Ha existido a lo largo del tiempo, en la Ciudad de Buenos Aires, una “cultura política” muy particular: Durante décadas la sociedad ha dado la espalda al escándalo de la corrupción en la administración municipal. Hasta 1994 existía la excusa constitucional respecto a que el “Intendente” era nombrado por el ejecutivo, y entonces la sociedad podía sentirse “ajena” a las acciones del poder en la administración de lo público. Sin embargo, no ha cambiado la actitud desde entonces; al contrario, es directamente tributadota de dicha “cultura”.

Dentro del contexto general y, en particular dentro ese “antro” municipal, existió, intermitentemente, una institución fundamental que fue el gran centro de polémica y donde se “cocían las habas” de la olla de la política vernácula: el “Honorable Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires”.

La política local guarda en sus entrañas, en su ADN, un elemento malo, corrupto.

No por nada, uno de los pocos elementos o ideas que compartieron todos los que se propusieron darle un giro a la historia de esta parisina ciudad, a mediados y finales de la última década del siglo anterior, pactaron el final (sin gloria) de una institución totalmente purulenta, podrida de corrupción: el referido “Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires”.

Quizá esta historia sirva para desplazar el razonamiento “lineal” de algunos que no llegan a comprender algunas decisiones como la de Elisa Carrió, la que comprendió que no puede ni siquiera aspirar a un cargo ejecutivo aliada a aquellos que son los herederos, en mayor o menor medida, de una de las mas oprobiosas e inconfesables historias de coimas, corrupción, negociados, etc.

Vendiendo escuelas

El 1º de febrero de 2011 se debería empezar a escribir el capítulo final de uno de los casos más emblemáticos de corrupción política de la Ciudad “Autónoma” de Buenos Aires. Terminada la feria judicial y, de acuerdo a lo aprobado por la Legislatura Porteña, debería empezar el proceso de desalojo y recomposición de la Escuela Presidente Mitre, ubicada en la esquina de Sarmiento y Pueyrredón, corazón del Barrio de Once. Según un decreto del Jefe de Gobierno Mauricio Macri, los inquilinos de los 17 locales “shopping” deberán abandonar del edificio dado que la concesión autorizada, entregada hace 20 años por el intendente Carlos Grosso, venció el 30 de diciembre de 2010.

 Todo empezó con una ordenanza, la 44.832, dictada por el ex Consejo Deliberante porteño en 1990. En realidad empezó mucho antes, la ordenanza no era más que una perla del “rosario” purulento, del eterno dolor de cabeza llamado “Consejo Deliberante”. Existía un “modus operandi” en el órgano público deliberativo que fue disuelto, y que fue una podredumbre de corrupción por muchos años. El Consejo ni siquiera gozó de “continuidad jurídica”, toda vez que la Ciudad solo es “Autónoma” desde la redacción de la Constitución de 1994 y fue, muy lentamente incorporando sus instituciones algunas hasta hace muy poco tiempo. De hecho entre 1941 y 1958 el “Consejo” no funcionó, porque ya contaba con antecedentes de corrupción, los que se fueron agravando desde 1983 hasta su final definitivo. Hoy aunque no le suceda —un pacto político expreso del 94/97 fue que no hubiera continuidad, la Legislatura no es continuadora— en la “Legislatura” todavía rondan los fantasmas del Consejo…

La Legislatura guarda muchas de las “mañas” del Consejo, aunque es digno de reconocer que no es el “ato de facinerosos” o “El palacio de la Corrupción” como lo bautizaron los periodistas Fernando Carnota y Esteban Talpone en un imperdible reportaje al ex Consejal Roselló, en 1993, y de las cuales surge la “pinchadura” de teléfono del entonces Edil García Arecha (que aspiraba a presidir el Consejo) por mas “pícaras”. Dichas pinchaduras, y la trascendencia pública de las mismas, sin vergüenza ninguna, le hicieron “desistir” al radical de aspirar a un lugar que le correspondía: La “Escuela Shopping” era un tema que “bajaba” o “subía” a la más alta autoridad de “La Casa”.

La corrupción del “Consejo” no tenía medida: excepciones al Código de Planeamiento (permisos especiales de construcción) era uno de los caballitos de batalla de los “Honorables Concejales”… Todos venían con “una constructora bajo el brazo” que los hiciera ricos… Otro de los grandes negocios era la “cesión” de espacios públicos. Tampoco le faltó al “consejo” operativos y detenciones por venta de drogas… Concejales que “trabajaron” 1 día y se jubilaron “de privilegio” cosas de este tipo y aún peores. Concejales que se hacía ricos “administrando” la venta clandestina en la vía pública… autorizaciones al Ejecutivo de sobreprecios escandalosos.

