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El avance político, cultural y económico de América Latina al momento del Bicentenario de su independencia, resulta ya inocultable hasta para los sectores de las finanzas globales que en las últimas décadas quisieron mantenerla en el rol de "patio trasero" de los Estados Unidos.
La revista The Economist, que se edita en Londres, pero que influye a ambos lados del Océano Atlántico, le dedicó a nuestros países un número reciente.
¿Es la Argentina como Canadá, es Brasil comparable a los Estados Unidos? Los paralelismos nunca son justos, pero los editores de la revista decidieron disparar el debate al publicar una tapa con un mapa invertido del continente, que emula una obra del artista uruguayo Joaquín Torres García y que siempre fue del gusto de los sectores de izquierda de la región.
Las economías del Sur crecen ahora en relevancia y algunos piensan que podría achicarse en forma sustantiva la distancia que las separa con las del Norte.
El título del informe refuerza la idea de una mayor independencia y relevancia global del continente: "el patio de atrás de nadie".
La visión de The Economist, revista que ha sido fuerte defensora del neoliberalismo, apunta a montarse sobre el éxito de la región en estos últimos años y a reiterar recetas repetidas.
Para la publicación, se han registrado muchos avances en términos económicos y sociales en nuestros países, pero aún restan muchos "desafíos".
Y según su visión, existe un gran "peligro": que el "triunfalismo" por haber escapado a los efectos negativos de la crisis financiera internacional, impulsen el "retorno" de un "mayor" rol del Estado.
La revista no piensa, como lo hacen la mayoría de los presidentes de la región, que es justamente un mayor rol del Estado el que ha sido determinante para el éxito relativo que se registró en los últimos años.
La estrategia de la publicación hace recordar lo que ocurrió cuando los "tigres asiáticos" tuvieron su momento de gloria en los años 70 y 80.
Era tan inocultable entonces el éxito de aquellas economías, que los organismos financieros internacionales —el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial— y otros sectores recostados en el neoliberalismo tuvieron que salir a dar explicaciones acerca de por qué había sido posible tal desempeño.
La respuesta, para ellos, estaba escrita de antemano: decían que esos países habían tenido éxito por cumplir, justamente, con las recetas que esos organismos proponían al resto del mundo —economías abiertas, salarios bajos, altos niveles de ahorro, desregulación económica, gran espacio para el sector privado—.
Nada decían aquellos informes del gigantesco papel que jugó el Estado en el Este Asiático para impulsar, con subsidios y múltiples beneficios, a las empresas que salieron a competir en el mundo contra las compañías norteamericanas y europeas.
El debate de por qué América Latina atraviesa un gran momento económico, que impacta positivamente en los índices sociales continuará.
Los desafíos que aún enfrenta la región en términos de productividad, innovación, servicios sociales y sustentabilidad ecológica son también más que concretos.
Seguramente deban ser los propios latinoamericanos quienes deban poner en la balanza y analizar la envergadura de esos obstáculos que todavía tienen que encarar y, luego, definir cuáles son las mejores formas para superarlos.
Nicolás Tereschuk
NA
Los países de América Latina que progresaron fueron aquellos que abrieron su economía, se insertaron seriamente en el mundo, exportaron, se modernizaron y sostuvieron un sistema político republicano y democrático. Entre ellos Chile, Uruguay, Brasil, Colombia. En cambio, otros tuvieron tremendo viento de cola por el precio del petróleo y la materia prima, tuvieron las circunstancias mas favorables de la Historia, recibieron un flujo de divisas que jamás se había recibido, y sin embargo lo despilfarraron en retroceder a los años 70, o peor, con populismos, corporativismo, o lisa y llanamente virajes al comunismo prehistorico (Venezuela y sus stelites Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Paraguay), y la Argentina. Una década perdida y despilfarrada por los países del segundo grupo. Los centenares de miles de millones de dolares que recibieron pudieron servirles para pegar un salto cualitativo, pasar a ser países de un nivel superior al que gozaban, pero, lamentablemente, se gastos todo en populismo y corrupción, a la par que se desarticuló el sistema republicano, y la cultura del trabajo, con consecuencias que dejarán secuelas graves en estos países, que solo podrán ser superadas de a poco con mucho esfuerzo y laboriosidad.
Estoy de acuerdo con el comentario del Sr Pedro Guernica. Además no hay que olvidarse que Argentina, antes de instalarse el populismo fué uno de los paises más poderosos y prestigiados del mundo, luego entramos en decadencia y llegamos a lo que somos hoy que hasta nos superan aquellos pasises que no figuraban hace unos años. Nosotros, seguimos con el "Che", Maradona, la justicia social y la justa distribución de la riqueza, después de haber destruido las bases culturales y todos los principios éticos o morales, los premios y castigos, las libertades individuales, el estado de derecho, la igualdad ante la ley y el límite del poder, la República y el Federalismo ¡¡ Somo uno piola bárbaro papá, total le echamo la culpa a lo yanqui, a lo moishe y a la banca Morgan !!