, un programa que busca fomentar los valores socialistas mediante la difusión en las escuelas de textos que van desde discursos propios, clásicos de la izquierda y hasta libros escritos por funcionarios del gobierno venezolano.
Además del plan que abarcará las escuelas, se pondrán en marcha grupos de lecturas en los barrios que se denominarán “escuadras revolucionarias de lectura” y serán organizados por los consejos comunales.
Mientras tanto, en nuestro país, el Gobierno quiere regular las imitaciones de Cristina Kirchner en Gran Cuñado para evitar los “excesos”.
Según el mismísimo ministro Aníbal Fernández, hay “excesos” en la imitación de Cristina y sugirió, sin sonrojarse, que estos deberían ser “regulados”.
Lo curioso de todo esto es que jamás se pronunciaron en contra de la popularísima imitación de Freddy Villareal al ex presidente Fernando de La Rúa, cuando además, NK lo recibió en Casa de Gobierno y colaboró en un sketch con el actor. Lo mismo hizo con el cronista de CQC, “Gonzalito”, a quien también recibió en la casa rosada y con quien también colaboró para ridiculizar no solo a De la Rua, también a Carlos Menem.
Hace muchos años, leí un artículo titulado: “Hitler-Mussolini, los mismos fines, el mismo fin”.
Ojala nunca tenga que escribir un artículo titulado: “Kirchner-Chávez, los mismos fines, el mismo fin”.
Pablo Dócimo