Ficha técnica:
Título para Latinoamérica: El hombre de al lado
Título original: El hombre de al lado
Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat
Guión: Andrés Duprat
Género: Comedia – Drama – Apta mayores de 13 años.
Reparto: Daniel Aráoz (Victor), Rafael Spregelburd (Leonardo) Eugenia Alonso, Inês Budassi, Eugenio Scopel, Enrique Gagliesi, Rubén Guzmán, Juan Cruz Bordeu, Diego Bliffeld.
Distribuidora: Primer Plano
Fotografía: Gastón Duprat, Mariano Cohn – Música: Sergio Pangaro
Producción: Fernando Sokolowicz – María Belén de
País: Argentina - Año: 2009 - Duración: 100 min.- Estreno Argentina: 2/9/2010
El hombre de al lado coloca en escena a dos sujetos moralmente antagónicos. Interactúan en un limitado espacio de composición dramática: el muro y la construcción de una ventana en medianera. Es un relato minimalista en apariencia, que esconde la tensión social en pleno modernismo.
Desde la primera escena del metraje, notamos la instauración del conflicto, como idea fuerza: la necesidad material de un buen vecino de barrio —algo excéntrico— (Daniel Aráoz, como Victor), y la intransigencia de un diseñador industrial, que se opone a la apertura en el muro de una ventana que asedia a su intimidad.
El antagonista de Víctor es Leonardo (Rafael Spregelburd). Un vecino de sólida economía familiar que hará lo imposible para que no se abra la ventana de la discordia. Alegará aspectos del Código Urbano de construcción, para detener todo intento del esquivo Victor. Y es en ese punto que el guión brindará los mejores instantes de humor, sainete y grotesco, amalgamado con dramaturgia final. Todo un gran logro por cierto.
Los personajes bien esteriotipados: Victor, un vendedor de autos usados, prosaico, vulgar y tenaz, que al mismo tiempo se despunta como “un tierno”. Que usará todas sus armas —materiales y dialécticas— para “tener más luz en su casa”, arista de inflexión de todo lo jugado. Dos sujetos en pugna, dos conciencias que omiten la subjetividad del otro.
El texto y el guión está atravesado por una riqueza de artilugios cinematográficos dignos de destacar: a) las escenas y frases cristalizadas b) la casa en sí: como escenario mayor de construcción de la comedia.
Las escenas y frases cristalizadas: la mayor parte de la filmación, transcurre dentro de la casa de Leonardo. Curiosamente, la lente de la cámara no hurga en la morada de Victor (generadora del conflicto de marras).
Para imprimir más dramatismo a la estética, el uso de la cámara al hombro, es frecuente. Da inmediatez, cercanía de planos, y urgencia de imágenes. Con menos profundidad de campo, pero más clima intimista.
La ventana en el muro: la mirada indiscreta, que todo lo ve, y todo lo comprende. Rafael Spregelburd (Leonardo) – de espalda a la cámara- en composición de un personaje de antología. La confrontación y la comprensión juntas. Esa es la lección.
Una imagen cristalizada (disparadora de sugestión), es el continuo golpe de la maza sobre la pared, que quiebra esos silencios tan necesario para indicar pausa, síntesis. De hecho, este ruido tan molesto para Victor, el “la espada de Damocles”, que se yergue en todo el relato. En este escenario, Leonardo solo desea mantener el estado de la cuestión (statu quo) ante los demás. Sobremanera frente a su mujer, de armas tomar, quien le exige urgencia en acciones coercitivas para parar la construcción indiscreta del molesto vecino.
En el texto se desprende la confrontación moral e ideológica de los protagónicos: a poco del metraje, se produce la primera eclosión dialógica entre Victor y Leonardo. Dos mundos se enfrentan. Los prejuicios, es lo jugado en la pantalla. La estética es la confrontación y el engaño. No se escuchan los involucrados. Si lo hicieran, no habría tensión en el relato. La idea de “ausencia de la otra voz”, se asocia a la sordera y mutismo de la hija de Leonardo.
