“El mundo que hemos creado
como resultado de nuestro pensamiento hasta hoy día, tiene problemas que no
pueden resolverse si seguimos pensando de la forma como pensamos cuando lo
creamos”. Albert Einstein: El precio de la excelencia.
Inconsciente, decía Freud. Inconsciente “colectivo” agregaba
Jung, constituído por “arquetipos”. Es decir, aquello inaccesible para la
conciencia que solo se revela mediante procesos ajenos a ella: sueños, lapsus,
actos fallidos, bromas. Síntomas para Freud, y un lenguaje común a todos los
seres humanos hecho de símbolos primitivos mediante los cuales se expresa el
contenido de la psiquis para Jung. Lo individual y lo colectivo, y una realidad
resultante de la materialización de todo aquello que creemos.
Si, si, soy Nidia, y vos Juan, y ella María, y allá está
Gustavo, y por ahí anda Estela….que no son ni siquiera mis parientes lejanos,
pero nos pasa casi siempre lo mismo en una sociedad que paradójicamente no
alcanzamos a entender, inclusive cuando tomamos decisiones cívicas
diametralmente opuestas sostenidas por ideologías antagónicas.
Por método deductivo o inductivo, de lo general a lo
particular, o de lo particular a lo general, probablemente si nos
comprendiéramos a nosotros mismos interpretaríamos las razones que movilizan a
la sociedad y en una de esas, si entendiéramos que le pasa a la sociedad
podríamos comprendernos a nosotros mismos para cambiar. Si cada uno cambia es
probable que empiece a cambiar la sociedad.
Hasta ahora, lo único que hemos hecho es conjugar de manera
brillante el verbo “protestar”. Yo protesto, tu protestas, el
protesta…….entonces nosotros maldecimos nuestra pésima suerte, ustedes se
fastidian, todos nos crispamos, nos ofuscamos y cometemos siempre los mismos
errores….. y a “ellos” les importa un reverendo comino
Volvamos a Einstein: “El mundo que hemos creado como
resultado de nuestro pensamiento hasta hoy día, tiene problemas que no pueden
resolverse si seguimos pensando de la forma como pensamos cuando lo creamos”.
Toda sociedad se manifiesta en el marco de un campo mórfico
que podría explicar sus motivaciones conductuales.
Quiero decir con esto que toda sociedad se mueve dentro de
zonas muy definidas de comportamiento sustentadas por patrones pasibles de ser
interpretados y redefinidos bajo la luz de la autocrítica honesta, siempre y
cuando nos interese someternos a tal proceso, como lo que yo particularmente
vislumbro, única vía posible de cambiar nuestro destino.
Una sociedad de aproximadamente 40 millones de individuos que
funciona y responde como un todo unificado conforme a los determinados patrones
constitutivos de un campo mórfico que vital en lo interno, se manifiesta
externamente. Lo abarca todo, dentro y fuera.
Haciendo una analogía con las fuerzas naturales podemos
apreciar la fuerza de gravedad por ejemplo que teniendo su esencia en el
interior del planeta se manifiesta exteriormente a el; lo mismo ocurre con los
campos magnéticos.
Así, nuestro cúmulo de ideas, de creencias, de defectos y de
virtudes como sociedad, nos inducen a conductas permisivas o intolerantes, según
sea el caso, de rechazo o de conformidad, de miedo o de valor, de crítica
adversa o de aplauso y engendramos las condiciones exactas para que nos pase
todo lo que nos pasa. Ni mas, ni menos que eso.
¿Cómo llegamos hasta donde estamos como sociedad?. ¿Por qué
tenemos los gobernantes que tenemos?. ¿Por qué toleramos todo lo que toleramos,
aunque a regañadientes, pero sin tomar la iniciativa de dejar la pasividad?
Nadie pude ser victimario si no cuenta con una víctima
propicia, que dócilmente se sitúe en calidad de tal.
Emile Durkheim, uno de los co-fundadores de la sociología
moderna juntamente con Kart Marx y Max Weber, define la Conciencia Colectiva
como “El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los
miembros de una misma sociedad (…)”. Y agrega: “ (…) forma un sistema
determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o
común... Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares
aunque sólo se realice en los individuos (…)”.
