El shock político generado por la muerte de Néstor Kirchner forzó al Gobierno a diseñar una estrategia de emergencia, que se extenderá hasta el fin de verano, cuando se comenzará a transitar una etapa de mayor normalidad, ya de cara a los comicios presidenciales.

Nadie podrá reemplazar por generación espontánea al líder muerto y, mucho menos, contar con el poder necesario para darle un cierto equilibrio a las pulsiones de la política doméstica, pero son varios los que se pusieron en la primera fila para evitar cualquier imagen de debilidad del Gobierno.

La propia Presidenta hace esfuerzos para aparecer en público con la dosis de fortaleza necesaria a pesar de que se sabe, y es lógico, que se encuentra demolida por el dolor.

Así fue que mostró un mejor talante en varios actos públicos, como en la presentación de dos autos de firmas francesas. En uno de ellos se puso al volante de unos de los vehículos presentados, en una clara y no casual, simbología del tiempo por venir.

La semana que viene viajará a Corea, a la Cumbre del G-20, cuando se da un delicado equilibrio económico global, por la denominada "guerra de divisas" que separa aguas entre los países, en especial, entre los desarrollados y los emergentes.

Es que el parate económico en los Estados Unidos y Europa lleva a los gobiernos poderosos a presionar sobre los tipos de cambio de otras naciones, con el fin poder colocar los productos que no pueden ubicar en sus propios mercados internos.

En el nuevo escenario político argentino, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zaninni, se erigieron en los mayores armadores de políticas, luego de la Presidenta.

También el ministro del Interior, Florencio Randazzo, se ubicó en la primera línea de fuego y tratará de unir voluntades en el Justicialismo, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires, donde la tropa se encuentra en estado de convulsión.

Por su lado, el ministro de Planificación, Julio de Vido, volvió a elevar sus acciones, que se habían devaluado en los últimos tiempos, y afianza su papel de interlocutor con las corporaciones empresarias, donde goza de cierto prestigio.

Aquí también juega un rol de importancia el ministro de Agricultura, Julián Dominguez, quien con mucha paciencia acercó a la Federación Agraria de Eduardo Buzzi y provocó el quiebre de la Mesa de Enlace.

Por izquierda, la Presidenta fue rodeada por las fuerzas políticas y sociales que en su momento conformaron la "transversalidad".

Desde allí se dice que Néstor les había dado aire de nuevo para el relanzamiento de esta alternativa que nació en 2003 y que se fue diluyendo cuando el ex Presidente optó por atarse al aparato histórico del PJ,

También los organismos de derechos humanos, como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, salieron a evitar que la jefa de Estado refleje debilidades que puedan ser aprovechadas por los "enemigos" ideológicos.

Hebe de Bonafini quiso lanzar la campaña "Cristina 2011", aunque luego se le aclaró que una candidatura tan anticipada solo tiene destino de desgaste prematuro.

Mientras que por el lado de la juventud, será Máximo Kirchner el catalizador de esos miles que se movilizaron en los funerales de su padre.

Máximo se encargará primero de hacerse cargo de los negocios de la familia y en seguir su derrotero de formación, antes de pretender ubicarse en un mayor plano en el escenario de la política nacional.

A no ser, claro está, que esa misma juventud, que se consideró la heredera del testimonio del ex Presidente considere que los tiempos se han precipitado y que urgen las reformas.

Fue Aníbal Fernández el que tuvo que imponer un rápido equilibrio entre las fuerzas internas del justicialismo, cuando debió frenar una embestida feroz contra Hugo Moyano, cuando dijo que la CGT es la "columna vertebral" del Gobierno.

Varios intendentes bonaerenses que cuestionan con dureza la presidencia de Moyano del PJ provincial consideraron que ha expirado el tiempo político del camionero, siempre apuntalado por Kirchner.

La jefa de Estado nunca profesó la misma religión que Moyano, pero sabe mejor que nadie que no es momento de nuevas tormentas en lo más alto del poder.

Si bien casi todo está por verse de aquí en más, Daniel Scioli se ha convertido en otro pilar para Cristina y el gobernador ha dejado de escuchar las voces, partidas del Peronismo Federal, que lo tentaban con un salto de la filas oficiales.

Ese espacio se encuentra en estado deliberativo y hasta existe un claro alejamiento de Francisco de Narváez, el gran ganador de las elecciones del año pasado.

El más dubitativo por el tiempo por venir es Felipe Solá, quien no ocultó su impacto por lo sucedido en el país durante esta última semana, mientras que Eduardo Duhalde ya anticipó el lanzamiento de su candidatura presidencial en diciembre.

La misma aspiración tienen los gobernadores Mario das Neves y Alberto Rodríguez Saa, mientras que Carlos Reutemann tomó distancia de todos.

Por estas horas, entonces, se habla de la fractura del PJ Federal, agrupación que había podido crecer como la contracara de Néstor Kirchner.

En la UCR también se mueve el tablero con rapidez, y Ricardo Alfonsín lanzará su candidatura el 3 de diciembre, en la intersección de las calles porteñas de Paraná y Avenida de Mayo.

Julio Cobos, en tanto, corre el riesgo de quedar atrapado en el laberinto de sus propias decisiones, ante la contradicción que implica continuar en su cargo de vicepresidente, pero, a su vez, ser uno de los principales opositores.

Cada vez son más los correligionarios que le advierten que debe "replantear" su estrategia para no dejar caer sus chances para el 2011.

Frente al nuevo impulso de la imagen de la Presidenta y el visible desconcierto opositor, los nuevos estrategas del oficialismo preparan un gran acto de apoyo a Cristina para el 10 de diciembre, en la Plaza de Mayo, que podría convertirse en  la plataforma de lanzamiento de su reelección.

Daniel Casal
NA