Mucho se habla por estos días sobre la incidencia del nuevo episodio coronario en la eventual candidatura presidencial de Néstor Kirchner para las elecciones de 2011.
Hay una corriente de opinión mayoritaria, en la que se encolumna el agudo Jorge Asís, por ejemplo, que asegura que será Cristina Fernández Wilhelm la candidata del espacio, ya que Néstor no correrá el riesgo de morir en el intento de acometer una campaña tan dura, y un eventual nuevo mandato presidencial. Diremos que suena coherente.
Si, tal como indica la lógica más elemental, se decidiera preservar a Néstor del desgaste de la campaña y de otro mandato formal, la realidad es que sobran candidatos para aparecer en la foto junto a Cristina y "vos".
Scioli, Boudou, Sabatella, Cabandié, Capitanich, Gioja y hasta el pintoresco Maurice Closs son apenas algunos de la larga lista de quienes tranquilamente se pararían detrás del cartel y asomarían la cabeza por el hueco que hace tres años ocupó el rostro de Julio Cobos.
Pero me pregunto si verdaderamente tiene mayor sentido esta proyección especulativa, cuando en realidad constituye el árbol que tapa al bosque.
Personalmente me asalta una preocupación distinta, y algo de esto ya se habló luego del episodio coronario del pasado mes de febrero:
¿Se encuentra al 100% de sus capacidades intelectuales el hombre más poderoso de la Argentina?
Al cabo de dos episodios cardiovasculares que requirieron cirugía de urgencia en apenas 7 meses, ¿habrá tenido Kirchner la enorme fortuna de no sufrir ningún tipo de consecuencia neurológica?
Esta posibilidad desde luego que será negada de raíz por cualquier oficialista, y difícilmente será abordada con firmeza por algún dirigente opositor, ¿pero no es acaso un tema de seguridad nacional la corroboración del genuino estado de salud del hombre que dicta todas las políticas oficiales en la República Argentina, desde las meramente coyunturales hasta las trascendentales?
Si evaluamos algunas de las ofensivas lanzadas por Kirchner luego de su intervención del pasado febrero podemos concluir que existen, cuanto menos, una extraña falta de profundidad en el análisis previo y una peligrosa radicalización de posiciones que no le favorecen ni al país ni al propio kirchnerismo.
Basta ver los últimos movimientos para advertir que el Kirchner de 2010 está haciendo cosas que, probablemente, no hubiera hecho el Kirchner de 2004.
- La persecución cinematográfica de los hermanos Noble Herrera para incautarles las ropas y el “silenzio stampa” posterior a los resultados negativos de los análisis de ADN.
- El papelón del informe "Papel Prensa: La Verdad" que acaba de ser rubricado hasta por el propio Verbitsky cuando reconoce que en el informe no hay pruebas concretas sino apenas indicios y sospechas.
- La caprichosa caducidad de la licencia de Fibertel horas antes del evento anteriormente citado, que operó más en contra que a favor de la posición del gobierno. ¿Para qué hacerle una ladina zancadilla al rival cuando ya tenía fecha y hora el supuesto golpe de knock out?
- La orden de no dar quórum en diputados para el proyecto de seguridad ante salideras bancarias para poco tiempo después bajar y votar favorablemente. Algo que dejó al bloque oficialista de la cámara baja como un grupo de disciplinados militantes al que sólo le faltaba el micro estacionado en la esquina.
- Finalmente, el acto del jueves 9, donde además de tirar una bomba en el propio living kirchnerista cargó contra las instituciones de la república y patentizó el discurso de "yo o el caos".
Todo esto pareciera hablar de una persona emocionalmente desestabilizada, que está reemplazando su fino olfato político por un primitivo instinto de golpear a tontas y locas. El coyote que corre hacia adelante y cuando se le termina el piso queda corriendo en el aire, hasta que se cae.
Si bien estos desatinos podrían ser adjudicados a la coyuntura política desfavorable, ¿serán éstas decisiones tomadas con pleno dominio del propio discernimiento?
Conociendo el tipo de gobernante que es Kirchner, cultor del "atendido por sus propios dueños", uno se pregunta si no corremos riesgos 40 millones de personas viviendo atados de manera absoluta a los designios de una persona que ha sufrido dos intervenciones de urgencia por cuestiones coronarias en apenas 7 meses.
A un gobierno que ni siquiera es capaz de brindar conferencias de prensa, no se le puede pedir que tenga un gesto de seriedad institucional como el requerido, pero es esperable que, cuanto menos puertas adentro, alguien tenga el sentido común de detenerse a pensar en este tema.
Lamentablemente y sin ánimo de ironizar, en lo que va del año Kirchner tuvo más visitas a Los Arcos que al Congreso de la Nación.
Fabián Ferrante