Reflexionaba Lito Nebia “….si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga….”
Claro que esa verdadera historia suele ser artesanalmente disfrazada por sus ejecutores, maestros en el arte de la simulación orientada exclusivamente a salvaguardar sus intereses personales o del colectivo al que pertenecen.
Interesante entonces resultan quienes justifican permanentemente sus dichos sosteniendo que “fulano o mengano” lo dijeron, otros autores que pueden estar tan equivocados como el justificador en cuestión. Y ahí estriba el problema. ¿Cuál es la verdad? El objeto en sí desprovisto de mirajes personales. Resolución extraordinariamente difícil ya desde el comienzo.
¿Y como se podría empezar a avanzar hacia la verdad? Quizás teniendo el valor de apartarse del propio programa mental.
Pero para semejante prueba de valentía, de inteligencia, habría que ser muy libre, tener la osadía de replantearse todo el propio sistema de creencias, quedar hasta vacío de propias presunciones asimiladas a fuerza de asociaciones al propio programa psíquico pre implantado. Ser capaz de dudar, algo que haría temblar lo cimientos psíquicos de varios críticos compulsivos.
Hay que ser capaz hasta de volver sobre los propios pasos y sonar muchas veces hasta contradictorio ante un mundo que no asimila la idea de la “relatividad”, o como decía mi abuelo “en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira”. Y si, mi abuelo circunscribía su dicho a “este mundo traidor”, ningún otro.
Si, señoras y señores, despiertos y dormidos, asiduos practicantes del pensamiento lateral e incrédulos, como no podía ser de otro modo, la elite global también diseñó las currículas de formación superior, sobre todo las inherentes a las llamadas “ciencias económicas”, y en esta implantación programática de teorías liberales, quizás haya o no ciencia, ya que su conceptualización (al menos la que tradicionalmente se tenía) está siendo con muy buen criterio, reformulada a partir del nuevo paradigma que inexorablemente y como producto natural de la lenta evolución, se está volviendo a gestar.
Y con la misma convicción generada a fuerza de prueba y error, sé que ante esta afirmación se me va a tildar (con la mejor onda, claro está, como siempre) mínimamente de contradictoria. El problema es que ese ya deja de ser mi problema.
Parecería, a partir de las hipótesis que sustentan al nuevo paradigma que mencionaba más arriba, que hay millones y millones de profesionales diseminados por el mundo defendiendo casi con su vida, ideas que les metieron en la cabeza y si se permitieran dudar un sólo segundo, probablemente su derrumbe psíquico sería tan estruendoso que no encuentran más alternativa que la defensa sistemática, no sólo contra aquellas ideas incompatibles con su estructura mental bidimensional, sino que el terror ante la sola idea de que pudieran estar equivocados y tener que admitir que todos aquellos a quienes llaman locos o estúpidos o alejados de la realidad, alienados, delirantes, tuvieran algo de razón los perturba tanto que no dudan a la hora de descalificar brutalmente como una jauría sedienta de sangre, porque de manera individual probablemente no se atreverían. Por las dudas, ¿vio?... a ver si los loco-estúpidos tuvieran razón y los dejaran mal parados frente a “su círculo de amistades selectas”.
Retomando entonces la cuestión sobre las currículas armadas por los titiriteros, quien no haya andado desorientado por los claustros académicos habrá advertido que fuimos, somos y seremos manipulados en nuestra formación universitaria. Claro, uno puede hacerse el tonto mientras estudia y una vez egresado proclamar a los cuatro vientos que se dio cuenta de todo, o puede seguir repitiendo como loro autores clásicos aún luego de los posgrados.
Por ejemplo, muchos descalifican a autores que han desarrollado brillantes teorías económicas por el hecho de que se graduaron de matemáticos y no de economistas, y en ese argumento pueril justifican su desacuerdo. Son los mismos que idolatran a economistas como Milton Friedman, cuyas recetas son las seguidas a pie juntillas por el Fondo Monetario Internacional, organismo que aniquiló sistemáticamente a los países en desarrollo como el nuestro y sigue masacrándolos imponiendo reglas que no paran de generar miseria económica, miseria educativa, miseria sanitaria, desastres ecológicos por propiedad transitiva….. ya parece al menos demencial, por no decir, rayano en el más profundo desconocimiento. A menos, claro está que confiesen directamente como ese lector que por correo privado me dice que le molestan tanto los pobres que desde su altísima posición económica hace donaciones no sólo porque eso le redunda en exenciones impositivas que le permiten seguir acumulando riqueza sino que además, ayuda a que estos infelices (como él los llama), desaparezcan por momentos de su vista. Eso sí que es ser muy consecuente consigo mismo!!.
Como hemos “malentendido” algunos de nosotros entonces, las currículas educativas de todos los niveles no están elaboradas de manera inocente.
Las de primaria nos meten en la cabeza la historia distorsionada, o lo que he descripto varias veces como “la falsabilidad de la historia”, las de secundaria procuran que aprendamos “un poco de todo, pero nada de algo” en lo que se define como un conocimiento “mas amplio” ¿¿?? sobre varias disciplinas de modo tal que no deje de cumplirse la ley general por la cual “todo egresado de ese ciclo salga más burro de lo que entró” a efectos de que llegue al nivel universitario lo suficientemente poco preparado como para no advertir que ahí es donde le darán el plato suculento.
