Cada día se conoce algo nuevo respecto al caso de Lucas Rebolini Manso, hijo de los actores Leonor Manso y Antonio Grimau. Los datos que se saben a cerca de la desaparición y muerte del joven músico son tan enredados que sólo queda que el paso del tiempo aclare lo que verdaderamente pasó. Pero hay una arista fija en este caso y es la incapacidad del sistema de salud pública en la Argentina.
Lucas se encontraba desaparecido desde el 6 de febrero pasado y había pasado 34 días muerto en la morgue, donde no lograba ser identificado por sus familiares que los buscaban intensamente, ya que se encontraba como NN. La razón de catalogar al cuerpo como tal, es porque el joven no se encontraba con documentos. Según la justicia, la muerte se produjo por una “neumopatía”, una afección a los pulmones que desencadenó en un paro respiratorio, cuadro familiar a los adictos a la cocaína.
La policía argumenta que el 6 de febrero por la madrugada, arribó a la intersección de las calles Castex y Salguero del barrio de Palermo, motivada por la denuncia telefónica de una vecina que manifestaba que había un joven desnudo en la calle, gritando “Soy Dios”, arrojándose sobre los autos. El joven fue demorado y llevado al Hospital Fernández en una ambulancia del SAME, donde fallecería el día 10.
Lucas fue a parar a ese hospital en dos oportunidades. La primera de ellas, aún no se sabe con exactitud cómo fue, lo que se conoce es que llegó allí a las 0.45 del día 6 con un cuadro de excitación psicomotriz. Una vez llevado a su respectiva habitación, se escapó del hospital antes de la 1, previo a que el equipo médico comenzara a realizarle estudios.
Según la subdirectora Angélica Martin, del hospital Fernández, una vez percatados que el joven se había escapado del hospital, se llamó a la Policía Federal para que salieran en busca de Lucas, que hasta ese momento seguía siendo un NN. Lo cierto es que la Policía desmiente esta premisa, y argumenta que fue en busca de Lucas por las calles de Palermo, motivados únicamente por el llamado de la mujer que lo viera gritando desnudo por esa zona, pero no del hospital.
La razón por la cual Lucas se encontraba desnudo, fue porque ya había estado previamente en el mismo hospital, presuntamente con el precario camisolín típico que otorgan a los internados. Lo que argumenta la subdirectora, al respecto de que el hospital se comunicó con la policía para irlo a buscar, se contrapone a lo que declarara la misma días antes, cuando dijo que “el hospital no interviene contra la voluntad de las personas en casos donde la misma no quiere ser internada”.
Los familiares le objetan al hospital que la muerte de Lucas "no puede tratarse de una muerte natural, ya que el sujeto aceleró los tiempos de su propia muerte al exponerse a una situación de riesgo”. En este marco, tal vez no lo médicos, pero al menos el despistante sistema hospitalario, parece haber tenido gran responsabilidad en el fallecimiento de Lucas, o al menos en su celeridad. Muchos se preguntan cómo se escapó Lucas del hospital, la respuesta no es otra que, por la puerta de entrada.
Las denuncias contra el mal desempeño de este hospital no son pocas. Pese al reconocido ejercicio de sus médicos, un sistema imperfecto termina tirando por la borda el trabajo de los galenos, que concluye atentando nuevamente a la salud de la persona que se atendió allí.
Un conocido de este periódico se acercó a esa redacción para contar la pesadillesca historia vivida en ese hospital, previo presentarla y denunciarla por nota al Ministro de Salud, al Director del hospital y al propio Jefe de Gabinete de la Ciudad. Por supuesto, sin recibir respuesta de ningún tipo.
A continuación, Carlos Morán Hidalgo y su “crónica de una internación en el Fernández”:
“Sr. Director del Hospital Fernández:
Partí internado en la cama 1117 el día 2/09/2009, fui sometido con total éxito gracias al excelente equipo médico, a una intervención de cirugía cardiovascular consistente en un triple bypass. Lamentablemente, la primer dificultad la tuve 3 días después, donde advertí que sin haber llegado a la internación con sobrepeso, en sólo 72 hrs, ya había bajado 3 kilos y medio como consecuencia de la deficitaria alimentación, el menú que desatara mi alarma consistía en una porción de puré de zapallo que no superaba los 100 gramos junto a una mínima sopa triplicadamente recalentada. Tanto a mi compañero de habitación como a mí, nos provocó gases y sendas descomposturas de estómago, además de fuertes mareos por los claros síntomas de debilidad. Le relaté mi queja a la nutricionista, quien ensayando una suerte de reto y disculpa me manifestó, `No se olvide que está en un hospital público´, algo similar a, `No se queje que es gratis´. Ahí respondí, `Es que yo llegué acá bien y a 72 hrs. de la intervención me siento débil y mareado, voy a llegar al quirófano arrastrándome´, a la vez que le mostraba una filmación de la porción de puré en cuestión, donde expresaba que la misma no era más grande a un teléfono Nokia 6131. Luego, mientras me levantaba para acompañar a mi esposa hasta la escalera, en sólo tres minutos de ausencia, nos fueron robados los teléfonos celulares a ambos, más allá del costo de los mismos, usted no puede dimensionar la desesperación que produce perder la única vía de comunicación en las circunstancias que estaba atravesando, esa noche tuve que ayudarme con un sedante para poder lograr dormir algo y enfrentar, al día siguiente, la intervención.
Demás esta comentarle, Dr. Lanes, que mi padecimiento no terminó con mi externación, ya que cuando fui dado de alta, me fueron recetados análisis de sangre que debía realizar para presentar en mi próxima visita, el día 29/9. Grande fue mi sorpresa cuando me entere del mecanismo para lograr que me saquen sangre `Tiene que venir a las 7 de la mañana o antes para que en esta ventanilla, que abre a las 9, le proporcionen una fecha, no antes de 15 días, en que tiene que venir nuevamente a las 7 con un ayuno de 12 horas´. Le manifesté a la empleada que era mi sexto día de operado del corazón, me había levantado a las 5 de la mañana y llevaba haciendo 3 hrs de cola, sólo para obtener una fecha de extracción. `Ay mijito, hay gente que está peor que usted´, respondió.
Llegó la fecha de extracción, luego de levantarme a las 5 de la mañana, comenzaron a atender a las 7, se aproximaba mi turno a las 9.50, mientras observaba como sólo 1 de 2 boxes de extracción funcionaban, trataba de entender el por qué de tanta ineficiencia prefabricada. Inexorablemente, todo me lleva a concluir que existe una clara voluntad política en desalentar la concurrencia de la gente a los hospitales públicos. El hecho de citar a la gente dos veces para dar una fecha y otra para realizar la extracción, sometiendo a los pacientes a horas de espera en forma innecesaria, sólo puede tener como objeto demostrar un gran volumen de actividad ficticio.
En mi caso Dr. Lanes, puedo catalogar la conducta del hospital Fernández de criminal y estimo que sea investigada mediante sumario interno, ya que aquí atienden un conjunto de personan valiosas y padecen al igual que los pacientes, las miserias de clase política dirigente”
Carlos Forte