Es decir que se define nuestro paradigma como sociedad
argentina (ricos, pobres e intermedios, de cualquier clase social, cultural y
nivel de educación), nuestro modelo mental que no solamente nos induce a creer
que lo extremadamente patológico como la corrupción, los sobornos, la mentira,
el patoterismo, violencia, el terrorismo físico y verbal de Estado, el
sometimiento por parte del gobierno de turno a condiciones de pobreza y
marginación, a condiciones de infelicidad, crispación, desesperanza, confusión,
miedo, incertidumbre, etc., son fenómenos “normales” como algo legitimado en el
criterio de “todos los gobiernos son corruptos”, “la pobreza siempre existió y
es irreversible”, “no podemos hacer nada porque ellos tienen el poder o las
armas o el dinero”, “es así porque siempre fue así y no tiene arreglo”.
Nuestro paradigma también incluye nuestra forma de resolver
los problemas “no te metas”, “no hay nada que hacer”, “ya está todo cocinado” y
un menú de pocas opciones de las cuales, para nuestro inconsciente colectivo,
parecería imposible liberarse.
Por eso es que aunque yo sea Nidia, y vos Juan, y ella María,
y allá esté Gustavo, y por ahí ande Estela….que no son ni siquiera mis parientes
lejanos, nos pase casi siempre lo mismo inclusive cuando tomamos decisiones
cívicas diametralmente opuestas sostenidas por ideologías antagónicas.
Me pregunto: ¿No es por demás absurdo, ridículo,
descabellado, estúpido e incomprensible?.
Resulta tragicómico que millones de personas, nunca puedan
contra unos poquísimos que lo manejan todo a su antojo y para provecho propio,
sometiéndolos a toda clase de privaciones, penurias y humillaciones.
Generaciones enteras masacradas, condenadas al hambre, a la
desigualdad de oportunidades, a la esclavitud barnizada con leyes lo
suficientemente ambiguas y generales como para desorientar, dejando librada a la
“asociación libre” su interpretación inductora de justicia solo en raras
excepciones y casi por causalidad; a la falta de atención sanitaria adecuada, a
la falta de educación, a la resignación de ser “los de abajo” que aunque
atraviesen por la molesta pantomima de “elegir con el sufragio”, da igual, “los
de arriba siempre ganan”, y paradójicamente llegaron ahí exclusivamente gracias
a los de abajo, sea porque los votaron en buena ley creyendo ingenuamente sus
promesas, los conformaron con dávidas para garantizar su “fidelidad” o porque
aplicaron la metodología fraudulenta, única capaz de explicar ciertos sucesos
políticos por demás improbables, contra todo pronóstico.
No existe pueblo que se haya salvado de esta calamidad, pero
lo mas triste resulta comprobar que este hecho, por demás patológico, sea
interpretado por el inconsciente colectivo de la especie como algo “normal”, y
haya sido legitimado.
Todas las civilizaciones se indignan por los tiranos que les
tocan en turno, algunos mas crueles y enfermos que otros, pero nadie parece
decidirse a terminar con este flagelo, de una vez y para siempre, hipnotizados
con la concepción de que un mundo mejor no es posible.
La psicología, la sociología, la antropología, entre las mas
destacadas disciplinas, parecerían estudiarlo como “fenómeno natural
inexorable”.
Lo concreto es que los que viven custodiados 24 horas al
día son ellos, “los de arriba”, mientras el Soberano Idiota no advierte que le
tienen pánico!!!. Bueno, justamente he ahí su calidad de idiota….
Imaginemos a cualquiera de estos tiranos históricos y de
actualidad, caminando plácidamente entre las multitudes… están aterrados!!, nos
tienen tanto miedo que el solo hecho de pensarlo un segundo les provocaría un
trastorno psicofísico (probablemente irreversible).
Es por esto que necesitan las armas —de todo tipo—, el
dinero, el control de los medios masivos de comunicación, infernales aparatos
represivos, miles de asistentes obsecuentes útiles todo terreno, rendidos ante
el dinero y toda cuanta campaña de miedo colectivo exista o pueda ser inventada
en el mundo, para dominarnos. Aún así, nunca están en paz.
Ellos, a quienes el ciudadano común considera “los poderosos”
son los mas débiles, los mas inseguros, los mas vulnerables si no tienen tantos
batallones de genuflexos lamenbotas que los defiendan…. incapaces de sobrevivir
siquiera minutos en circunstancias infrahumanas donde tanta gente sobrevive años
y también sus descendientes, desarrollando una entereza física y psíquica
envidiable ante las adversidades de todo tipo, aún ante el dolor moral mas cruel
y perverso.
