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Blumberg: el bienpensante lenguaraz

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FASCISMO BAJO LA PIEL
FASCISMO BAJO LA PIEL

   En el barrio cuando alguien dispara la lengua más rápido que la mente, se le dice que se fue de boca. Luego de ese acto voluntario, el aludido no tenía más remedio que bajar avergonzado la cabeza y rojo como un tomate perita, pedía perdón y hacía raudamente mutis por el foro.

 

    Esto le pasó precisamente a Juan Carlos Blumberg en Mendoza hace un par de días atrás, cuando arrojó a la cloaca la memoria del asesinado Sebastián Bordón; víctima de la brutalidad policial en octubre de 1997. “El chico se drogaba; hizo una mala actuación, agredió a un policía. La policía después actuó mal, hizo cosas que no debía, pero tenemos que poner todo en su justa causa”, puntualizó sin medir lo que estaba diciendo. Seguidamente, ante tamaño exabrupto, un hombre de prensa le hizo saber que según la autopsia practicada al cadáver de Sebastián no existió ningún rastro de droga o de alcohol. Blumberg sintió que se le movía el piso, y sólo atinó a musitar:“Entonces, perdóneme.......no lo sabía.”

    Pero el daño ya estaba hecho.


Mostrando la hilacha

  
Hace apenas un mes, desde este espacio, se buscó dilucidar ciertas aristas fascistoides del nuevo campeón de la clase media argentina, casi visto como un prócer impoluto en una cruzada justiciera. Pero en Mendoza mostró aquello que despaciosamente buscaba meter bajo el ropaje de apolítico, una hilacha bastante conocida en estas playas, que constituye una muestra más de una herencia maldita. Ante tamaña de falta de respeto, Miryam Bordón le salió al cruce con justa indignación: “Blumberg no conoce la causa y por lo tanto no puede opinar. Esa campaña de la droga ya la hizo la policía de Mendoza, y ahora es Blumberg el que ensucia a mi hijo. Algo que no voy a permitir, pues parece que está justificando la muerte de Sebastián”.

    Sí, tiene toda la razón la mamá de Sebastián. El bueno del señor Blumberg se acercó con ese concepto a la derecha de Carlos Ruckauf, el heraldo de la mano dura vernácula. Pues no sólo opinó sin saber la realidad de una muerte atroz, sino que su actitud recordó aquella nefasta frase “por algo será” ; proferida por aquellos que no querían solidarizarse con el horror de las desapariciones de los 70.

    Entonces, para Blumberg “poner todo en su justa causa” es por un lado poner la memoria de Sebastián en un platillo de la balanza, y en la otra la actuación policial.  ¿Qué pesa más, en esta medición espantosa?. Obviamente que para el jefe de la cruzada, según lo que alegó antes de arrepentirse, estuvo bien reducir y detener a Bordón porque sólo se trató de un lumpen drogota y borracho. Y que posteriormente haya muerto, producto de que “la policía hizo cosas que no debía”, sólo es un aditamento posterior.

    Esto es auténticamente de terror, una confirmación corregida y aumentada de que el Proceso en determinadas mentes y estratos sociales aún goza de buena salud. Y que, como en muchas ocasiones, por la boca sigue muriendo el pez.

 

 Fernando Paolella

 

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