“China y yo vimos a Adolfo Hitler y Eva Braun en Bariloche en 1970. Estábamos haciendo ‘Canciones para mirar’ de María Elena Walsh y fuimos a un hotel que se llama El Casco. El mozo del hotel nos anuncia que el dueño nos reconoció y nos quería saludar. Nos llevaron afuera y nos enfrentamos a un muro de 25 metros de altura, se abrió el portón y aparecieron doce perros doberman que nos dejaron petrificados. Entramos a una casa gigantesca que estaba llena de alemanes y sentados en el centro estaban Hitler y Eva Braun. China y yo nos quedamos mudos. Hitler seguía teniendo los bigotes como siempre, nos miramos con pánico y decidimos huir rápidamente. Ni nos sentamos, porque sentimos terror ante la sola presencia de ese diabólico ser. Nunca hablamos de esto. Nunca dijimos nada a nadie del terror. Hitler vivía 6 meses en Argentina y 6 meses en Chile“, declaró Carlos Perciavalle en una entrevista realizada el lunes 17 a la radio uruguaya Azul FM. Más allá de lo absurdo que pueda resultar esta afirmación, el afamado actor alude al enigma más celosamente guardado de la Segunda Guerra Mundial, precisamente el real final del dictador del Tercer Reich.
“Dirigiendo hasta el último aliento la lucha contra el bolchevismo, nuestro Fuhrer, Adolfo Hitler, ha muerto” Así, con un mensaje tan elíptico, anunció al mundo su sucesor, el almirante submarinista Karl Doenitz, desde su fantasmal gobierno provisional instalado en Flensburg, el 1 de mayo de 1945. Dicho mensaje radiofónico estaba imbuido de un engañoso halo wagneriano, al imaginar un final épico de Hitler, con su pistola Walther PPK (la misma de James Bond), cayendo heroicamente al frente de los últimos y desesperados defensores de Berlín. Pero la realidad, según una investigación elaborada en 2002, pudo ser muy distinta: “(…)Apenas tres semanas después, el 22 de Mayo, mientras transcurrían las últimas horas del gobierno del almirante Karl Döniz, al que el desaparecido Hitler había nombrado sucesor, en Buenos Aires, Argentina, el jefe del Estado Mayor de la Armada, Hector Vernengo Lima, enviaba una comunicación secreta al ministro de Marina, Alberto Teissaire, en ella le anunciaba que varios submarinos alemanes cruzaban el Atlántico rumbo a Argentina. El 26 de Junio, la jefatura de policía de la provincia de Buenos Aires, informó de que un submarino no identificado había sido visto en las costas argentinas mientras era reabastecido de combustible por un velero. De la nave, según el dossier, desembarcaron en un bote de goma un hombre y una mujer, que fueron recibidos por un ciudadano alemán que los trasladó hasta una estancia en las inmediaciones; este dato coincide con un informe que el director del FBI, Edgar J. Hoover, recibió de un agente de contraespionaje en septiembre de 1944, titulado Posible vuelo de Hitler a Argentina, en el que se mencionaba, como posible escondite, una estancia del conde de Luxburg, el encargado de las relaciones públicas del espionaje alemán desde la Primera Guerra Mundial.