Esos son los verdaderamente poderosos, los que la historia
describe como los mas humildes, capaces de sobrellevar cargas mil veces mas
pesadas que cualquiera de los “hipotéticamente” poderosos, y a sabiendas del
poder que pudieran tener en el marco de una organización social circunscripta a
un ideal de justicia y equidad, “los de arriba” refuerzan los mecanismos de
deterioro con políticas publicas que incluyen, por ejemplo, una educación y un
sistema de salud deplorables, un sistema de seguridad inactivo, la promoción
comercial del narcotráfico, ya no para debilitar a quienes en verdad tienen el
poder natural, sino, directamente exterminar generaciones enteras… no vaya a ser
que se despierten….y de paso, seguir llenándose los bolsillos y perpetuarse en
el poder.
A mi particularmente me causa mucha gracia cuando escucho
referirse a ellos, “los de arriba”, como dignos de respeto, por ejemplo “por su
investidura presidencial”. ¿Acaso ellos nos respetan?, ¿Es digno de respeto y
consideración alguien a quien el resto de la humanidad que no sea él/ ella
mismo/a y su hijos le importa absolutamente nada?, ¿merece respeto y
consideración quien mientras se llena la boca con discursos grandilocuentes
sobre la “pobreza estructural” o “la redistribución de la riqueza” no se
ruboriza en lo mas mínimo malgastando el dinero del Estado que pudiera utilizar
para paliar tanta miseria, en caprichos intrascendentes cuando cientos de miles
de argentinos no comen, no tienen acceso ni a una simple aspirina o una gota de
agua potable, o las mínimas condiciones de higiene, comiendo de la basura por
ejemplo?. Encima hay medios que encabezan artículos titulados “te lo juro por
Luis Vuitton” como si eso no resultara, mas que gracioso, ofensivo ante tanta
pobre gente desamparada, desesperada, sufriente, sometida y maltratada por la
carencia absoluta de escrúpulos de quienes se sienten “grandes”.
¿Qué grandeza puede ostentar quien carezca por completo
del mas elemental sentido de “humanidad”?
¿Merece respeto esta gente por haberse puesto una banda
presidencial que en realidad nadie puede constatar si la ganó legítimamente con
el voto popular o la obtuvo mediante maniobras que habilitaron la sumatoria de
sufragios a su favor, para luego llenarse la boca diciendo “el pueblo nos
eligió”?. Ni siquiera eso fue un logro personal genuino en sus vidas!!, ergo
ignoran por completo la sublime gratificación que experimenta el alma cuando uno
alcanza una meta trascendental en su vida con esfuerzo personal, por derecha y
sin trampas.
¿Merecen respeto aquellos quienes ni siquiera registran que
existimos y toda la opulencia material en la que viven es la espada que
atraviesa el corazón de los que menos tienen, todos los días?
¿Merecen respeto aquellos que nunca se dedicaron a
actividades legales en el ejercicio de sus profesiones, y deben su fortuna
justamente a eso?
¿Merecen respeto aquellos que, desde la repulsiva soberbia,
tratando de compensar sus innumerables complejos de inferioridad en todas las
áreas, se hacen llamar “Doctores” cuando es imposible verificar su graduación
universitaria, y nos pretenden mentir de un modo tan descarado?.
Quienes no merecen ni nuestra consideración ni nuestro
respeto, tampoco deben ser destinatarios de nuestro odio, sino de nuestra mas
profunda compasión porque son personas con falencias, debilidades y complejos
graves, con psicopatologías severas y perversas que le impiden sentir y pensar
con claridad. Son lo que son y probablemente nunca puedan ser mejores que eso.
Es posible, entender que el poder no está “arriba”, sino
justamente “abajo”, y por el mismo hecho de tener ese poder, sería muy saludable
ejercerlo no dejándose engañar mas con discursos “a medida”,
Una vez más pensemos como Einstein: “El mundo que hemos
creado como resultado de nuestro pensamiento hasta hoy día, tiene problemas que
no pueden resolverse si seguimos pensando de la forma como pensamos cuando lo
creamos”.
¿No es demasiado obvio que nuestro destino como Nación está
única y exclusivamente en nuestra sincera decisión de modificar nuestro modo de
pensar, aquello en lo que creemos y empezar a sentir que somos realmente capaces
de liberarnos para siempre? No existe fuerza mas poderosa que la voluntad humana
para torcer el brazo al destino.
Nidia Osimani