La regla número uno en el Consejo siempre fue la impunidad. La "órmetá", el "pacto de silencio". En el 2006, tras 14 años de investigación, la causa de la Escuela Shopping (como casi todos los escándalos de corrupción política) se cerró por haber prescripto, sin que lograra hallarse a ningún responsable.

A pesar de la evidente nulidad de la ordenanza (fue ingresada irregularmente un día antes de una votación “entre gallos y medias noches” el sábado 29 de diciembre, y votada un domingo 30 de diciembre de 1990) nadie nunca se animó a desalojar el lugar “icónico” de la corrupción porteña, se esperó, absurdamente, hasta la finalización de un “contrato” que no gozaba de ninguna tutela legal, porque estaba basado en una “concesión” trucha, y una ordenanza nulificada por la legislatura. Valga el ejemplo de las dificultades de gestión con que cuenta una ciudad que se encuentra muy, pero muy lejos de ser “autónoma”.

Corolario

Cada año vemos como, de manera “soft”, la Legislatura Porteña aún cuenta con la “cultura” del “reparto”, el pago político, los nombramientos “no claros” y presupuestos abultados que no se compadecen con las necesidades de los ciudadanos, presupuestos muy superiores a los del funesto Consejo: Ya no existen las prácticas caníbales, los empresarios “rondando”, pero no se puede negar que las peores costumbres de la política punteril aún sobreviven.

No se ha desterrado la práctica de los “ñoquis, no se ha desterrado la militancia “rentada” que no trabaja, no se ha eliminado la falta de capacidad técnico profesional, Se ha caído en el excesivo burocratismo de casi una Comisión por cada 2 Legisladores, legisladores que se “anotan” en 6, 7 10 comisiones.

La generación de Sub secretarías y “direcciones” (¡40!) que solo son “pagos” de punteros y carecen de toda “función legislativa”… las sospechosas “rezonificaciones” urbanas que siempre se dan en Caballito, Bajo Belgrano, Villa Urquiza, justo los lugares en donde las grandes constructoras están destruyendo la ciudad de Buenos Aires, bajando y demoliendo casas de manera escandalosa… para construir oficinas o departamentos de “inversión” (cajas de ahorro en propiedad horizontal) cuando el déficit de espacios verdes pasa el límite de los preocupante.

En concreto, observamos que “La Legislatura” no ha superado moralmente al “Consejo”, solo se ha profesionalizado, ya no tiene personajes funestos o grotescos como los ex Concejales de los ´80 o lo ´90 (esos de acto con choripán que no podemos nombrar a riesgo de juicio, pero que todos conocimos).

Hoy son señores bien trajeados en “Armani”, con discursos “progre”, buena imagen de TV, pero, siguen permitiendo el juego sin que a la ciudad le entre ninguna suma como para resolver el problema del hambre, la desocupación y la falta de desarrollo, trasporte, salud y vivienda en el postergado sur.

Siguen si pelear la “Autonomía” de la Ciudad frente a la Nación, siguen consintiendo la creación de “Ministerios” “Organismos de Turismo” y todo otro tipo de Organismo innecesarios, y de manera connivente con un Ejecutivo con el cual se “reparten” los nombramientos en los engendros que se crean. Cargos a los que la “oposición” no le hace ningún asco, sino, que “cobran” generosamente.

En definitiva, la corrupción de “choripán” se transformó en una “Light” y de guante blanco, y sonrisa de TV. Desde 1995 hasta 2010, 15 años, el presupuesto de la Ciudad se cuadruplicó, la Ciudad gastará 20.000 millones de pesos… una Ciudad que brinda el 80% de los servicios de manera “tercerizada" (y cartelizada) Una ciudad en donde el Jefe de Gobierno es acusado de amiguismo y complicidad con los principales gerenciadores (algunos amigos personales) de las principales prestadoras de servicios o constructoras y desarrolladoras. El lector, tras varios años de gestión, sacará sus propias conclusiones.

José Terenzio

(*) En la foto de la nota puede verse a Carlos Grosso con un joven Daniel Filmus. 

Próximas entregas:

* Miscelánea: las frases célebres de la corrupción del “Consejo” Deliberante

* Los muchachos radicales de Chupete & “PJ” socio

* El escándalo de los espacios públicos