Valga empezar estos comentarios con la aclaración de que “Sionismo” no es sinónimo de “judaísmo”. Para los judíos no sionistas, hace alrededor de una centuria, “un judío alejado de su fé” (Theodor Herzl), comenzó oficialmente este movimiento arrastrando a miles a prácticas y creencias muy alejadas de lo que prescribe la Torá ”. Aunque la ideología era mucho más antigua.
Creen los mencionados que el exilio al que fue condenado su pueblo era merecido en tanto la Torá dice “Y a causa de nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra y desterrados de nuestro suelo y no podemos subir y postrarnos delante de Ti”.
Para éstos, la destrucción del Templo y el exilio que padecieron resultaron de un castigo divino, y no adjudican culpa alguna a los romanos, sino por el contrario lo adjudican a su error de no vivir conforme a sus obligaciones espirituales para con Dios.
Por su parte, el término “sionismo” deriva de “Sion”, considerada la ciudad de David, tras la muerte del cual comenzó a utilizarse para denominar la colina sobre la que se encontraba el Templo de Salomón.
Como “movimiento nacionalista”, nace en Europa hacia fines del siglo XIX a consecuencia de la reforma rusa de 1863 en un intento desesperado de subsistencia a la reforma capitalista por parte de las poblaciones concentradas en pequeñas ciudades, las burguesías judías.
Conforme fue transmitida la historia entre la colectividad, en el año 70 DC, el pueblo judío es expulsado de Jerusalén a causa de la invasión romana, conociéndose este hecho como la “Diáspora”, lo que motivó su eterno deseo de retorno a “Eretz”, término que en sentido general significa “tierra” (Eretz Israel).
Este deseo formó una idea, que se consolidó con el paso del tiempo en una “misión”, la de la pequeña burguesía judía tratando de sobrevivir entre el capitalismo y el feudalismo agonizantes, diseminada por el mundo pero con la firme convicción de no adaptarse a otras culturas sino la de “luchar” contra el “semitismo”, que en el fondo no resultaba más que la imposibilidad cultural e ideológica del pueblo judío-sionista por asimilarse a otras colectividades, conservando cerrados sus círculos, en sintonía con su creencia de ser “el pueblo elegido”.
La problemática del pueblo judío-sionista en torno a la necesidad de contar con una tierra,”su tierra”, se llevó al terreno de la problemática internacional como estrategia política, desde la cual se instaló la convicción acerca de lo imperioso de contar con un lugar seguro donde refugiarse del antisemitismo. Eretz Israel será entonces Palestina, la tierra que según entendió este pueblo, les pertenecía por derecho conforme lo indicaran las Sagradas Escrituras: “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” era el slogan.
Las consignas entonces eran claras: tener su nación, su tierra, (a la que los sionistas definen como “Estado Judío”), y no mezclarse con el resto de los pueblos no elegidos.
En 1950 se sanciona la Ley del Retorno que habilitaba a todos los judíos a radicarse en Israel, y en 1952, se hace lo propio con la Ley de Nacionalidad la que otorga ciudadanía automática a los retornados. Sin embargo, millones de refugiados palestinos no pueden volver a su hogar y recuperar sus propiedades por no ser judíos, hasta hoy, bajo el argumento de que su reincorporación haría peligrar la soberanía y unidad del Estado Judío.
Cuando el “sionismo” se apodera de Palestina, ésta estaba poblada por habitantes árabes diseminados a lo largo de todo el territorio quienes se encontraban en proceso de formación desde la 2da. Guerra mundial, al igual que Irak, Jordania, Egipto, Siria y El Líbano. Es decir que “la tierra no estaba sin pueblo”.
Hasta que tuvo lugar la Primera Guerra Mundial, los turcos controlaban Palestina, hecho que cambió en el transcurso de la misma cuando Gran Bretaña promete otorgar la independencia de las tierras árabes al Jerife Hussein a cambio de que lucharan contra los turcos.
Paralelamente, en 1917 el ministro de Relaciones Exteriores británico prometía al Sionismo entregarles Palestina como su patria a partir de que los árabes derrotaran a los turcos.
Al finalizar la guerra, el Sionismo y el Imperio inglés firman la “Declaración de Balfour”, por la cual Gran Bretaña lograba que Palestina le fuera funcional para acceder al petróleo de Irak, mantener el comercio con la India y controlar el Canal de Suez, constituyéndose ésta en la segunda fase del Sionismo, siendo la tercera la creación del Estado de Israel.
Por su parte el Sionismo, contaba con el apoyo británico para desalojar a los árabes del territorio palestino, lo que también beneficiaba a Inglaterra en contra de la Revolución Rusa.
Quien representaba los intereses sionistas del momento, a quien “se regalara” el territorio palestino era Lord Rothschild.
Finalizada la 1ra Guerra Mundial los Aliados conforman la Sociedad de las Naciones (actual Organización de las Naciones Unidas), la que confiere a Gran Bretaña en 1922 el poder sobre Palestina.
Estando poblada por árabes y ante la desmesurada inmigración judía, Inglaterra decide dividir el territorio en dos Estados: uno árabe y otro judío dejando en medio el paso Jaffa-Jerusalém, el que se reserva el derecho de administrar. Los árabes, inician una rebelión que culminó en 1939 cuando Inglaterra limita la inmigración judía.
Paralelamente, las luchas anti-imperialistas sustentadas fundamentalmente desde Rusia y su naciente movimiento obrero, estaban desequilibrando tanto a Francia como a Inglaterra. En el contexto de esa lucha, miles y miles de palestinos murieron en combate, lo que facilitó la instalación entre 1947/48 del Estado de Israel en Palestina estratégicamente sustentado en el proceso sionista de conquistar la tierra, conquistar el trabajo y conquistar el producto de la tierra, o “Kibush hakarka, kibush haavoda y t´ozteret haaretz, se hiciera esto de manera legal o ilegal, legítima o ilegítima.
“La adquisición del suelo y su colonización eran fundamentales para crear el Estado de Israel”. ¿Encontraremos alguna semejanza de lo que ocurre desde hace varios años con la Patagonia argentina, entre otras?.
Por su parte la Karen Kayemeth Leisrael, una liga sionista para la adquisición de tierras, prohibía a los judíos enajenar o transferir el suelo que compraban, garantizando a su vez la colonización con campesinos judíos que las explotasen, tomando como jornaleros a los mismos árabes a quienes les habían expropiado sus tierras.
Otra de las ofensivas por parte del sionismo fue el boicot de los productos árabes.
De este modo, con políticas simuladas socialistas, el sionismo se apodera de la tierra, el trabajo y el producido de la tierra, lo que conjuntamente con el movimiento terrorista “Haganá” apoyado por el ejército británico que derrota la guerrilla árabe de resistencia, termina por cumplimentar la tercera fase del plan.
La supuesta conspiración Judeo-Masónca-Comunista o Judeo-Masónica-Marxista implicaría la alianza secreta entre judíos, masones y comunistas cuyo objetivo sería el domino del mundo.
Para entender su trama, es necesario describir algo acerca de la masonería y del comunismo, lo que continuaré en la Parte II.
Por último, entiendo relevante dejar planteado el hecho de las similitudes en varios aspectos de las doctrinas mencionadas., lo que permite comprender varios fenómenos que han tenido lugar en el mundo atribuibles a esta supuesta conspiración.
Nidia G. Osimani