Después del tórrido enero que reunió a la dirigencia del campo con el Gobierno, sin que surgieran soluciones o respuestas aceptables de aquel cónclave veraniego, la llegada del otoño volvió a acercarlos y, por las primeras reacciones que trascendieron tras el encuentro, los reclamos eje del sector siguen empantanados aunque la reunión se haya calificado como “positiva”.

Si bien el gremialismo ruralista viene demostrando tener más paciencia que la que exhibe, a la hora de buscar respuestas oficiales para la variedad de conflictos que se presentan en el abanico productivo agropecuario, el derrotero que siguen los dirigentes está comenzando a irritar a las bases y, aunque los ruralistas nieguen a rajatabla que vayan a encabezar una nueva protesta del campo, sólo la trilla de la gruesa contiene a los chacareros por el momento.

Para muchos referentes del gremialismo del agro, con epicentro en las entidades que representan a los productores de la pradera, la llegada del invierno será el punto de inflexión para la toma de decisiones sectoriales, no sólo porque ya estará levantada la cosecha gruesa sino que también aparecerá clarito el horizonte para la ganadería, mostrando toda la crudeza de la descapitalización que domina la actividad, más allá de los precios de excepción que se computan diariamente en Liniers.

Para entonces, también debería estar definido el vía crucis del trigo, esa incógnita productiva que por ahora los agricultores no pueden decodificar y, sin señales claras, les resulta más que complejo encarar la campaña del cereal nuevo.

Entre ambas estaciones se espera un período de lluvias que podría poner palos en la rueda de las buenas proyecciones que se tienen para la cosecha gruesa, además de la siembra de verdeos que debería dejar buenas mieses hacia la primavera, cuando el alimento para los bovinos de carne no debería ser tema de preocupación.

Claro que antes hay que ver quiénes y en qué situación financiera pueden llegar a esa instancia, cuándo se sumarán los excedentes lácteos que, históricamente, el país intentó volcar a la exportación, sin éxito.

De cara a ese panorama de corto plazo, las potenciales respuestas que Julián Domínguez tendría para los hombres del campo no parecen ser las que espera el sector, siempre y cuando, además, se cumplan las promesas que el ministro hizo a la Comisión de Enlace esta semana, cuando convocó a sus referentes en un inusual horario nocturno que llevó, consecuentemente, a que el cónclave finalizara pasada la medianoche del martes.

Ese día también ocurrió un hecho inédito en los diálogos que siempre han mantenido los ruralistas con el Gobierno: un par de horas antes de la reunión, Domínguez comunicó a los dirigentes y a la prensa en general, informe de prensa mediante, cuáles eran las propuestas oficiales ante los reclamos del agro nacional.

De ese modo, la dirigencia que integra la Mesa de Enlace llegó al encuentro sabiendo en que línea se ubicaban las medidas del Gobierno que, aunque abarcaban temáticas similares a las que había pergeñado el nucleamiento, aportaba soluciones ubicadas en las antípodas de las que pudieron haber imaginado los popes del campo.

“La idea que se negoció es que ni los precios ni las exportaciones de carne vacuna dependan del secretario de Comercio”, dijeron al salir de la cartera rural en la madrugada del miércoles. Algo que saben de antemano, y que Domínguez tiene clarísimo, así como que tampoco puede hacer nada al respecto. No es su jurisdicción y las expectativas de soluciones favorables son entre escasas y nulas.

Los dirigentes también remarcaron que en materia de trigo -stocks y campaña nueva- no hubo demasiados avances. Salieron bastante disconformes en cuanto a la política vigente para la producción y el comercio de granos, en particular del cereal, cuya comercialización está paralizada.

“La gente no puede vender su trigo ni ejercer su legítimo derecho a comercializar su producción”, afirmaron los ruralistas. En las escalinatas del edificio de Paseo Colón al 900 aclararon que se iban respirando un aire distinto, aunque no explicaron si contentos o no, porque los resultados no están a la vista a pesar de que los temas principales fueron planteados.

Una vez más, el Gobierno manejó los tiempos con astucia y logró que el gremialismo del campo saliera de Agricultura sin hablar de nuevos enfrentamientos sino expresando confianza en un próximo encuentro para seguir trabajando en los temas que plantearon, aunque Domínguez jugó a las escondidas con la fecha de la potencial nueva reunión, y hoy por hoy, nadie sabe cómo ni cuándo seguirá esta reapertura del diálogo con las autoridades.