Aún en un marco de alta desorientación, con cautela algunos y decididamente lanzados a buscar definiciones otros, en la política bonaerense se emitieron esta semana las primeras señales que parecen indicar cómo seguirán las cosas tras la muerte de Néstor Kirchner, en particular en el oficialismo.
Pero está ya definitivamente claro que su desaparición incidirá también con fuerza en los principales sectores de la oposición.
En el oficialismo se ha abierto ya un estado deliberativo en el que despunta un tiempo signado por las pulseadas entre dialoguistas y duros.
Con origen en la propia Casa Rosada, esa divisoria de aguas anota a los ministros Florencio Randazzo y Aníbal Fernández del lado de las palomas y a los secretarios de Estado Carlos Zannini y Oscar Parrilli en el área de los halcones.
Los primeros contarían, sin embargo, con una ventaja: en los sectores que anidan en el peronismo oficialista bonaerense dicen que es la Presidenta quien ha dado señales de que —desde un rol de conductora— aspira a tener "buena relación política" con todos los espacios que componen el mosaico oficialista.
En ese avance de la reconfiguración de las relaciones, con Cristina a la cabeza, la Presidenta ya habló con el gobernador Scioli y con Randazzo para que sean ellos quienes lleven adelante el vínculo "entre la Nación y la Provincia", esto es, en un plano institucional que inevitablemente tendrá condimentos políticos.
Un botón de muestra
Con todo, un matiz de aquella división entre halcones y palomas, que ya estaba dada desde siempre en el kirchnerismo bonaerense pero que amaga con profundizarse en la etapa pos Néstor, ya se explayó con fuerza en la reunión a la que citó Daniel Scioli para el lunes pasado y en la que hubo asistencia perfecta de intendentes del sector (91).
Todos respondieron, en efecto, a la convocatoria del gobernador, pero algunos fueron exclusivamente para plantear que su candidato para la presidencial del 2011 es Cristina y a decir, en realidad, que su candidato para ese cargo no es Scioli.
Así lo dejaron en claro —algunos hasta con modos chocantes— los peronistas ultra K con histórica mala relación con el PJ tradicional: Francisco "el Barba" Gutiérrez, de Quilmes; Graciela Rosso, de Luján; Aldo San Pedro, de Bragado.
No pertenecen estos dirigentes a un grupo numeroso. Pero también formuló el mismo planteo —y de manera irrespetuosa, exigiéndole al propio Scioli que él también proclamara en ese momento la reelección de Cristina— un intendente que milita en el más rancio peronismo ortodoxo de la Provincia y que es figura destacada entre los "pejotistas", Juan José Mussi, de Berazategui.
La mayoría de los jefes comunales, con todo, guardaron un silencio frente a la "embestida cristinista" que explicaron sin cámaras de TV a la vista cuando terminó la reunión: no comparten en absoluto la asunción de definiciones de ese calibre en estos momentos.
Desde ya, las posturas contrapuestas sobre la candidatura presidencial del 2011 son un emergente de otras diferencias profundas entre los halcones y palomas de la Provincia y, sobre todo, de una densa puja por cuotas de poder y de posicionamiento electoral con miras a las postulaciones bonaerenses del año que viene.
Charla reservada
Mientras tanto, a comienzos de la semana en una reunión reservada, Hugo Moyano —que tras ese encuentro partió hacia Europa— y un grupo de dirigentes de peso del PJ bonaerense buscaron distender la tensión generada entre el sindicalista, en su rol de presidente de ese órgano partidario, y los referentes políticos del peronismo.
La clave es que quienes conversaron con el líder de la CGT constituyen algo así como la representación de los sectores más críticos del "modo inconsulto" —según definen— con que Moyano pretende ejercer la presidencia del PJ; una resistencia que, como se sabe, había derivado recientemente en un boicot al consejo partidario al que había convocado el camionero.
Y aún dentro del hermetismo que rodeó a esa reunión, las señales indican que en esa charla se habría llegado a un principio de acuerdo para que Moyano desarrolle una conducción "más participativa" del órgano partidario que, si tiene un rol poco más que formal en estos tiempos, constituye una herramienta capital cuando se abren los procesos electorales.
Cautelosos
Más quietos se muestran, en cambio, en estos primeros días de la etapa post-Néstor los referentes de los espacios opositores.
En el Peronismo Federal, mientras sus líderes nacionales se apuraban a reunirse para renovar su fe antikirchnerista, en el disperso y desorientado mundo de los dirigentes bonaerenses alineados con Francisco De Narváez, Eduardo Duhalde y Felipe Solá se registra un mutismo público que esconde un crecimiento de la expectativa de "unidad del peronismo", esto es, la eliminación de las fronteras entre oficialistas y disidentes.
En el pan-radicalismo, en tanto, sólo se registró la jugada de la líder del Gen, Margarita Stolbizer, para —una vez más— apurar a los radicales a definir el candidato presidencial del espacio.
Marisa Álvarez
NA