El dueto de directores Mariano Cohn y Gastón Duprat (polifacéticos ellos), juegan concientemente con las miradas de los vecinos en pugna. Mientras que la de Victor, es la de un psicópata social, que parece comprender, pero no lo hace; su opositor Leonardo, la de un profesional afamado, que cree que se las sabe todas, “todo un superado”, que desprecia y subestima a su adversario por vulgar e ignorante.
De tal modo, la idea de contradicción de clases, también llega a la pantalla. Un personaje que motiva y pone las cosas en su lugar es Elba (la mucama paraguaya). Cada vez que aparece este personaje, es el nexo de humor mix neogrotesco y sainete, que hace las delicias del espectador. Merece destacarse literalmente un diálogo de la misma con su “patrón” Leonardo:
“Elba: che señor, dice el vecino, que no sea garca” (…..) - “Dice el vecino que te dejes de joder, que estás al pedo y te invita a una picadita en el bar bien canchero de la esquina, que no sea garca” (…). Estos diálogos hilarantes, como motorizadores de guión. El cliché del personal doméstico, no hay que entenderlo como discriminación negativa. Todo lo contrario, describe la mentira y la inoperancia de Leonardo para solucionar un problema acuciante
Leonardo, parece controlarlo todo con su nex-tel. Habla con su familia y su empleada Elba. Todo lo controla, pero no le gusta ser controlado. Esa es la cuestión de base: su vecino es el que controla, corrige y castiga. Como buen”vecino panóptico”. La cámara cómplice panóptica, es testigo de la transformación paulatina que sufre, cada vez que su vecino intenta invadir su aparente mundo real. ¿Real o finventado? El personaje de Daniel Aráoz, es osco, vulgar pero intrigante a la vez. Tiene la sabiduría y bondad del tipo de barrio, que muestra dureza y ternura a la vez, y también a un testarudo a tiempo completo. Este aspecto se ve en la conclusión patéticamente. Aráoz, compone magistralmente a un Victor, que le calza como un guante. La psicología de ambos es tan interesante, que hurgar en ellas, es el mejor camino para entender el legado de este film.
Otros personajes del film lo conforman la mujer de Victor y la hija. Su mujer dicta clases de yoga; es obsesiva, irritante, fría y verticalista. Lola, la hija de ambos, no registra a sus padres. No reproduce una palabra en el guión (¿autista? no lo sabemos). Sola en su mundo, la describe la imagen con su reproductor musical dentro de su cuarto. Pose nula comunicación con sus progenitores. Victor se percata de esto, y capta la atención y la risa de Lola. Le dedica momentos de ternura con la puesta en escena de títeres (con sus manos y dedos activos). Escena que se repite. Quizá redunda en reiterar este plano, pero lo hace para dar mayor fuerza al tópico de la comunicación y el control moral de los individuos implicados. (¿?). Por último, señalamos un personaje de color: Juan Cruz Bordeu, interpreta a un amigo de Leonardo. Es un snob – bueno para nada- que denota las contradicciones que tiene en su cabeza el protagonista: ¿cómo se puede tener tal engendro, como ladero-consejero?
Hay una abrupta cancelación del relato: impacta por el tipo de desenlace. Momento de síntesis de lo visualizado. Todo se resuelve. Contradicciones sociales, prejuicios, clisés, a favor de una metáfora sin fin: “el muro que todo lo ve, y lo comprende”, no es material sino cultural.
Gustavo Contarelli
Puntaje del film: 4Tribunas.
Puntaje actor protagónico: Rafael Spregelburd (Leonardo) 5 Tribunas
Referencias:
5 Tribunas: excelente/imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta - buena
2 Tribunas: regular
1 Tribuna: mala/pésima
Gustavo Me encantó la película, y también tu crítica. Los personajes secundarios, como bien decís, son todos importantes. Me mató, que pusieras literalmente el diálogo de la mucama con su jefe! María de los ángeles
Stop... Por Dios y la reverendisima Virgen de Lujan, por los santos mormones y todos los muertos que hicieron algo por cine nacional, Amen y Amen. Cuando termine de ver este terrible bodrio jure no ver nunca mas cine nacional, que película tan estúpida aburrida . Si la idea fue hacer un cine snob-violento, fracasaron estrepitosamente. Un verdadero asco !!!. Que suerte tenes Dinubila por no ver esta fasofia !!!.