En un impecable artículo escrito por la periodista Malú Kikuchi, titulado “El Imperio que no fue”, hace mención a ciertas “bondades” que posee nuestro país y no fueron –o no son- aprovechadas por nosotros. Estas son:
* La Argentina tiene los 4 climas, tiene montañas altísimas y desiertos y la milagrosa pampa húmeda. Tiene el río más ancho del mundo. Tiene salinas y playas; nieve, cataratas famosas y glaciares...
* La Argentina no tiene problemas raciales.
* La Argentina no tiene problemas religiosos.
* La Argentina cultural, deslumbra: teatros, conferencias, conciertos, recitales, feria del libro, premios Nóbel, grandes artistas y científicos de renombre. “Dios es argentino”, y “con una buena cosecha nos salvamos”...
* La Argentina tuvo la clase media más desarrollada de América Latina. La Argentina tuvo menos analfabetos, menor mortalidad infantil, mejores universidades y mayor desarrollo económico que el resto de América Latina...
* La Argentina, “el granero del mundo”. La Argentina y “la diosa soja”. El planeta requiere nuestros productos; podemos alimentar a 300 millones de personas, pero hay compatriotas que mueren de desnutrición...
Esta enumeración de frases hechas, trajo a mi memoria otras tantas que escucho desde mi infancia a modo de justificativo de por que no somos un país desarrollado, que son las siguientes:
“El problema es que la Argentina es un país joven”.
“El problema es que en la Argentina, la inmensa mayoría de las personas son descendientes de inmigrantes y no existe una identidad nacional”.
“El problema es que la argentina no tuvo ninguna guerra y no conocemos el sufrimiento”.
“El problema es que la Argentina es un país muy extenso con pocos habitantes”.
“El problema es que la Argentina está lejos de Europa y eso dificulta el intercambio económico”.
Y la más popular... “El problema en la Argentina es cultural”.
Seguramente, usted habrá escuchado en algún momento una o todas estas frases, pero, ¿cuánto hay de cierto en ellas? nada, absolutamente nada.
De hecho, existen varios países que poseen todas estas características, y sin embargo, sin tener las riquezas naturales que menciona la señora Kikuchi en su artículo, son desarrollados.
Entre ellos, podemos citar a Canadá, Nueva Zelanda y el más claro y concreto ejemplo: Australia.
Por eso, le propongo hacer un comparativo entre la Argentina y Australia:
Australia es más joven que la Argentina, fue descubierta en 1642 y colonizada a partir de 1788. Con presos y prostitutas.
El 98% de los australianos es de origen inmigrante, en gran parte descendientes de aquellos ingleses presos y prostitutas, y luego, su población se nutrió, en su gran mayoría de italianos, además de judíos, franceses, polacos, griegos, turcos y de otras nacionalidades que huían de la pos guerra, exactamente igual a lo que ocurrió en la Argentina.
Australia, más allá de enviar una pequeña tropa a Europa en la segunda guerra mundial, al igual que la Argentina no sufrió guerras.
Australia, posee un territorio más extenso que la Argentina, 7.700.000 Km. cuadrados, y una población de 18.300.000 habitantes, con el agravante que el centro geográfico de Australia es desértico, y prácticamente inutilizable.
Australia está mucho más lejos de Europa y los EE UU que la Argentina, y además ni si quiera tiene países limítrofes como para tener relaciones comerciales favorecidas por las cortas distancias.
En cuanto a la frase “el problema en la Argentina es cultural”... Sí, lógico; es cultural ¿De qué otra manera podía ser?
Y aquí, el punto a dilucidar es el siguiente: ¿Cómo sigue la conversación? Y quiero insistir con el excelente artículo de la señora Kikuchi, donde además dice: “Es lo que nos enseñaron”, y es cierto. Pero…
Pero también nos enseñaron todas estas excusas, todos estos “mitos argentinos” para tratar de justificar nuestros propios desaciertos, nuestros propios defectos, nuestros propios fracasos, nuestra idiosincrasia.
Por supuesto que también poseemos virtudes, y la Argentina pudo haber sido un imperio, pero… El imperio no fue.
Pablo Dócimo