Una vez en la universidad, y tomando como ejemplo al estudiante de ciencias económicas, las grandes estructuras del poder se constituyen en líneas rectoras de legitimación de un saber inductor de una cierta comprensión de la “realidad” con ciertas particularidades de suma utilidad para todo el sistema, tal como ellas lo pretenden.
Poder y saber entonces, constituyen dos productos cuidadosamente preestablecidos por los constructores del hipotético “pensar” en aras de organizar el control social en todo.
Veamos, ¿quiénes diseñan las currículas de lo que nos obligan a aprender para darnos el tan ansiado premio, esto es, el título profesional? ¿Son los mismos que ya han sido adoctrinados y siguen repitiendo como loros parlanchines lo que a ellos mismos les hicieron creer como verdadero, bochando sistemáticamente a cualquier estudiante que ose plantearlo de otra manera? ¿son entonces los mismos que discriminan a alguien que perfectamente “podría” (o no) ser un genio por el sólo hecho de que elabora teorías económica desde su formación matemática o idolatran a economistas cuyas teorías han resultado probadamente de sobra criminales en su aplicación aniquilando generaciones enteras, despojándolas de todo?. Claro que en connivencia con políticos locales, pero este análisis es harina de otro costal.
Parecería entonces mucho más que interesante empezar a plantearse cómo o de dónde nace cada hipotética erudición disciplinar y cuáles son sus sustentos teóricos, digo ¿no?, ya que esos argumentos curriculares se grabarán a fuego en los cerebros de muchos jóvenes que luego deambulan de adultos por el mundo repitiendo las mismas falacias que sus antecesores y están tan cristalizados que es imposible proponerles siquiera un mínimo acto de introspección como para al menos dudar de si son tan dueños de la verdad como siempre creyeron.
Estos profesionales, formados en torno a estructuras curriculares diseñadas ad hoc para servir “al sistema”, son quienes han llevado a adelante en los últimos casi 60 años la política económica mundial y ostentado cargos jerárquicos dentro de instituciones educativas.
Analizar con cuidado la manipulación en la enseñanza académica de los estudiantes de ciencias económicas a nivel global, pone en evidencia la influencia de la elite en su tarea de amasar cerebros hasta moldearlos y transformarlos en dúctiles herramientas para sus propios fines. Estos profesionales de cerebros disciplinados, incapaces de aceptar nada que no encaje con sus programaciones inalterables, asesoran muchas veces a gobernantes que ejecutan esas políticas sobre sociedades cada vez más perjudicadas.
Este hecho, es digno de ser investigado, el problema es que en lugar de que alguien que lo advierta en tanto esté en poder de hacerlo o sucumbirá a las presiones de sus colegas o será eyectado de su cargo, por eso, se designan “Comisiones investigadoras”, porque se sabe que este mecanismo arroja resultados cero, salvo muy, pero muy raras excepciones.
Estas afirmaciones, suelen ser tomadas mínimamente por los críticos como de alguien alienado que formula denuncias retrógradas de alucinante antiimperialismo sin sustento, y en realidad, para ser honesta, no es algo que me desaliente en lo más mínimo en mi labor cotidiana de planteos, observaciones y procura de respuestas.
He presenciado muchas veces las reacciones exageradas que genera a alguien con concepciones cristalizadas en materia económica por ejemplo, cuando se le dice que un Nash efectivamente tiró abajo décadas y décadas y más décadas de creencias en esta materia a partir de sus descubrimientos sobre la Teoría de los juegos de Von Neumann y Morgestern.
Dicho de un modo sumamente resumido, Adam Smith, considerado el padre de la economía, planteaba que el nivel más alto de bienestar de una sociedad se alcanzaba cuando cada individuo, de manera egoísta lo buscaba sólo de modo individual.
Nash, a partir de la teoría de los Juegos demuestra que este máximo bienestar se logra en la medida en que cada individuo trabaja por su propio bienestar pero sin perder de vista el bienestar del resto de los individuos que conforman ese grupo.
Como este, hay cientos de ejemplos mas, capaces de rebatir los discursos que la elite quiso siempre y sigue queriendo que creamos, claro que estas teorías, estos descubrimientos, estos “razonamientos”, nunca se dictan en las cátedras o suelen decirse a medias donde por ejemplo otro de los problemas es que la cantidad de temas obligatorios que debe incluir cada materia excede el número de clases de la cursada y se dan por encima, de modo superficial y hasta a veces, ambiguo, sin más posibilidades que esas, creando en el alumnado (salvo raras excepciones) una sola motivación: “sacarse de encima esa materia” y seguir en carrera para ganarse el premio que (según él cree), le dará otro prestigio social o le permitirá ascender en su escala de poder adquisitivo.
Pensemos que quienes manejan la economía y asesoran sobre ella a políticos, empresas, etc., son los que mejor han respondido al chip implantado por la elite. Cualquier profesional que cuestione o tenga algún atrevimiento de “idea innovadora” debe ser eyectado inmediatamente del sistema para que no genere revuelo en el gallinero, y hasta podría alterar la distribución de la riqueza y del poder en millones de personas.
Entonces obviamente, ¿qué mejor que mantener ciertos conocimientos ocultos?. Y si no se puede ocultarlos del todo, al menos semiocultarlos o distorsionarlos mandando a los “soldaditos” del chip a combatir todo intento de insurrección… al fin y al cabo, los soldaditos también se llevan su premio por ser fieles ejecutores de los planes estratégicos diseñados por la elite.
Nidia G. Osimani