Los periodistas argentinos Juan Salinas y Carlos Di Napoli, investigaron la rendición de submarinos alemanes en las costas argentinas, y tuvieron acceso a los interrogatorios de los marinos germanos por parte de la Marina argentina, pero no han podido acceder a los documentos que Estados Unidos y el Reino Unido aún conservan sobre la operación Ultramar Sur, guardados como Top Secret, y que no se desclasificarán hasta el año 2020. Salina y Di Napoli han trabajado varios años para desentrañar las especulaciones acerca de que en los dos submarinos rendidos en las costas argentinas, el U-530, el día 10 de Julio, y el U-977, el 17 de Agosto, llegaron importantes jerarcas nazis y grandes tesoros procedentes del Tercer Reich. La tripulación del primer submarino que se entregó en Mar del Plata, el U-530, estaba compuesta por 53 marinos, en su mayoría indocumentados, a las órdenes del teniente de navío Otto Wehrmut, de 25 años. Los interrogatorios no lograron aclarar si en el submarino viajaban altos cargos alemanes, pero sí que en breve plazo se entregaría otra nave. El ministro Tessaire, en una rueda de prensa tras las pesquisas, comunicó que en el barco no se había hallado apenas documentación, y que dada la juventud de la tripulación, no parecía razonable que entre ellos se hubieran infiltrado jerarcas nazis. La Armada argentina deseaba quedarse con la nave y el 12 de Junio izó en su mástil la bandera nacional. Pero la reacción de Estados Unidos y Gran Bretaña fue fulminante: no sólo exigieron la entrega inmediata del submarino, sino también de la tripulación. Ante el ultimátum, el gobierno argentino puso a la nave a disposición de Estados Unidos e Inglaterra. Era el 17 de Julio, el mismo día que se iniciaba en Potsdam la cumbre de los vencedores para tratar de la postguerra. Durante uno de los cócteles que tuvo lugar en la cumbre, el secretario de Estado norteamericano Jimmy Byrnes se acercó al líder ruso Joseph Stalin y, tras brindar con él, le preguntó si creía que Hitler estaba muerto, a lo cual Stalin respondió: “No está muerto. Escapó. O bien a España o bien a Argentina”. Al U-530 le faltaba un bote de goma, uno similar se encontró en las cercanías de Necochea, una playa al sur de la provincia de Buenos Aires. Un despacho de la agencia UP fechado el 18 de Julio en Londres dejó a la prensa mundial sin habla: “En las esferas oficiales de esta capital se afirma que Hitler desembarcó en Argentina el 30 de Junio transportado por el U-530″. Los aliados, para confirmar éste hecho, no tuvieron mejor idea que preguntar a los oficiales alemanes detenidos. Eberhardt Godt, el histórico lugarteniente de Dönitz, afirmó: “Si se hubieran hecho preparativos para sacar a Hitler de Alemania, yo me habría enterado”. El 27 de Julio, con el U530 camino de Estados Unidos para ser entregado, un nuevo submarino fue avistado en la costa Argentina. Ante la denuncia de varios vecinos y del personal costero, la policía salió a reconocer la zona y tras horas de búsqueda encontraron a un hombre que respondía a unas señales luminosas lanzadas desde el mar, lo arrestaron de inmediato, en la comisaria se identificó como ciudadano alemán, artesano de profesión y admitió que la nave era un submarino que se disponía a desembarcar.
Horas más tarde, ya de madrugada, se rastreó la costa y se encontraron huellas humanas que iban y venían de la costa hasta la entrada de una finca cercana; a su entrada, cuatro hombres que hablaban en alemán, con ametralladoras en las manos, echaron a los policías por no llevar órdenes de registro, varias horas después, el jefe de la policía provincial llamó personalmente y ordenó “dejar sin efecto la búsqueda y alejarse de la finca de inmediato”. El segundo submarino, el U-977, al mando de Heinz Schäffer, finalmente se entregó en Mar del Plata el 17 de Agosto, habían pasado tres meses desde su partida de un puerto noruego, tenía 16 plazas libres, lo que provocó todo tipo de suspicacias y dio aún más fuerzas a las versiones del desembarco anterior a la fecha de su rendición. Tras su entrega en Mar del Plata, toda la tripulación fue conducida a Estados Unidos, donde los oficiales fueron acusados de colaborar con la fuga de Hitler y Eva Braun, pero aunque en 1947 los marinos fueron liberados, el contenido de los interrogatorios. La documentación, que se conserva lejos del alcance de los investigadores, es copiosa, “Estamos convencidos -aseguran Salinas y Di Napoli- de que la expedición sirvió para allanar el camino de los fugitivos y dejar cortinas de humo sobre su rastro”. Aunque se desconoce la identidad de los jefes nazis que pudieron desembarcar en Argentina en esta fase final de la operación Ultramar Sur, los sospechosos obvios, además de Adolf Hitler y Eva Braun, son Martin Bormann, secretario privado del fürer, Heinrich Muller, jefe de la Gestapo, y un conjunto de jefes nazis de segunda línea. Seguramente en 2020, cuando los documentos de los interrogatorios americanos e ingleses sean desclasificados, se escribirá el capítulo final de esta historia, hasta entonces quedan muchos interrogantes por desvelar. En Agosto de 2003, el Gobierno argentino ordenó investigar la destrucción de unos dossieres que revelaban la identidad de 49 jerarcas nazis que llegaron al país al término de la guerra, entre ellos, Adolf Eichmann, Josef Menguele y Erich Priebke, todos ellos entraron en el país bajo los nombres falsos de Ricardo Klement, Helmut Gregor y Otto Pape. En 1960, descubierto por el servicio secreto israelí, Eichmann fué llevado a Israel, donde fue juzgado y condenado a la horca, Menguele falleció en Brasil e 1979 a los 79 años de edad y Erich Priebke fue condenado en Italia a cadena perpetua por el asesinato de 335 ciudadanos italianos en la Fosas Ardeatinas, fue extraditado a Italia y allí permanece bajo arresto domiciliario desde entonces.”, según el sitio http://belenos.wordpress.com/2008/01/05/el-destino-final-operacion-ultramar-sur/.
