Si hubiera que definir el modelo macroeconómico griego durante más de una centuria podría decirse que no sólo se fundamentó en el permanente déficit fiscal, el excesivo gasto público y la manipulación fraudulenta de los índices oficiales, sino que además, tamaña ficción se sostuvo en el clientelismo y prebendas por parte del poder político de turno a sus “sostenedores” o dilapidación de recursos públicos en la compra de voluntades (cualquier semejanza con nuestra realidad, obviamente, será mera coincidencia….)
El criterio rector a la hora de administrar los recursos del Estado fue el de anteponer las apetencias políticas sectoriales o individuales antes que la conveniencia nacional frente a la realidad de los mercados internacionales de un modo bastante más pronunciado que lo que ocurre de manera habitual, concepción que culminó en las terribles escenas que hemos visto en sus calles durante las últimas horas y nos trae amargos recuerdos. Lástima que no podamos garantizar que esas escenas no vayan a repetirse en breve, quizás esta vuelta suplicante al FMI bajo la apariencia de autosuficiencia no sea más que un modo de llegar al 2011 antes de que esta crisis de desate nuevamente.
Si hay algo seguro en nuestro país a futuro mediato es un nuevo colapso, con la salvedad que antes, las crisis mundiales eran mucho más esporádicas, y actualmente, tenemos focos por todos lados, lo que complica aún más el panorama.
Pero volviendo al “caso Grecia”, podría decirse que si bien la concepción de poder en la antigüedad era la posesión de tierras, desde la época de la liberación otomana sus personajes más prominentes en ese país, no lo ostentaban por su calidad terrateniente, sino justamente por ser los “recaudadores tributarios” para sus otomanos gobernantes.
Es decir, que en Grecia, la concepción del Estado nace, no como un protector de la propiedad privada sino que el Estado se concibe como la principal fuente de ingresos y ese es el motivo por el cual hasta esta crisis tuvo las características descriptas en párrafos anteriores.
En cuanto al funcionamiento de la economía, el consumo se activaba básicamente a partir de la creación de puestos de trabajo en el Estado, constituyendo así una de las burocracias más grandes del mundo.
En su sistema tributario obsoleto encontramos también desajustes interesantes, tales como impuestos a transacciones que favorecen a grupos que nada tienen que ver con esa transacción o directamente actividades inexistentes.
Un ejemplo clásico de cátedras tributarias en la universidad, es que cualquier individuo que pretenda iniciar una actividad comercial en Grecia debe pagar el 1 % del capital con destino a las jubilaciones de los abogados (¿?)
Si se adquiere un boleto para viajar en barco, el 10 % del valor del mismo se destina a los trabajadores estables del puerto (bueno, este al menos anda más o menos cerca).
Si se venden insumos a las FF AA, se le carga al vendedor el 4 % para las pensiones militares en general.
Ahora bien, los más descabellados son los impuestos a actividades que hace demasiado tiempo dejaron de existir, como por ejemplo el porcentaje que se añade a quienes pagan por atracar un barco en el puerto y se destina a “los faroleros de la isla de Santorini”, que se deben haber extinguido hace como 100 años.
Inútil tratar de entenderlo, nadie sabe a dónde va a parar esa recaudación.
El 70 % de los salarios griegos se pagan con impuestos, lo que significa un gasto público descomunal.
Asimismo, el altísimo proteccionismo de su industria ha generado por un lado, un importante retraso tecnológico -lo que le ha impedido competir con el resto de países de similares características y desequilibrar su balanza comercial-, y por otro, que su Producto Bruto Interno, sean insuficiente.
Otro aspecto importante a considerar son los llamados “activos tóxicos”.
Estos activos son fondos de inversión muy bajos creados a partir de hipotecas a personas de bajos recursos, lo que hace los hace de valor cercano a cero.
En este contexto, se cree que la deuda griega tiene esta categoría dado que a pesar de la ayuda recibida, las condiciones son tan extremas que probablemente no pueda cumplirlas.
Cuando los países ayudan a los bancos, es decir, cuando los Bancos Centrales de los países prestan sus fondos a bancos privados, esto genera una enorme deuda.
Si además hay exceso de circulante, mucha emisión y tipos de interés bajos, se crea la famosa “burbuja”, que como no puede ser de otro modo, estalla en el momento menos pensado.
Por último, es importante tener en cuenta que Grecia adoptó como moneda al euro, frente a lo cual, no le es posible devaluar como medida alternativa para salir de la crisis, es decir que tiene un enorme problema de rigidez cambiaria, sin poder devaluar ni emitir moneda.
Para los países que conforman la Comunidad Europea las deudas públicas no pueden superar el 3 % del PBI, y la de Grecia está en el 14 % del mismo.
Por estas horas ya se habla del peligro de extinción que corre el euro.
Nidia G. Osimani