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La cinta blanca

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CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA
CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA

Ficha técnica:

 

Título para Latinoamérica: La Cinta Blanca

Título original: Das Weisse Band (alemán) -The White Ribbon (Inglés)

Dirección y Guión: Michael Haneke

Género: Drama – Solo apta mayores de 16 años.

Reparto: Leonie Benesch (Eva), Josef Bierbichler, Rainer Bock (doctor), Christian Friedel, Burghart Klaussner, Steffi Kühnert, Ursina Lardi, Susanne Lothar, Gabriela-Maria Schmeide, Ulrich Tukur (el barón).

Diseño de producción: Christoph Kanter

Fotografía: Christian Berger – Montaje: Monika Willi

País: Alemania, Austria, Francia e Italia - Año: 2009 - Duración: 144 mts.- Estreno Argentina: 2010

Hurgando a tiempo completo en lo más profundo de la condición humana, el director austríaco Michael Haneke, nos plantea un drama ambientado en los primeros años del S. XX. Hacia un público elitista, la historia plantea las contradicciones de una comunidad en apariencia normal, pero que esconde una psicopatología manifiesta.

A instantes del asesinato del Archiduque de Austria en Sarajevo -desencadenante de la I Guerra Mundial - una voz "over", cuenta en orden cronológico, una serie de sucesos extraños que ocurrieron cuando antaño el narrador ejercía de maestro.

En este contexto, un granero es incendiado inexplicablemente dando comienzo a múltiples sucesos que alteran la tranquilidad de una comarca al norte de Alemania. El maestro de escuela primaria iniciará una investigación cuentapropista que develará los increíbles misterios ocultos de la comunidad.

Planteado el “eje del mal”, Haneke, nos ubica en una estética diferente: filmada íntegramente en blanco y negro –justificada por una atmósfera obsesiva- pone al espectador, diálogos agudos y rostros desencajados y ocultistas. Es a no dudarlo, uno de los directores “diferentes” de la industria cinematográfica contemporánea. Sutil para contar historia realistas, pero con tiñe provocativo que exponen sus personajes las miserias más ínclitas del sujeto pensante. Por lo descripto hasta aquí, la obra es un verdadero hallazgo del séptimo arte. Pero tiene este metraje, algunas aristas a explorar que demeritan al mismo. En primer término, demasiados “tiempos muertos”, que tienen valor relativo si son bien justificados. Pero en este caso, entorpecen el guión. Esos momentos silenciosos, que parecen no transcurrir y son denotadores de suspenso y emoción creciente.


Más aún, enlentecen un ritmo incresciente, que envuelven al espectador y lo hace partícipe de decisiones morales y estéticas. Hay que tener en cuenta que la película no posee banda sonora ni escenas de violencia o cruentas. El guión se envuelve en demasiada solemnidad inquietante.

Estéticamente, se advierte que el abuso psicológico que se enfrenta en cada apertura de plano de la cámara. Para recordarnos ese eje del mal, puede ser advertido por menores, nos coloca ante deliciosos parlamentos con “niños felices” que no lo son tanto. Infantes que son abusados en lo más íntimo de su psiquismo. De esta manera, disfraza con pseudo-optimismo, los deseos y conductas más abyectas de los adultos.


Ulrich Tukur: en la piel del barón. Cumple con suficiencia, su delicado rol. Mediador de entre el orden comunitario y técnicas pedagógicas oscuras

Un análisis semiológico del discurso nos ubica en un interesante plano: imaginarnos como la represión sistémica, la explotación, el racismo y todo tipo de discriminación a lo diferente, empollará lo que más tarde, será el régimen nazi. Toda esa psicopatología destructiva iniciática de 1933 tendrá su basamento en estos tiempos de preparación. Por eso, planteamos la dificultad digestiva de este film. Por momentos inextricable, o ininteligible. Pero una posterior lectura sintetizadora lo legitima.

Se podrá adherir a estos postulados cinematográficos a favor o como detractores. Pero nunca estaremos indiferentes ante este director fetiche del Festival de Cannes. Películas como Código desconocido (2000) y La pianista (2001), han sido galardonadas en su filmografía. Con un tópico transversal en todas ellas: el uso de la violencia o coerción psicológica y la culpa en la sociedad occidental. Nada se le escapa. Como tampoco, lo intencional de los escenarios, la tensa calma que inquieta, perturba y conmueva simultáneamente.

Cuando todo parece descripto, el final inquieta una vez más. Culpa de esa estética documentalista, los rostros del eje del mal, son develados. Y todo parece tranquilizarnos. Sólo, una lógica de las apariencias. El mal continúa…

 

Gustavo Contarelli

Puntaje del film: 4Tribunas

Puntaje actor protagónico: Ulrich Tukur (el barón) 5 Tribunas

 

Referencias:

5 Tribunas: excelente/imperdible

4 Tribunas: muy buena

3 Tribunas: correcta - buena

2 Tribunas: regular

1 Tribuna: mala/pésima

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. Hola Gustavo Felicitaciones por tus interesantes articulos. Coincido que la historia es por momentos tediosa. Pero al final, todo queda aclarado. Besos Vilma

  2. Sigo las películas de Michael Haneke. De un gran presente y mejor futuro. A veces, sus hitorias no son fáciles conceptualmente. la cinta blanca, es una excelente obra, sin dudas. Saludos maría de los ángeles

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