El secreto mejor guardado de la Segunda Guerra Mundial
Este escriba colaboró con la elaboración de dicho libro, que vio la luz a principios de dicho año, editado por el Grupo Editorial Norma. En el mismo, se relata cómo la inteligencia naval estadounidense interrogó a Schaffer, y le preguntó sin asco: ''¿Dónde escondió a Hitler?'' Pero la respuesta, así como la totalidad de las actas, es secreto militar. En su devenir a nuestras costas, el submarino U-977 mandó al fondo al crucero brasileño Bahía, en el cual iban a bordo cuatro marinos estadounidenses el 4 de julio de 1945. Quien escribe estas líneas concurrió a la embajada estadounidense junto con Carlos De Nápoli, muy interesados en refutar esta teoría sobre el malogrado crucero, embretados sin asco en atribuir su hundimiento a causa de la torpeza de unos marinos quienes, efectuando prácticas con baterías antiaéreas, dieron de lleno en una mina y así, el barco voló por los aires, llevándose consigo a cuatro estadounidenses….
“La ruta del champagne”, como irónicamente se denominó a esta vía de escape, pues en ella se piraron altos jerarcas, contó con el encubrimiento de EEUU y Gran Bretaña, quienes en el inicio de la Guerra Fría buscaron por todos los medios preservar a los evadidos en caso de que este estado se volviera caliente, y precisarlos para englobar la resistencia alemana en caso de invasión soviética: “El Departamento de Estado acusó a la Argentina de ser la cueva donde se refugiaban los jefes nazis fugitivos, al emergente coronel Perón de protegerlos y a los marinos alemanes cautivos de haber facilitado la fuga de Hitler, pero poco después, al igual que ya lo había hecho la US Navy, se plegó al encubrimiento. La complicidad llegó al extremo de que tanto Gran Bretaña como Estados Unidos decretaron un secreto absoluto sobre los interrogatorios a los marinos alemanes por 75 años, lo que los hizo el mayor y tal vez único secreto sobreviviente a la Segunda Guerra Mundial. En absoluta coincidencia, el torpedeamiento del Bahía sigue siendo considerado por Brasil un hundimiento a causa de la torpeza de sus tripulantes, y la US Navy sin reconocer que sus cuatro hombres muertos en aquella tragedia fueron los cuatro últimos norteamericanos ultimados por los nazis. ¿Qué motivos inconfesables hubo y sigue habiendo para un encubrimiento tan extendido en el tiempo y el espacio? Juan Salinas y Carlos De Nápoli, quienes se conocieron investigando los atentados cometidos en Buenos Aires contra la embajada de Israel y la AMIA, lograron un esclarecedor documento que arroja luz sobre la última operación secreta del Tercer Reich y demuestra como la "razón de Estado" puede ocultar hasta lo más obvio y hacer pasar a centenares de asesinatos por meros accidentes”, según http://www.lafogata.org/02argentina/10argentina/ultramar.htm.
De acuerdo a esto, según parece, lo afirmado por Perciavalle podría distar de ser meramente una afirmación delirante, producto de una imaginación muy rica.
Fernando Paolella