Seamos realistas, el canje de la deuda en default, aunque el gobierno pretenda presentarlo al son de los redoblantes como “la mejor noticia del momento”, tiene una incidencia mínima en torno a los serios problemas económico-financieros por los que atravesamos.
Si bien podemos hablar en una primera aproximación de una medida acertada en cuanto a que promoverá a futuro el aumento de los bonos y la disminución del riesgo país (siempre y cuando salgan bien todas las negociaciones), no puede decirse que resulte ninguna solución compatible con las necesidades inmediatas. Es más, si el acuerdo no se concreta, quedaríamos peor parados que antes.
Con esto no quiero decir que no había que intentarlo, pero quizás si las políticas de este gobierno tuvieran la coherencia fundamentada en el conocimiento con el que cuenta un verdadero estadista, probablemente otra sería la realidad por la que estaríamos transitando.
Resultan tragicómicos muchas veces los intentos desesperados de muchos economistas invitados a programas radiales o televisivos, no sólo tratando de interpretar, sino peor aún, tratando de explicar a una audiencia ávida de entender algo, qué quieren inventar desde el gobierno, quizás reflexionando en su fuero interno que ni siquiera un alumno de primer año de la carrera respondería un examen teórico con semejantes incoherencias.
En otro orden de cosas, es significativo considerar la falta de oportunidad que caracteriza la medida “canje de deuda”, en contradicción con el permanente discurso del “no los necesitamos”, en el marco de un claro desinterés por reinsertar a
Quizás si hubiera que imaginarlos como protagonistas en una obra teatral cosecharían éxitos a mansalva con la obra “Néstor, el rey del disparate y su funcional asistente Cristina”.
Cómo será el nivel del disparate que, como dije en una nota anterior, Barclays, el principal accionista de la empresa británica Desire Petroleum, que ha comenzado a explotar el petróleo en las Islas Malvinas, ha sido designado “Coordinador Global para la reapertura del canje de deuda” por el Estado Nacional. Barclays asesora al Estado argentino y a la vez representa los intereses de los bonistas.
Ya he explicado en varias ocasiones que las cuestiones jurídicas no son mi área ni por asomo, pero no sé por qué me suena a que aquí hay al menos “alguna colisión de intereses” que la disciplina jurídica debe haber previsto hace siglos, ¿No suena “raro” asesorar a una parte siendo el representante de los intereses de la otra?
Pero siguiendo con la dinámica informativa, hace horas nos enteramos de que
En esta propuesta se incluyen garantías atadas a la evolución del PBI, con una opción de bono discount al 2013 y al 2017, cuyo vencimiento operará en diciembre 2033 con un cupón del 8,28 %, incluyendo además bonos globales con vencimiento 2017.
Los nuevos bonos será canjeados por la deuda existente hasta el 2005.
Por último, recordemos que el Gobierno Nacional también ha anunciado avances en las negociaciones de la deuda con el Club de París, por lo que cabría esperar el curso de los acontecimientos en las tres gestiones en virtud de tener un panorama un poco más claro de la situación.
Al menos se espera a futuro alguna buena nueva en torno al comportamiento de la tasa.
Sin embargo, no es menor el hecho de que ninguna de todas estas rimbombantes medidas adoptadas por el Ejecutivo Nacional viabilizan la corrección de errores de fondo cometidos por el mismo en la administración de los recursos de
Nada de todo esto generará en lo inmediato el advenimiento de las tan necesarias inversiones, ni significará una contención para que la inflación detenga su ruta de ascenso.
Quizás Christian Sanz, Director Ejecutivo de Tribuna de Periodistas diría “pan y circo”, pero yo le dejaría sólo el “circo” considerando que este Gobierno con sus dislates, ha reactivado una inflación que cada día nos aleja más del consumo, aunque hace unos meses lanzara unos delirantes planes para reactivarlo y el secretario de Comercio Guillermo Moreno siga bajando los precios a los tiros mientras se hace escoltar por temerarios karatekas cinturón negro.
Nidia G. Osimani