En realidad casi podría tomarse como una cruel ironía que para llegar al país trasandino, el avión presidencial norteamericano, deberá sobrevolar una extensa porción del territorio argentino, país que fue excluido de la vista de Obama.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Hammer, expresó que el viaje “brindará una oportunidad para resaltar el compromiso del presidente con líderes clave en el continente”.
Con esta escueta y simple declaración queda perfectamente en claro el escaso interés e importancia que la Argentina tiene en la consideración y apreciación del país más poderoso del mundo. Casi podría decirse que nuestro país no existe en la estrategia global del país del Norte.
Pero ello no sorprende a los analistas políticos. Desde la restauración de la democracia en el año 1983, este gobierno fue el que más tensó y dañó las relaciones entre los dos países.
Lo curioso es que el gobierno quiere y busca el apoyo americano, pero en los hechos, actitudes y declaraciones de los Kirchner a lo largo de ya más de siete años en el gobierno, enfilan exactamente hacia el rumbo opuesto.
No reflejan una política exterior coherente. Es errática, contradictoria e impredecible. No solo por la ideología “pseudo progresista” de nuestro gobierno, sino también por la acumulación de torpezas y dislates de los Kirchner.
Los Kirchner querían pero no pudieron, ahora Cristina quiere pero no puede. Son incapaces de acercarse a EE.UU. por sus personalidades y sus propias limitaciones.
Recordemos los ingentes esfuerzos de Cristina de mostrarse en una foto al lado del presidente norteamericano para demostrar su simpatía y alineación con su política y los EE.UU.
Pero es muy difícil para un gobierno con un sistema político indefinido como el nuestro, que marca una clara identificación, estrechos vínculos y una fuerte relación con las dictaduras de Cuba y Venezuela, países socialistas más retrógrados de América enfrentados con los EE.UU.
El deterioro de la relación bilateral, comenzó con la "anticumbre" de las Américas que se realizó en Mar del Plata en 2005, bajo la presidencia de Néstor Kirchner. Simultáneamente y prácticamente en el mismo lugar, en que se efectuaba la IV Cumbre de las Naciones y de la cual Argentina era el país anfitrión.
Ese hecho constituyó una ofensa directa y explícita al presidente norteamericano, George Bush y a los EE.UU. Desde ese verdadero agravio diplomático a las relaciones con el gran país del Norte, estas nunca se recompusieron.
Nos consideran como un país “amigo,” pero muy lejos de ser un aliado cercano o de confianza.
Pero muchos de los hechos que nos separan de los EE.UU. no están causados por cuestiones de interés político ni por ideología, sino por la falta de diplomacia (en todo lo que este término implica), sino por la altanería, desubicación y descarada soberbia de la Presidente.
Simplemente recordemos algunos hechos que son difícilmente digeribles por el Departamento de Estado Americano.
En el viaje de CFK a EE.UU. en octubre del 2008, sin pensar que estaba en casa ajena y sin el menor atisbo de tacto o delicadeza en sus expresiones, arrogante, inmodesta y hasta insolente y con evidente deleite, se dedicó a criticar a la administración de George Bush. Sus críticas a EE.UU. fueron una constante de su estadía en esa ciudad.
Esta triste y negra página, comenzó en el mismo momento en que se desató la crisis financiera internacional, cuando Cristina con un dejo de suficiencia e ironía expresó: “... el Primer Mundo que nos habían pintado como la meca a la que debíamos llegar, se derrumba como una burbuja...”.
Y así las torpezas y dislates del matrimonio presidencial fueron sumándose uno tras otro.
En todos los viajes al exterior, el destrato y su ya clásico estilo descalificador, en general con información errónea o tendenciosa desprovisto de todo tipo de tacto, sus gafes y torpes errores fueron casi semejantes.
Las ya famosas "operaciones basura" que les atribuyó Cristina Kirchner a los Estados Unidos cuando tomo estado público el vergonzoso envío de millones de dólares para su campaña presidencial, “que Obama había leído y se copiaba de Perón”, su magistral exposición en un almuerzo organizado por The Americas Society en la cual aclaró cómo se debía calcular el índice de inflación, su altanería cuando instaba a que se cambie y modifique el orden económico mundial, poniendo como ejemplo a lo que los Kirchner habían logrado en nuestro país ¿¿?? convirtiendo a un país devastado en el 2001 en lo que es actualmente. ¿¿??, el irónico y burlón comentario sobre el ya famoso efecto “jazz” producido por la crisis económica norteamericana, el destrato al secretario de Estado adjunto para Asuntos de América Latina, Arturo Valenzuela y así decenas de torpes expresiones y lamentables hechos más.
Y como si esto no fuera suficiente, las desafortunadas declaraciones de nuestro canciller, Héctor Timerman, quien en su torpe charlatanería, buscó justificar el hecho de la no visita de Obama, mediante declaraciones y expresiones poco felices que en vez de ayudar a la tan ansiada postura conciliadora de Cristina hacia Estados Unidos, hace exactamente lo opuesto.
Es evidente que la política exterior de Cristina está en perfecta consonancia con lo que es el resto de las actividades gubernamentales: improvisación, contradicciones e imprevisibilidad.
Mediocridad aunada a falta de ubicuidad, tacto, respeto y las más elementales normas diplomáticas.
Alfredo Raúl Weinstabl
alfredo@weinstabl.com.ar