Felizmente logró dar con el doktor que acertó con el tratamiento para superar su aguda abulia, al extremo de haber dejado en añejamientos eficientemente controlados, causas judiciales de corrupción y otros, que comprometen a importantes funcionarios públicos. Fue tan eficaz el tratamiento que en una rápida reacción casi sin control, sin mirar tomó una de las causas pendientes y dictó sentencia. Por suerte una mano providencial le hizo elegir la que afectaba a un humilde matrimonio desamparado, que de haberlos condenado seguramente caerían en profundas convulsiones de inestabilidad. Su enfermedad lo lleva a ser un adicto del doktor, que es muy hábil para obligarlo tomar los remedios que le receta.
Emilio Zuccalá