Las declaraciones de Alberto Fernández, ex mano derecha de los Kirchner, viene a confirmar lo que él mismo negaba cuando él era jefe de Gabinete: este gobierno espía a quienes no considera confiables y persigue hasta las últimas consecuencias a sus “enemigos”, si es necesario con malas artes.
No es novedad, lo que es novedoso es que lo diga Alberto Fernández, quien mientras fue funcionario de Kirchner negaba todas y cada unas de las denuncias que se hacían contra el Gobierno. Desde octubre de 2003, cuando en la revista Noticias denunciamos que el kirchnerismo usaba dineros del Estado para apretar o premiar a medios y periodistas, la relación con Alberto Fernández se hizo insostenible.
Las últimas conversaciones, alrededor de 2004, fueron a los gritos. Según él, ensuciábamos al periodismo al contar que él les pasaba letra a los columnistas dominicales de La Nación y Clarín, porque muchas veces salían párrafos similares en ambos diarios. Este domingo, la “denuncia” de Alberto F de que se siente espiado, también salió en estéreo. Pero ahora, sus palabras tienen cierto halo trágico, como si dijera “justo a mí, que hice tanto por Néstor y Cristina, vienen a hacerme esto”.
En pocos días, Alberto Fernández se quedó sin su gente en el Gobierno (la última echada fue Marcela Losardo, su socia y ex viceministra de Justicia), y está haciendo gestos desesperados para encontrar un lugar en la política. Anda golpeando puertas en los “opositores” oficialistas: el último fue Juan Schiaretti, el gobernador de Córdoba. Antes, intentó acercarse a posibles candidatos ganadores en las previas al 28 de junio. Primero, fue a apoyar a Agustín Rossí en la interna provincial y perdió sin atenuantes. Luego se acercó a Daniel Scioli, a quien ya sabemos cómo le fue el día de la caída de Kirchner. O Alberto Fernández perdió todo olfato político o se ha convertido en un talismán con efecto inverso al esperado.
Más de una vez, cuando era todopoderoso jefe de Gabiente, Fernández le enrostraba a otros funcionarios dialogar con periodistas de Perfil. ¿Cómo se enteraba? ¿Quién le pasaba esos informes? Alberto, mejor que nadie, sabe cómo se mueve el kirchnerismo para mantener vigilados a sus “rivales”. La diferencia es que ahora lo sufre en carne propia. Está bebiendo de su propia medicina. Y no es para alegrarse.
Con todo, hay una buena noticia para Alberto. Ni Néstor ni Cristina se meterán con el crecimiento patrimonial del ex jefe de Gabinete. En ese terreno, todos saben que hay que cuidar lo ganado. Y eso esta fuera de toda discusión política. Tanto los Kirchner como Alberto Fernández pueden tirarse todos los dardos posibles pero no osarán meterse con lo que supieron acumular, Sin acordarlo, por puro instinto, ambos bandos ponen lo que supieron conseguir bajo un paraguas soberano. O ellos también padecerán, en unos años, el efecto María Julia.