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Argentina en el país de las pesadillas

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CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD…
CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD…

Había una vez una nación joven, acostumbrada a vivir en la hipocresía y la impostura de sus dirigentes. Esa nación se llamaba Argentina, y se acercaba a sus noveles 200 años sumergida en el tedio y la mediocridad.

 

Un día Argentina cayó en un pozo hondo, profundo, casi irreal. Tan increíble fue su caída que al chocar por fin con el piso del abismo siguió en pie. Pero al incorporarse Argentina se descubrió en un mundo desconocido: los animales hablaban, los funcionarios robaban descaradamente y se evaporaban sin problemas, los precios de las cosas subían constantemente pero estaba prohibido decirlo, para no contrariar a su gobernanta. “No debo temer, esto es un sueño, ya despertaré”, se decía Argentina para sí, con la intención de no angustiarse. Inmediatamente se daba cuenta que nada era onírico, ya que al pellizcarse la realidad no desaparecía.

Gobernaba ese mundo la Reina Roja, una mujer de gran temperamento pero muy permeable a creer en la realidad que le relataba su amado y su séquito de funcionarios, quienes habían sido elegidos también por él. La Reina era custodiada por un gran ejército armado, cuyos integrantes eran naipes de juego de azar: más precisamente, todos tenían en su pecho el número “4”, y en todos los casos de “Copas”. Ante la menor contradicción la Reina siempre repetía su latiguillo: “¡Córtenle la cabeza!”. Así reaccionaba ante cualquier planteo que estimara cuestionar su gestión, o simplemente le desagradara.

Un día Argentina se descubrió tan angustiada que sintió que ese mundo debía cambiar. Quienes la querían le advirtieron el peligro: quien se atreviera a querer un cambio debía vérselas con el monstruo más temido,el garante del reinado de la Reina Roja. Ese monstruo era más conocido como el “Modelo”, y quien se atreviera a desafiarlo era pasible del escarnio, el escrache, el ninguneo eterno. Nunca nadie se había atrevido siquiera a cuestionar al “Modelo”.

Llegado el día de la gran batalla, el Día de Elecciones Presidenciales, Argentina en soledad decidió enfrentar al Monstruo. Al verlo, Argentina quedó impactada: el Monstruo tenía dimensiones enormes, contaba con numerosas empresas propias subsidiadas con el fin de garantizar fidelidad absoluta a la Reina Roja; ejércitos de sindicalistas cuyo amor a la causa crecía a la par de las paritarias y negociados que el régimen les aprobaba; hordas de personas hipnotizadas con el péndulo de los derechos humanos, el cual la Reina había encontrado accidentalmente en un arcón recientemente pero convencía a sus hipnotizados que llevaba ese péndulo desde su más tierna juventud; varios animales que al hablar sembraban el terror en la sociedad, incrédula de ver no sólo a animales hablando si no también defendiendo lo indefendible.

Ante este panorama Argentina exclamó: “¡Esto es imposible!”. Estaba a punto de abandonar el enfrentamiento cuando escucho la voz de un Sombrerero extraño, de aspecto abandonado, más conocido como el Sombrerero Institucional. “Esto es imposible…sólo si tú lo quieres”. Argentina se detuvo y pareció comprender todo: que no vivía un sueño, si no que le parecía haber vivido la mayoría de las situaciones que se le presentaban sólo porque estaba recordando; su sensación de angustia no se ajustaba sólo a la tiranía actual, recordaba también numerosas frustraciones vividas en el pasado con gobernantes de distintos partidos pero iguales incapacidades.

Argentina miró al Sombrerero y le dijo: “Conozco por lo menos 600 cosas imposibles antes del desayuno” (*). Y comenzó a enumerarlas una por una, algunas de las cuales eran:

- Que los animales defiendan cualquier cosa y hablen sin pruritos.

- Que los funcionarios sean acusados de ladrones, pero acusen campañas de difamaciones.

- Que el régimen afirme que no hay inflación, pero los supermercados lo nieguen.

- Que el “Fútbol para Todos” acabe con un monopolio en beneficio de más fuentes de trabajo, cuando en realidad un mismo partido es transferido hasta por cuatro canales a la vez con el mismo equipo de periodistas.

- Que el matrimonio gobernante se jacte de redistribuir la riqueza, pero los grandes grupos económicos sean cada vez más poderosos y fuertes.

- Que los monopolios informativos son deleznables, salvo que defiendan a quienes gobiernan.

- Que el desempleo es menor a dos dígitos, cuando quienes dependen de humillantes planes sociales crecen día a día al servicio del clientelismo.

- Que quienes critican la especulación agiganten inconmensurablemente su patrimonio, con la justificación de su olfato para los negocios, habiendo por lo menos dos millones de razones injustificables.

- Que la única integrante de la oposición que le hizo frente al funcionario más despiadado e intolerante sea una pseudo-vedette especialista en amantes famosos.

- Que una senadora de una de las provincias más dependientes de las dádivas del Gobierno central se rebele y habilite a la oposición a sesionar en el Senado.

Cuando terminó de enumerar el último imposible, Argentina tomó coraje, se puso la armadura constitucional y con la espada vórpica (también conocida como la espada de la Verdad) enfrentó al Monstruo y le cortó sin miramientos la cabeza. La Reina entró en pánico y fue detenida junto con su amado: el castigo fue pasar el resto de sus vidas sin consideración popular, algo que no les afectaba, pero con una condena que no podrían tolerar, insoportable: nunca más tendrían poder. El matrimonio gemía de dolor ante esta pena, dando un espectáculo lamentable.

Argentina se sintió levemente reconfortada, se dio cuenta que aún luego de la oscuridad el país podría levantarse. Pero recordó que la misma sociedad que evitó enfrentar a la Reina Roja ya se había dejado engañar en el pasado por demócratas presionados, populistas transformados, inútiles eyectados y mafiosos autoproclamados. El futuro diría si alguien tendría el valor, el respaldo y la entereza de sacar de las pesadillas al país, con todo lo incierto que resulta adivinar el mañana…

Y colorín, colorado…este cuento… ¿terminará bien?

 

(*) Pequeña variación sobre las 6 cosas imposibles antes del desayuno enumeradas por Lewis Carrol, adaptadas a la Argentina actual.

 

Tomás Ryan

 

3 comentarios Dejá tu comentario

  1. La REINA NEGRA está, ante su propio silencio los PEONES DESVANECIDOS RONDAN COMO ESPECTROS pasaportes hacia un MUNDO OSCURO NEGOCIADOS EN LAS TORRES TRISTEZA del ajedrez TRISTEZA de las planicies las CIUDADES cuadriculadas ESCONDIENDO SUS RAICES es domingo, y está todo en calma y DE GOLPE ELLA LLORA alfil (ELLA NO CAMBIA NADA) así, ANTES DE QUE CRUCE EL ALBA alfil (ELLA NO CAMBIA NADA) algo me dice, que SALE EL SOL POR FIN RUINAS de TODAS las GUERRAS SOMBRAS de CORCELES MUERTOS pasaportes hacia un MUNDO OSCURO NEGOCIADOS EN LAS TORRES alfil (ELLA NO CAMBIA NADA) AL FIN SU CABEZA RUEDA EN EL AIRE. INCLUIDO EN EL ALBUM PRIVÉ 1985 LUIS ALBERTO SPINETTA PREMONICION DEL MAGO DE AGUA?

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