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Criatura de la noche

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CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA
CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA

Ficha técnica:

 

Título para Latinoamérica: Criatura de la noche / Déjame entrar

Título original: Låt den rätte komma in

Título en inglés: Let the right one in

Dirección: Tomas Alfredson

Género: Drama, Romance, Thriller, Terror – Solo apta mayores de 16 años

Reparto: Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg, Ika Nord, Mikael Rahm, Karl-Robert Lindgren, Anders T. Peedu, Pale Olofsson, Cayetano Ruiz, Patrik Rydmark, Johan Sömnes, Mikael Erhardsson, Rasmus Luthander, Sören Källstigen, Malin Cederblad, Lena Nilsson, Berndt Östman, Kajsa Linderholm, Adam Stone, Jonas Kruse, Ingemar Raukola, Kent Rishaug, Linus Hannu, Thomas Ljungman, Fredrik Ramel, Christoffer Bohlin, Julia Nilsson, Elin Almén, Bengt Bylund, Elif Ceylan, Susanne Ruben

Guión: John Ajvide Lindqvist

Web: www.karmafilms.es/dejamentrar

Fotografía: Hoyte Van Hoytema – Música: Johan Sôderqvist

País: Suecia - Año: 2008 - Duración: 115 mts.- Estreno Argentina: 2009

 

                  Un nuevo concepto en la mitología vampírica: Criatura de la noche, resignifica las aspiraciones más profundas de la condición humana. La inmortalidad, la búsqueda del amor eterno y las rupturas  convencionalistas, emergen victoriosas.

              Una historia más comprometida con lo terrenal que con lo sobrenatural. Ahí radica su principal diferencia con sus predecesoras. Poniendo énfasis en los sentimientos humanos que son vulnerables a los cambios, y no en las profundidades y tinieblas, que muchas veces entorpecen el film.

              La cronología de la  trama nos ubica en la gélida geografía de Suecia. El mítico país Vikingo, como marco de una historia de amor adolescente. Oskar, un estudiante de 12 años, proveniente de una familia disfuncional, con serios problemas de interacción con sus compañeros de colegio. Adicto a los hidratos de carbonos (dulces), con una curiosa afición: colecciona recortes periodísticos, sobre casos de asesinatos en serie.

              Su rutinaria vida, transmutará al conocer accidentalmente a su vecina Eli,  en los suburbios de Estocolmo. Menuda fémina, de  tez pálida, que guarda en su seno, un terrible secreto: su vida de vampiro. De enigmática personalidad, la niña-mujer que huele raro, que es atérmica y que el paso del tiempo ha plateado su sien. Basada en la novela Déjame entrar de John Ajvide Lindqvist, el director Tomas Alfredson nos propone un viaje a través del cine fantástico como excusa.

              Eli, la adolescente vampiro, motivará en Oskar un giro radical en su vida. Le dará valor para competir con lo  cotidiano. Atemperará su carácter, dándole el valor necesario para poder enfrentarse a un entorno hostil. La estética jugada y lograda, está más cerca al cine independiente – de autor – que al comercial.

.             El film es una adaptación de la novela de Lindqvist que casualmente fue el guionista de marras. Siendo así, llama la atención estos desprendimientos:

a)    La lentitud de la narración.

b)     Si bien el carácter romántico- platónico de lo jugado, es su valor agregado, el efecto paradojal logrado fue el agotamiento de la trama.

     Es sabido el axioma en literatura: la dificultad de pasar del soporte gráfico al cinematográfico. Se pierde arquitectura y riqueza visual y de lenguaje.

c)      La novela está dividía por días (en supresión de capítulos). Arranca el miércoles 21 de octubre de 1981 y culmina viernes 13 de noviembre.

Ahí  también, inicia la dificultad de traducir la experiencia literaria a la fílmica.

 

Los “tiempos muertos” – plasmados en escenas largas y planos secuencias-, que no explican nada, y que empastan la pantalla, es un escollo insalvable. En general, cuando un director recurre a este dispositivo, es para imprimir una atmósfera obsesiva de inmediatez, de cosas que no pasan y pasan por el psiquismo del espectador. Es de algún modo, la “inmanente trascendencia”. En síntesis, se ha perdido una excelente oportunidad discursiva como valor destacado.

            En cuanto al tratamiento del mito del vampiro, según lo entronizara en literatura el escritor irlandés Bram Stoker, en 1897, con su obra Drácula (Vlad Draculea), guarda fidelidad con la  tradición Hollywoodense. Ejemplo de este punto lo encontramos en una lección moral, que da el nombre al film: los vampiros tienen que ser invitados a entrar en una casa para relacionarse. “Déjame entrar”, es el ruego sensual que Eli, le transmite a su enamorado Oskar.

            Quizá la bandera más relevante a levantar por el director Alfredson, sea la referida a los distintos parlamentos de la pareja protagónica. Una dulzura singular atraviesa la pantalla, imprimiéndole romanticismo perenne a la historia. El dramatismo de la vida de Eli (endulza la tragedia de sus actos, que le son propios para su dieta a base de hemoglobina humana). El espectador termina siendo cómplice de su moral vampírica.

            La modalidad de comunicación también es única: utilizan una especia de clave Morse, por la cual, ambos están on- line, las 24 hs. del día. Ya que Eli, de día – cuando la temperatura solar asedia- debe descansar, cual ritual de criatura de la noche.

           Hay otro elemento estético que no pasa desapercibido: la diferencia del modo de producción americano y el europeo (nórdico en este caso). El contraste  en las formas, las imágenes, los tiempos, y el punch logrado en esta estética sueca, es manifiesta. Inquietante por momentos, hasta que la pupila del observador, deja de contraerse rítmicamente, a fin de conceptualizar lo vivido. Sirve para explicar dicho evento, la anología de observar una obra de arte occidental, y luego otra oriental. Es decir, la manera tan dispar de ver la realidad y plasmarla en un lienzo. Todas son válidas, aunque la mundialización de la estética también está llegando a una única perspectiva. Pero con sus matices, claro está.

          La escena final es propiciatoria: un baúl, que guarda un gran secreto. La relación “del afuera y del adentro”, se materializa y encarna en un futuro promisorio, pero cruento. Es que el amor, en clave sobrenatural, también tiene espinas que vierte en ríos de sangre, para dar vida.

Gustavo Contarelli

Puntaje del film: 4Tribunas.
Puntaje actor de reparto: Kåre Hedebrant (Oskar) 4 Tribunas

Referencias:
5 Tribunas: excelente/imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta - buena
2 Tribunas: regular
1 Tribuna: mala/pésima

 

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